• 25/08/2011 02:00

Cambio de Rumbo

EX PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.. Para tratar de comprender el sorprendente giro que en su nueva novela ha emprendido Juan David Morgan, ...

EX PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.

Para tratar de comprender el sorprendente giro que en su nueva novela ha emprendido Juan David Morgan, acudo a José Ortega y Gasset, filósofo mundano español, que escribió casi de todo sobre el ser humano y quien expresó que ‘yo soy yo y mis circunstancias’. Posiblemente sean más, pero me conformo con enunciar dos de los posibles motivos que han llevado al conocido escritor panameño a este género nuevo para él.

La primera circunstancia es la permanente búsqueda de nuevos retos que ha caracterizado su trayectoria vital. Cuando se fijaba retos y objetivos luchaba por cumplirlos, lográndolos en la mayoría de los casos. Así ha sido excelente en béisbol, tenis, esquí alpino, golf, el canto acompañado de su guitarra y obtuvo el primer puesto en la Facultad de Derecho de la Universidad de Panamá. Ha destacado también en su profesión, habiendo organizado, junto con su hermano Eduardo y otros, una firma de prestigio nacional e internacional, que además pone en práctica los principios de responsabilidad social empresarial. Sacándole tiempo al tiempo, se ha ocupado de presidir patronatos importantes y exitosos, como el del Museo del Canal Interoceánico y el de la Ciudad del Saber.

La segunda circunstancia es la experiencia que le han aportado, por una parte, los años con su inexorable secuencia de gozos y quebrantos y, por la otra, su ya larga andadura en los predios de la literatura, de la que nos ha dejado obras de obligada referencia para el que quiera conocer las interioridades de la conjura que desembocó en la independencia de 1903 y cómo se construyó el primer ferrocarril que enlazó dos mares en 1855. Con esa carga literaria en sus alforjas, se ha decantado esta vez por lo que en algunos países se denomina novela negra o policíaca, que, según Chesterton, es un género muy difícil.

Juan David Morgan no es el primer escritor que emprende el salto de un género literario a otro. Alejandro Dumas, creador de Los tres Mosqueteros, novela histórica, escribió también El crimen de Madame Lafargue. Émile Zola, nos ha dejado una hermosísima obra sobre un crimen pasional, titulada ‘Teresa Raquin’. En al ámbito latinoamericano, Fernando del Paso, autor de Noticias del Imperio, novela que retrata lo que fue el desgraciado régimen de Maximiliano de Austria en México con un final trágico, escribió ‘Linda 67, historia de un crimen’; Jorge Ibargüengoitia, novelista también mexicano como el anterior, escribió ‘Dos crímenes’.

‘El Ocaso de los Inocentes’ no es una novela criminal clásica, porque, junto al entramado de crímenes de sicarios, de corrupción de funcionarios, flotan en el ambiente los poderosos tentáculos de organizaciones integradas por personas de prestigio en la sociedad, de riquezas lícita o ilícitamente adquiridas, que por algo Balzac decía que detrás de cada riqueza siempre hay un crimen. Con el estilo de un consumado taxidermista, que es capaz de mostrarnos un animal al que solo le falta respirar, desfilan por la novela toda clase de personajes que unas veces sabemos qué quieren y otras no.

El autor logra lo que todo novelista aspira, que es mantener engañado al lector y en esta obra lo consigue hasta el final. Nos hace sentir como espectadores de un juego de ajedrez en el que política, corrupción y crimen son fichas movidas por los intereses abyectos de los personajes. Esta novela nos recuerda algunos dramas shakesperianos, con la diferencia de que en ‘El Ocaso de los Inocentes’, en lugar de la venganza como pasión, aparece la conducta pura y dura del que ve el poder y la política como un simple negocio en el que no caben odios ni rencores, solamente los intereses crematísticos. Me ha recordado también la famosa novela El Chacal, el best seller de Frederick Forsyth, en la que el sicario acecha a su víctima sin nada personal hacia ella, salvo el beneficio económico que percibirá.

En esta novela, que nos deleitará, conoceremos mejor a los seres humanos y los instintos que inspiran sus acciones; pero, también la esperanza, la amistad, el apoyo solidario, la bondad y concluiremos que el mal no siempre resulta victorioso.

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