• 31/08/2011 02:00

El libro de Nicolás Ardito Barletta

EX DIPUTADA DE LA REPÚBLICA.. La semana pasada tuve oportunidad, en ocasión de la Feria del Libro, de asistir a la presentación de ‘Est...

EX DIPUTADA DE LA REPÚBLICA.

La semana pasada tuve oportunidad, en ocasión de la Feria del Libro, de asistir a la presentación de ‘Estrategia para el Desarrollo Nacional’, la nueva obra que recoge y expone el pensamiento del Dr. Ardito Barletta sobre un tema que lo ha cautivado desde hace mucho tiempo. Resulta totalmente iluso intentar resumir en estas pocas palabras todos los ricos conceptos que allí plantea, pero, sin menoscabo del valor de cada palabra y de cada idea, valga la oportunidad para comentar algunos aspectos que llamaron especialmente mi atención.

Me queda claro que la obra no pretende ser una camisa de fuerza que nos obligue a seguir el curso de acción que el autor propone, ni mucho menos. Pero la obra pone sobre el tapete su visión de las oportunidades que tenemos como país, sobre las cuales propone conversar, dialogar, discutir y negociar con seriedad para llegar a los consensos necesarios que nos permitan lograr objetivos comunes. Es la única manera de echar hacia adelante, como la única manera de avanzar coherentemente por la carretera Interamericana es decidiendo primero si queremos dirigirnos a Azuero, a Chiriquí o a Bocas, o quedarnos en Divisa.

El problema que tenemos los panameños, como lo mencionó sin rodeos el Dr. Omar Jaén esa noche, es que somos un país dominado por la improvisación, la imprevisión, la superficialidad y la deshonestidad sin freno, tanto pública como empresarial. En otras palabras, somos tercermundistas; y no dejaremos de serlo si no nos enfocamos debidamente. Por eso el Dr. Barletta nos quiere abrir los ojos y nos advierte que podemos salir de ese marasmo si tomamos conciencia de nuestro potencial. Para ello sugiere muchas cosas, de las cuales quiero resaltar apenas algunas.

Tenemos que centrar nuestra atención en el ser humano, porque es el recurso más valioso que tiene nuestro país. Cada panameño o cada panameña que habita cualquiera de los tres Panamá —la región interoceánica, el interior y la frontera darienita— tiene que ser integrado al resto del país; y, así integrado, participar del crecimiento económico y del desarrollo. No podemos avanzar a buen ritmo si todavía un tercio de la población es pobre y deficientemente educada, cuando la mayoría de ellos son los jóvenes que deberían orientar y tomar en el futuro las riendas del país. No podríamos insertarnos eficientemente en una economía mundial sin el elemento humano capaz de aprovechar toda la información que fluye desde afuera, ni los avances de una tecnología que se nos alejaría. No lo podríamos lograr con una educación deficiente, con servicios de salud imaginarios, sin la satisfacción de otras necesidades básicas y sin la culturización que nos identifique como actores principales en una nación con personalidad propia, con objetivos bien definidos y compartidos, que sabe enfrentar sus retos en armonía y en libertad.

Entre muchos otros, a dos aspectos debemos prestar especial atención: la institucionalidad política y democrática, y el manejo del Canal de Panamá. En cuanto a la primera, es evidente que no podemos vivir en un desorden aupado o consentido por gobiernos y políticos, en donde se irrespete la Constitución y la Ley para crear inestabilidad en todas las actividades y relaciones del ciudadano. Necesitamos estar seguros de cuáles son las reglas del juego para ordenar nuestras vidas y planificar nuestro futuro; por eso mismo, desechamos la ley de la selva y entregamos facultades a un gobierno que nos posibilite vivir en paz y sin peleas. Y en cuanto al Canal, que es nuestro mejor recurso natural, nos incumbe conservarlo y cuidarlo siempre como la fuente principal de todos los beneficios directos e indirectos que podemos aprovechar e irradiar al resto del país.

Esta obra del Dr. Ardito Barletta debe ser consultada por quienes muestren interés en Panamá y sus circunstancias. Es el esfuerzo que hoy nos regala un individuo que ha tenido la singular oportunidad de estudiar estos temas desde una perspectiva pocas veces alcanzada por panameño alguno. Hoy nos la presenta libre de cualquier matiz político—partidista; debemos recibirla y apreciarla por lo que es. No vivimos en la caverna de Platón, pero no hace daño leer y meditar. Al contrario.

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