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- 30/06/2011 02:00
Narcos o democracia
Una de las conclusiones de la Cumbre Internacional Antidrogas realizada la semana pasada en Guatemala es que el narcotráfico es un problema que se le está saliendo de las manos a los gobiernos de la región, porque carecen de una estrategia para enfrentarlo. El otro aspecto es que la penetración del narcotráfico en las instituciones de los Estados está poniendo en riesgo la seguridad interna y la democracia. Mientras la falta de seguridad se está convirtiendo en el principal obstáculo del desarrollo y del bienestar de la región, las bandas de narcotraficantes tratan de suplantar a las autoridades y convertir su ley en la ley de los países para terminar enseñoreándose de las sociedades.
Pero no puede combatirse fuego con fuego. Los Estados deben invertir en educación, en políticas sociales, no en violencia, para apoyar a la juventud que se está quedando sin oportunidad, como ciudadanos vacíos sin esperanza ni futuro. Cada vez son más los jóvenes que ven en las filas de crimen organizado su máxima expectativa de vida.
Los participantes en la Cumbre de Guatemala pidieron a los países consumidores $35,000 millones de dólares para combatir el narcotráfico, pero solo fue posible levantar promesas por $2,000 millones. Un 80% en créditos blandos de organismos financieros y el restante 20% en donaciones y apoyos en tecnología, capacitación, inversión y entrenamiento para las fuerzas de seguridad.
La secretaria de Estado Hillary Clinton comprometió $300 millones durante el encuentro en el que abogó porque los empresarios y los sectores ricos de las sociedades paguen sus impuestos, porque la seguridad no puede financiarse solo con el aporte de los pobres. Planteó que es necesario depurar las policías y los tribunales de justicia para que protejan los derechos humanos y lograr la confianza de la sociedad.
Para evitar que la región caiga en manos del narcotráfico los asistentes a la Cumbre de Guatemala propusieron reducir el consumo indiscriminado de drogas, prohibir la venta de armas de asalto a la región, combatir el lavado de dinero y lograr una coordinación regional contra el crimen organizado.
Mientras Estados Unidos se droga, México y Centroamérica se desangran. Estados Unidos inició su guerra antidroga hace 40 años. Después de invertir miles de millones de dólares en la represión, esta lucha ha sido incapaz de eliminar el flagelo del narcotráfico. Las cifras registradas en Estados Unidos durante el 2007 hablan por sí solas. En ese año la adicción a las drogas causó más de 38,000 muertes y generó costos a la sociedad estadounidense por $193,000 millones.
La Iniciativa Mérida diseñada por el presidente George W. Bush es un programa plurianual antidrogas. Entre el 2008 y el 2009, Washington asignó al plan $1,400 millones y para el 2011 fueron destinados $410 millones, de los cuales $310 millones correspondieron a México.
La Iniciativa Mérida ha fracasado en su intento de reducir los flujos de drogas ilícitas, lograr seguridad pública y debilitar a los carteles de manera significativa. Con 45,000 soldados en las calles como rasgo central de la estrategia de militarización —que ha causado cerca de 40,000 muertos en cinco años— las fuerzas armadas mexicanas se han visto implicadas en múltiples asesinatos, violaciones y abusos de derechos humanos que continúan impunes. El presidente Felipe Calderón fue obligado recientemente a pedir perdón a las familias de las víctimas de la violencia asociada al narcotráfico por la incapacidad del Estado para proteger sus vidas.
Centroamérica, con una población de 46 millones de personas, de los que la mitad vive en la pobreza, registra en promedio la tasa de homicidios más alta del mundo, precisamente, debido a la actividad de los carteles de la droga.
En Panamá, la importancia que el régimen le da al tema quedó demostrada en el nulo aporte que hizo el presidente Ricardo Martinelli en Guatemala. Estuvo presente en la inauguración y en la posterior cena de bienvenida a los participantes. En el intermedio voló a Houston para ver perder a la Selección Nacional de Fútbol frente a Estados Unidos.
En el país no existe una política de Estado para combatir el narcotráfico. El régimen se muestra obsecuente con el Pentágono —bases aeronavales y cesión de las aguas territoriales y soberanía de por medio—, pero no se combate la corrupción dentro de los estamentos de seguridad ni se produce la necesaria depuración. Al carecer de una política contra el crimen organizado se asiste a la improvisación y la acción por reacción, mientras se produce el trágico entrelazamiento entre los estamentos de seguridad y el delito.
*PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.