Al menos 12 personas murieron y centenares de miles se encuentran afectadas a causa del fuerte temporal causado por un frente monzónico y el tifón Gaemi,...
Ayer me llamó Balbina para preguntarme cuál profesor de periodismo no la ha visto. Que ella sí va a la U, aún con cuello ortopédico.
Lo confirmé. Fernando Correa se va de Debate Abierto y en su lugar llega Atenógenes, quien seguirá, además, con su nuevo trabajo en la Cervecería Nacional.
Alguien del ‘stablishment’ me asegura que hay muchos ecologistas em...fadados con la ley langosta, porque ya no podrán cobrar el 50% de las multas por delitos ecológicos.
También me dijo que una de las instituciones que se salvó con la ley langosta es el MOP que —a propósito— tiene varios millones en denuncias.
Me contaron que la gente de Billy Computer tuvo que salir corriendo para donde los ticos para comprender mejor la automatización del proceso de atención médica porque el que se instaló aquí no funciona. ¿Cuánto se han gastado?
Además, pude notar en la policlínica del Seguro en Bethania que ‘penalizarán’ —con seis meses sin derecho a ser asistido por un médico de la institución— a aquel asegurado que reincida en incumplir sus citas médicas.
Por los lados de la Universidad Católica supe que nombraron rector a Juan Carlos Voloj y en el área administrativa trajeron de vuelta a Lucho Pabón. Ojalá la cosa marche mejor ahora.
Ganarse un premio en la Lotería a veces no es sinónimo de buena fortuna. En la Casa Matriz ir a cambiar los chances y billetes premiados es toda una tortura por las filas interminables que se forman. Los asaltantes están de plácemes.
El bienestar particular no puede ni debe primar sobre el colectivo. Parece que la administración de la Plaza Edison no entiende de esto y forma un tranque sin lógica —por la entrada de Mango’s— para cobrar por los estacionamientos.
Me soplaron que a uno de los nuevos fiscales de Bonissi le asignan una relación muy especial con una presentadora de televisión que muchos identifican como La Diosa de ébano. Voy a averiguar. ... y que nadie llore