• 22/08/2011 02:00

Respondo, ministro (I)

POLITÓLOGO. T engo bien aprendido que cuando el gobernante pierde la razón, el ciudadano no tiene que respetar. No voy a retrucar desma...

POLITÓLOGO

T engo bien aprendido que cuando el gobernante pierde la razón, el ciudadano no tiene que respetar. No voy a retrucar desmanes, porque también tengo aprendido que lo cortés no quita lo valiente, ni resta un ápice a la razón. Usted tiene el derecho de discrepar de lo que en materia de seguridad hayamos hecho en el Gobierno de Martín Torrijos. Pero perdone: para discrepar no hay que insultar y mucho menos distorsionar la verdad.

Le respondo en primera persona, porque me sentí vejado. A lo largo de muchos años no he soltado ni por un instante el bastón de relevo que en materia de doctrina de seguridad nacional y de seguridad pública me entregara el general Omar Torrijos. Sé que usted preferiría no compartir nada con ese dictador confeso, convicto y converso que fuera Omar Torrijos. Pero a fuerza de ser honesto, todo lo que usted es hoy como ministro de un país libre e independiente, sin quinta frontera ni ‘gobernadores de qué’, se lo debe a él.

Al grano. Somos nosotros los que hemos despejado el camino a la comprensión de que nuestro pequeño país tenía y tiene intereses nacionales claramente distintos a los de la potencia colonial ocupante y de que el régimen de neutralidad permanente, es la llave de vuelta de nuestra libertad e independencia.

En esta materia hemos sabido actuar con apego escrupuloso a lo que los panameños entendemos como nuestros intereses nacionales, sin sesgos politiqueros ni obsecuencias indignas ante terceros.

Por ello, en el Gobierno Moscoso, propusimos y negociamos, el único consenso que jamás haya sido suscrito entre todos los partidos políticos panameños en materia de seguridad nacional y seguridad pública. Redacté el documento original, negocié las aportaciones de los dirigentes políticos, medié las discrepancias y encontronazos, y llegó a buen puerto. Con la Resolución de Gabinete N° 34 de 21 de junio de 2000, se adoptaron los ‘Fundamentos de la Política Panameña de Seguridad’, suscrito, entre otros, por Martín Torrijos y Ricardo Arias Calderón.

Asumí íngrimo, también en el Gobierno Moscoso, la negociación con Estados Unidos del Acuerdo Complementario, que sin conceder un solo átomo de nuestra soberanía, es hoy la piedra angular de la lucha bilateral contra el tráfico de drogas y armas en nuestra extensa frontera marítima. Sin esa herramienta estaríamos colonizados por el crimen organizado.

Fue nuestro Gobierno el que elaboró y formuló la ‘Iniciativa Panameña de Comercio y Transporte Seguro’ (IPC&TS), que le dio un vuelco estratégico a nuestras relaciones de seguridad con Estados Unidos. Transformamos Panamax, de una sospechosa herramienta de intervención, en una de cooperación entre iguales, cuyo único y verdadero propósito es la defensa internacional colectiva de los intereses nacionales de nuestro país y del régimen de neutralidad permanente del Canal.

De un fantasmagórico ataque de una fuerza convencional ‘enemiga’ así calificado, por sí y ante sí, en una solitaria Hipótesis Beta de guerra, más próxima a los intereses unilaterales estadounidenses, llevamos al secretario de Defensa Rumsfeld —el Halcón de los Halcones, Bush Jr. dixit— a la aceptación de que la matriz de seguridad de Panamá no es la de Estados Unidos y que sólo aceptando esa diferencia se podían encontrar los puntos comunes.

La Hipótesis Alfa —esa que deleita al presidente Martinelli y que en estos días está en pleno desarrollo bajo su comando— fue propuesta y elaborada por nosotros y contempla las únicas y verdaderas amenazas asimétricas (crimen organizado y terrorismo) por las cuales Panamá, por sí y ante sí, convoca anualmente los Panamax y puede activar la obligación de la defensa colectiva contenida en el Tratado de Neutralidad.

De la IPC&TS salieron las leyes que organizaron el Servicio Nacional de Fronteras, el Servicio Aeronaval, la Policía Nacional al mando de un oficial activo, la Dirección de Investigación Judicial, el Servicio Nacional de Migración, el Servicio Nacional de Aduanas, el Centro de Coordinación de Crisis, el Servicio Nacional de Inteligencia, el Sistema Federado de Información de Comercio y Transporte Seguros con sus dos poderosos buscadores digitales contra el crimen organizado y en defensa del Canal. Y sí, también, Matador. No son suyas. Se las entregamos a la Patria. ¡Y usted, jefe, no sabe de dónde vinieron!

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