• 28/09/2011 02:00

El día que se fue Pichulo

EX DIPUTADA DE LA REPÚBLICA.. La noticia corrió como pólvora esa noche de triste recordación. No fue un desenlace inesperado aquel 28 d...

EX DIPUTADA DE LA REPÚBLICA.

La noticia corrió como pólvora esa noche de triste recordación. No fue un desenlace inesperado aquel 28 de septiembre porque su precaria salud ya lo hacía sospechar. Amigos personales, políticos simpatizantes y adversarios, ex funcionarios, gentes de todos los niveles sociales y económicos, propios y extraños nos acercamos de inmediato a su residencia. Asistimos a las honras fúnebres en la Catedral Metropolitana y luego agitamos pañuelos blancos en las vías al paso del Carro Bomba con el féretro cubierto con la bandera nacional, mientras un candente sol y repetidos chubascos se alternaron durante el recorrido presenciado por miles de personas que quisieron darle el último adiós a Guillermo Endara Galimany.

‘Cuchungo’ o ‘El Conejo’ —para sus amigos de juventud— o ‘Pichulo’ o ‘Pan de Dulce’ —ya de mandatario— fue un político de excepción, de clase hoy día en extinción. Respiraba política de la buena, no la politiquería actual; la concebía como el vehículo para lograr el bienestar del pueblo y satisfacer sus necesidades. No era apegado a riquezas materiales; el poder no le significó una oportunidad para hacerse millonario ni para hacer negociados valiéndose de su cargo. Oportunidades tuvo.

En ejercicio de la Presidencia demostró ser un estadista. Siempre fue guiado por aquello que consideró correcto y bueno para el país, no por halagos efímeros ni por publicidad vacía que alimente el ego. Quizás esa visión no fue entendida en su momento, pero las manifestaciones de cariño y admiración, después de su muerte, demuestran que su pueblo lo ha entendido.

Dejó importantes instituciones estatales: la Autoridad del Canal de Panamá, la Administración de la Región Interoceánica, un Tribunal Electoral independiente, una Contraloría General respetada, un Ministerio Público autónomo, una Corte Suprema de lujo y soberana, un Órgano Ejecutivo organizado. Gobernó con una Asamblea dominada por la oposición; en varias ocasiones sorteó intentos armados de golpes de Estado. Propició el clima de tranquilidad laboral, se opuso a modificaciones al Código de Trabajo, y siempre respetó la libertad de información y de expresión.

Mantuvo cordiales relaciones con el gobierno norteamericano, pero, orgulloso de su nacionalidad, hizo respetar a su país en el concierto de naciones. Aseguró el cumplimiento de los Tratados del Canal de 1977, cuando su posible postergación era abanicada en el Norte.

Guillermo Endara fue un convencido de las bondades de la democracia como sistema de gobierno; tanto en oposición como en el poder, fue consecuente con sus principios. Desde la oposición, nunca calló su voz crítica y valiente como factor fiscalizador del grupo gobernante, denunciando abusos o desviaciones del poder. Desde el gobierno, respetó los principios fundamentales de un régimen democrático: elecciones libres, participación de los ciudadanos en temas trascendentes, decisiones consultadas con miras al bien común, separación de los poderes del Estado, libertades ciudadanas, respeto por los derechos humanos, transparencia en todos los asuntos de Estado, honestidad y rendición de cuentas.

Habiendo luchado durante años contra un régimen dictatorial, le preocupó que nuestra incipiente democracia degenerara en una plutocracia que controlara el Estado, en donde el poder del dinero determinara las decisiones políticas y de gobierno. Vio en el excesivo costo de las campañas electorales el germen de un sistema dominado por el dinero y que, a la vez, negara oportunidades al talento innato y al verdadero liderazgo político.

Hoy, en el segundo aniversario de su fallecimiento, quisiera recordarlo como lo que él fue e hizo por Panamá. No fue ni persona, ni político, ni mandatario perfecto, pero debemos reconocer que recibió un país empobrecido y confuso en 1989, y entregó una nación próspera y ordenada en 1994. Y, sobre todo, en democracia.

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