• 21/10/2011 02:00

Oportunidad perdida

BANQUERO Y EX DIPLOMÁTICO.. El difamado Niccolo Machiavelli, padre de la Ciencia Política, decía que no conocía a ningún gran líder de ...

BANQUERO Y EX DIPLOMÁTICO.

El difamado Niccolo Machiavelli, padre de la Ciencia Política, decía que no conocía a ningún gran líder de la antigüedad que debía su éxito a la suerte, sino a la habilidad de reconocer cuando surgía una oportunidad y tener la visión, fortaleza e inteligencia de saber aprovecharla. Se refería a Julio Cesar, Alejandro, Ciro y otros grandes líderes de la antigüedad.

El concepto es eterno, se aplica a nuestra realidad política. A nuestros gobernantes en las últimas elecciones generales se les ofreció una oportunidad sin paralelo para aprovechar y pasar a la historia como grandes líderes. De ser recordados como estadistas. Las evidencias eran ampliamente visibles. No supieron reconocerla. La codicia y obsesión de poder oscureció su visión. Tristemente, la desperdiciaron. Oportunidades como esta no regresan con facilidad. Todos pagaremos caro los resultados de su miopía política; los políticos más que nosotros. La historia no les será benévola.

¿Cuáles son las evidencias de que existía una excelente oportunidad histórica para convertirse en verdaderos estadistas y crear un mejor Panamá a las que me refiero? Veamos: un mandato electoral sin precedente, histórico reflejo del clamor popular hacia el logro de los prometidos cambios; un país en plena prosperidad económica, con excelentes posibilidades de mantenerla y acrecentarla; un oasis de paz y seguridad social comparado con el resto de la Región latinoamericana; una excelente imagen internacional; un clima político de respeto a la voluntad popular; un pueblo optimista, confiado en las promesas de buen gobierno.

Los indicios eran muy visibles para no verlos; sin embargo, así sucedió. Nuestra Clase Política enfocó su visión y mejores esfuerzos hacia objetivos más mezquinos.

Hoy, sufrimos la crisis sociopolítica más grave de los años de postinvasión. El país sigue un curso hacia el despeñadero, que, aun ante las evidencias, nuestros gobernantes se niegan a aceptar, a tal grado persiste su miopía política. El resultado ha sido que la Clase Política está totalmente desprestigiada. La palabra ‘político’ se ha convertido en un estigma. Su persistencia en promover mediadas anticonstitucionales e impopulares, el fenómeno de transfuguismo, la creciente percepción de corrupción, su desfachatez y desprecio ante la opinión pública y, sobre todo, su negligencia en no atender los verdaderos graves problemas que nos quejan, les hace daño permanente. La Clase Política se ha convertido en su peor enemigo.

Sin embargo, todo lo anterior no es lo más crítico de la crisis política. El daño más grande nos lo han hecho a nosotros. Nos han convertido en un pueblo de cínicos. Un pueblo que no cree en nadie. Un pueblo sin fe en los políticos. Un pueblo corto de opciones que escoger en próximas elecciones. Son consecuencias que causan temor cuando pienso en ellas, porque nos pueden llevar a la escogencia de opciones no tradicionales como ha sucedido en otros países hermanos. Consecuencias que pueden aupar el retorno de los gobiernos de ‘Orden y Disciplina’, a través del fenómeno sociológico de búsqueda de ‘soluciones mágicas’, con el retorno de los ‘caudillos’ o ‘líderes carismáticos’.

Ese panorama no alentador que nos ofrece nuestra Clase Política puede complicarse, ante la inminente nueva crisis económica global que seguramente nos afectará. Aparte de sus efectos en nuestra economía, debemos recordar que las crisis económicas causan cambios sociopolíticos significativos, casos en mención, la Gran Depresión que provocó el surgimiento del fascismo y el nazismo y la actual, con el movimiento de los Indignados, que se nos acerca, pues ya llegó a nuestro Continente.

Urge encontrar maneras de crear sentido de responsabilidad social en nuestra Clase Política, es difícil, pero no hay otra alternativa que sirva para detener nuestro rumbo hacia el despeñadero.

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