• 22/01/2012 01:00

Poder adquisitivo y maleantería

Según la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (CEPAL), Panamá alcanzó un crecimiento económico de 10.5% durante el 2011, e...

Según la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (CEPAL), Panamá alcanzó un crecimiento económico de 10.5% durante el 2011, el mayor de Latinoamérica. Pero el nuevo ajuste de salario mínimo decretado por el Ejecutivo no complació a obreros ni empresarios, pues ese aumento está entre 15% y 18% del salario mínimo por hora, según la actividad económica, la ocupación y el tamaño de las empresas. Significa que el salario mínimo quedará en $432 y $490 mensuales. Para los obreros, el ajuste no satisface ante el aumento del costo de la vida y la pérdida de poder adquisitivo (obrero = el que depende de un salario), pues solo representa el 50% del aumento solicitado ($540 mensuales).

Según la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresas, el ajuste rebasa lo proyectado por el sector empresarial. Según la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá, el ajuste es un duro golpe para la empresa privada, particularmente, para la micro y pequeña empresa.

Laboré en una institución de educación popular y promoción social en el sector este de la provincia de Panamá. Hacía trabajo educativo y social. El 80% de los estudiantes de 14 a 17 años tenían conducta irregular. Había un alto índice de violencia intrafamiliar y delincuencia con un alto porcentaje de involucramiento de menores de edad.

Los problemas del siglo 21 son particulares del neoliberalismo, es decir, de la integración mundial del capital financiero.

Todo depende de la seguridad, que es un bien que debe buscar todo Estado. Sin seguridad el hombre se vuelve lobo del hombre, pues el neoliberalismo no puede actuar de otra manera en las clases sociales medias y bajas, ya que concentra el poder económico, destruye la industria y la producción, afianza a especuladores y agiotistas, robustece las mafias de ‘cuello blanco’, a los banqueros y empresarios cultivadores de delitos bancarios, defraudación y estafas, con la complicidad de las mafias políticas. Además, se da una profunda crisis social, ética y moral (falta de reglas), degradando a hombres y mujeres de todas las edades. A esto se suman las diversas formas de terror de Estado: desde el ‘gatillo alegre’ policial, hasta la política de ‘mano dura’, pues sólo enfrenta las consecuencias y no las causas sociales producidas por el sistema.

No se puede combatir la delincuencia si la policía es corrupta, si el Estado ampara a los banqueros mafiosos, a los grupos monopolistas estafadores. Es necesario que juristas, miembros del Poder Judicial, fuerzas de seguridad e inteligencia y los diputados, articulen una estrategia contra el crimen, no solo contra los ladrones de tanques de gas, sino también contra los políticos, policías, empresarios y banqueros corruptos.

*EDUCADOR

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