Asamblea de contrapeso

Una pregunta clave para cualquier dirigente político es “¿cómo vislumbra el futuro del país en cinco años?”. Y es clave, porque así se conocen de antemano sus intenciones y si está preparado para gobernar. Y es que, por años, hemos estado en manos de la improvisación que nos ha llevado a caer en el fondo de un abismo, en el que tenemos que decidir si salimos o caemos más. Pero, si caemos más, quizás es un punto sin retorno. Hoy, tenemos la oportunidad de transformar nuestra sociedad y conducirla al desarrollo, pero para ello debemos organizarnos mejor y preparar un plan. Eso parte de un cambio de sistema o, por lo menos, de que logremos que aquí haya un contrapeso en el poder. Por décadas, trabajamos con Gobiernos a los que les damos la facultad de elegir a su gente para administrar instituciones, pero en la vida práctica esa gente -que de un momento a otro salta a la cima de un ministerio-, jamás ha liderado personal ni ha hecho nada que los convierta en personas exitosas. Ese contrapeso radica en que los ministros deben pasar por la ratificación de la Asamblea, pero esa Asamblea debe estar conformada también por personas electas de una forma muy diferente al mecanismo que tenemos hoy. Eso nos lleva a un nuevo Contrato Social, que permita la elección de diputados al margen del clientelismo. Panamá no debe seguir por el camino fácil de la verborrea, el odio o la crítica sin sentido. Tiene que marchar por un camino bien cimentado que la conduzca al desarrollo. No hacerlo es caer mucho más en el abismo. ¡Así de simple!