Dominado por la euforia, el presidente argentino, Javier Milei, ofreció este lunes un concierto de rock en Buenos Aires
Ajeno a los vaivenes de la farándula, yo desconocía eso que anunciaban como “Premios Juventud”. Ni idea que se trataba de un evento musical latinoamericano patrocinado por la cadena hispana Univisión, el cual llevaban 25 años haciéndolo en los Estados Unidos donde la población hispana es muy importante. Espero que después de todas inhumanas deportaciones que hacen allá todavía sigan teniendo la relevancia que los distingue hoy.
Ese evento que se realizaría por primera vez en Panamá, pensé, como algunos, el desastre en que terminaría, sobre todo por el poco tiempo disponible para organizarlo. Somos dados a dudar de nuestra capacidad para hacer las cosas bien. Llegué a imaginarme que esto era un nuevo despilfarro. ¿Para qué gastarse 5 millones de dólares que bien podrían usarse en pagos a médicos, arreglar escuelas o reparar calles?
Sin esperar mayor cosa, vi el espectáculo completo. Me impresionó y me hizo sentir muy orgulloso de ser panameño. El Figali Convention Center, que por cierto no se lo han pagado a su verdadero dueño, Jan Figali, parecía nuevo. Hacía tiempo que no le veía, desde que fue convertido en hospital para el COVID y me curé allí. Muy bien atendido, por cierto, a pesar de que fue en el gobierno anterior, donde de seguro algo se llevaron de la remodelación el sitio.
La apertura del evento me hizo erizar la piel. Oír la trompeta del tocayo y amigo Willie Colón me llegó al alma, rememorando los tremendos sonidos del inolvidable músico panameño Vitín Paz. Los bailes típicos que le acompañaron hicieron vibrar las fibras más íntimas de nuestra nacionalidad luciendo en todo su esplendor nuestra pollera. Esos bailarines al igual, que los que desfilaron a lo largo de todo el evento de más de 4 horas, me hizo ver el tremendo inventario humano que tenemos en esas áreas del entretenimiento con talentosísimos músicos y artistas, que no solo se destacan aquí, sino en el mundo entero. Me quedé con la pregunta de por qué no estaba Rubén Blades, el rey de la salsa.
Si bien se decía que la idea era del alcalde Mizrachi, desarrollada por la Autoridad de Turismo y el Ministerio de Cultura, tenía mucho de improvisación, se demostró lo contrario. Todo salió cronometrado y los organizadores quedaron plenamente satisfechos, no solo por nuestra capacidad y calidad, sino porque pudieron palpar de primera mano el valor de la hospitalidad y campechanía de los panameños. El único problema no solucionado fueron las lluvias y el insoportable calor, a pesar de las promesas de campaña de Mulino de arreglarnos todo eso. Además, que solo vendían boletos a menores de 35 años: totalmente discriminatorio.
Más de 50 millones de televidentes vieron el espectáculo en todo el mundo, incalculable en promoción para los pocos recursos que el país reserva para este vital rubro. Nos convertimos en un centro regional para la realización de este tipo de eventos que ya ha provocado que, la idea del exalcalde Blandón de construir un centro de eventos internacionales que tanto turismo trae, haya sido revivida por el actual alcalde.
De acuerdo con información del diario El Panamá América en Instagram lo que se hizo tuvo 8 mil publicaciones sobre Panamá y el evento que hicieron explotar las redes. Más de 375 millones de impresiones digitales demuestran lo tanto que en el mundo se hablaba de Panamá. 7 millones de interacciones y más de 9 millones de usuarios activos participaron en el fenómeno digital. Además, se dio trabajo a más de 2500 panameños que, de seguro, algunos de los visitantes, al ver sus talentos, los contratará afuera. Fuimos tendencia en Twitter, Tik Tok e Instagram durante el tiempo del evento. En esta ocasión me equivoqué. Un evento improvisado y hecho a última hora, resultó un tremendo éxito, logrando para Panamá mayores ingresos de los 30 millones que estimó nuestra ministra de Cultura, Maruja Herrera.
Ojalá que el futuro de lo que hagamos aquí sea tan productivo como los Premios Juventud y no se siga despilfarrando tanto, en obras no prioritarias como la compra de 4 aviones de guerra, el hospital canino, la millonaria remodelación de la Villa Diplomática y los millones para embellecer el Palacio de las Garzas, cuyo costo nos seguirá aumentando la ya inmensa deuda pública que en este gobierno no ha parado de subir.