• 03/07/2011 02:00

Gobernar con el ejemplo

El dueño del restaurante se sintió satisfecho. Los inspectores del Ministerio de Salud le acababan de entregar su certificado sin proble...

El dueño del restaurante se sintió satisfecho. Los inspectores del Ministerio de Salud le acababan de entregar su certificado sin problemas; todo estaba en orden. No pensaba, sin embargo, que los dos agentes del orden sanitario le harían una solicitud antes de irse: ‘Como hemos encontrado un par de ratas en tu basurero, mañana regresamos para que nos den a cada uno 250 dólares. Si no cumples, te quitamos el certificado que te acabamos de dar’.

El diligente propietario, quedó boquiabierto. Amigo del ministro de Salud le llamó de inmediato, dándole detalles del atraco que querían hacerle. Este le dijo: ‘No te preocupes’ y, los inspectores nunca más regresaron. ‘¿Los habrán destituido por corrupción?’, se preguntó. Sin embargo, a los pocos días, se percató con sus propios ojos, en otro restaurante, de que los malandros esos seguían en sus cargos, de seguro que aprovechándose de más de un ingenuo.

Quienes hemos estado en cargos de mando y jurisdicción tenemos que actuar con el ejemplo. Fue esa mi meta cuando ejercía el cargo de alcalde de Panamá (Dic. ‘89-Abril ‘91). A quien agarraban en algo turbio, con pruebas en mano, lo montaba en mi carro de alcalde y lo llevaba a la Procuraduría para que de inmediato quedara a órdenes de esa entidad.

Con esas actuaciones se generó una contagiante mística de trabajo. De aquella oficina desprestigiada y maloliente en que tomamos la Alcaldía tras la invasión gringa de diciembre del ‘89, la convertimos en una entidad modelo y respetada. Recuerdo que ante la falta de controles que existía en una alcaldía que servía de caja menuda a los militares, le pedí al contralor Carles, que preparara directrices que supervisaran todos los poderes para desembolsar los fondos que tenía el jefe municipal.

Administramos la Alcaldía con la diligencia de un buen padre de familia, tal y como lo pide la Ley. De la primera quincena de diciembre del ’89, donde difícilmente pudimos cancelar la planilla, salimos del cargo en abril del ’91 con más de siete millones en las cuentas del Municipio.

¿Se puede gobernar un país sin corrupción y sin impunidad? Difícilmente se podrá gobernar sin corrupción, porque esta es una enfermedad endémica del ser humano; en cualquier parte del mundo. Hasta en un país comunista como China, el mal de la corrupción preocupa por su extensión. Igual ocurre en Cuba y no se diga en Venezuela. Sin embargo, la única forma de minimizar la corrupción es con el ataque frontal a la impunidad. Al pariente, amigo o copartidario del presidente o del alcalde es al que hay que tratarlo con la mayor severidad.

Recuerdo una ocasión cuando el director de Ornato Municipal me llamó, ‘Acabamos de descubrir que un hermano suyo ha matado un árbol frente a su casa’. Le contesté: ‘¿Y por qué me llamas?’. Respuesta: ‘Es que no sabemos qué hacer’. Mi reacción: ‘Pues, múltalo como a cualquier otro’. De que se puede acabar con la impunidad, se puede. Sólo tenemos que tomar la decisión de hacerlo. El resultado será muy favorable para el país y estaremos dejando un legado de enseñanza a las generaciones futuras.

*EMBAJADOR DE PANAMÁ ANTE LA OEA.

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