• 23/02/2011 01:00

Salud y minería

Hablar de los efectos algunas veces mortales que sobre la vida ocasiona la minería, al igual que otras actividades industriales y comerc...

Hablar de los efectos algunas veces mortales que sobre la vida ocasiona la minería, al igual que otras actividades industriales y comerciales, es llover sobre mares, ríos y lagos, etc.

Organizaciones internacionales, alejadas de conflictos de intereses, nos han mostrado los daños que a nuestra salud individual y colectiva ocasionan estos llamados ‘motores del desarrollo’, que aún en forma vergonzosa mantienen una distribución injusta de riquezas sobre el planeta con muy escasas excepciones.

La población panameña ha dicho en diferentes formas que no desea para el país este tipo de actividad por las múltiples secuelas que trae. Decía mi madre que sus ancestros afirmaban ‘bacinilla de oro para escupir sangre’.

No somos obtusos en reconocer que algunos de estos minerales han servido para fabricar objetos u otro tipo de soluciones efectivas para la vida; sin embargo, el balance ha sido mayormente en contra de la misma existencia. En ocasiones para hacer alarde de riquezas personales (las famosas joyas), por las que muchos cometen todo tipo de abusos contra el propio prójimo que dicen amar.

Estoy convencido de que hay que reflexionar y estar seguros de que estaríamos en esa vía obteniendo riqueza nacional a un costo muy alto. Las famosas minas de Cañazas han sido una mala experiencia, al igual en otros países hermanos.

Panamá y, sobre todo las áreas donde se ubican algunas de estas minas, pueden ser útiles para otras actividades comerciales. Ejemplo, el turismo ecológico, bastión de conservación de un planeta que se extingue poco a poco, gracias a ese pseudodesarrollo que las perversas maquinaciones mediáticas nos han querido engullir. Lean, por favor, sin ningún prejuicio, a Eduardo Galeano en su obra ‘Las venas abiertas de América Latina’ sobre ese abuso que ha ocurrido en nuestra América. Su pensamiento está vigente.

Que nuestros gobiernos entiendan que los ingresos que se obtienen a través de diferentes formas de impuestos deben ser administrados con transparencia. Son nuestros impuestos, no los de un colectivo gubernamental transitorio y mucho menos deben ser utilizados para dar migajitas a nuestros pueblos, mientras no se prioriza el gasto gubernamental que podría dotar de mejores condiciones de vida a estas poblaciones.

Espero que la mayoría de las sociedades médicas de mi país, comprometidas con el tema, contribuyan con este debate aportando sus conocimientos alejados de todo subjetivismo o intereses particulares como lo han realizado en otras ocasiones.

El deber de nosotros es preservar la vida.

*MÉDICO.

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