• 14/05/2011 02:00

El cambio tiene que ser ético

P atéticamente para el país, los malos políticos siguen dando un bochornoso espectáculo; es decir, continuando. Desde hace años, se vien...

P atéticamente para el país, los malos políticos siguen dando un bochornoso espectáculo; es decir, continuando. Desde hace años, se vienen haciendo las críticas constructivas de ineficiencia, corrupción, impunidad; no solo en el gobierno, sino en toda la sociedad. En la calle la violencia, la inseguridad, el desorden. Miles de recetas se han publicado. Parece que ninguna es suficiente efectiva o no se han implementado.

La ciudadanía no confía en la justicia y menos en los políticos. La incredibilidad es ahora para el mundo. Los funcionarios públicos que son la gran mayoría y que laboran con dedicación y honestidad se ven frustrados en sus esfuerzos. Los profesionales que no se enriquecen están fuera del ambiente. No están en nada. No están en la jugada. Pasan por tontos y son marginados. La conclusión genérica de la calle es que, todos los políticos son ladrones, especialmente cuando ven a los nuevos ricos hacer ostentación de sus nuevos haberes. Cuando ven que a los grandes de arriba no les pasa nada. Que se ponen de acuerdo para cubrirse mutuamente. Que los fallos de jueces y cortes son desconcertantes e insólitos. Que ciertos apellidos son intocables. Por su mucho dinero, por amigos, por influencias, por compromisos políticos. Que los periódicos y TV se parcializan por una determinada posición, según los intereses de sus grupos. Que también hay algunos mercenarios.

Todo este dantesco escenario no es nuevo. Las oligarquías económicas siempre han manejado esto con gran habilidad. Mercantilizaron la política casi en todo el mundo occidental. Abusan de su poder sin o con apoyo militar. Entronizan algún ingrediente ideológico, cualquiera que sea, de derecha o de izquierda, generalmente nacionalista. Lo que sí hacen es apoyarse en las áreas donde hay mucho dinero. Hay los que usan y nos ponen un paraguas importado y otros que se mojan, aunque arruinen a su gente. Y lo que también todos hacen es acabar con las libertades y la democracia, entendiendo por democracia el gobierno realmente del pueblo y no de los que lo utilizan.

Pero también hay algo más grave. Los traumas que producen engendran miedo social, los métodos represivos crean la violencia como método de solución. Sus extravagancias materiales por el enriquecimiento ilícito por su omnipoder, generalmente armado, crean un modelo social de agresión, de armas, de muerte, de impunidad, de silencio impuesto. Y esto aquí por 21 años, formó una juventud hoy adulta, distorsionada, cómplice, súper tolerante con todos los vicios gubernamentales, sin gran sorpresa y poca intención y esperanzas de que los cambios lleguen a la ética social.

La impunidad que permitió la nueva democracia, para buscar el entendimiento y la paz que el país necesitaba ha sido negativa. En otros lugares se hizo justicia y la gente sí recupero la fe y la esperanza en un nuevo país. Algunos lo están logrando.

Pero aquí no se dio un escarmiento al robo, el engaño, los asesinatos, el peculado y los fraudes de todo tipo.

Hoy, nos quejamos de lo que está sucediendo, pandillas, armas, violencia. Pero son las mismas deformadas actitudes y conductas sociales que estableció la dictadura apoyada por la oligarquía económica. El daño sociológico ya fue hecho. Y con la misma gente. Y ahora se dan el cinismo de asesorar y querer enseñar libertad. Los perjuicios que causaron, no han sido castigados ni indemnizados.

Para corregir hay que retomar la ética y la justicia Eso es Educación, en valores y actitudes, en urbanidad, cortesía en forma vivencial, de aplicación diaria, con técnicas metodológicas modernas en todos los niveles, pero urgente, masiva y de aplicación diaria en la familia en las escuelas, especialmente en la publicidad comercial de TV, vallas, etc. y con contenidos en todas las áreas: turismo, agropecuaria, salud, etc.

Sí, hay que saber Inglés y computación, pero la vida es vivir feliz en una sociedad feliz. La participación de la empresa privada es fundamental. Es la formación continua de sus clientes. El cambio tiene que ser de todos. Esto es tal vez más importante para todo el país, que el crecimiento económico. La ciudad ya lo ha hecho antes en la ex Zona del Canal. Lo hacen hoy en la ACP. De los países desarrollados debemos tomar sus acciones positivas. Tenemos aquí mismo el modelo administrativo más eficaz, de primer mundo y manejado por panameños en la ACP. Con toda una estructura ya probada que funciona. De compras, licitaciones, acuerdos, capacitación competitividad. El cambio que Panamá necesita debe ser de verdad, de todos, especialmente de todas sus altas autoridades y vigencias. Es la ética para un Panamá mejor.

*MÉDICO Y EX MINISTRO DE ESTADO.

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