• 26/02/2012 01:00

Mentes inquisitivas

B ajo este título apareció el mes pasado un interesante artículo publicado en la revista The New Yorker, en el cual se plantean algunas ...

B ajo este título apareció el mes pasado un interesante artículo publicado en la revista The New Yorker, en el cual se plantean algunas inquietantes preguntas sobre cómo la intolerancia y el irrespeto a los derechos humanos ha llevado y continúa llevando todavía a la tortura y al asesinato político.

En verdad, se insinúa como premisa mayor que la gente está dispuesta a torturar y hasta asesinar cuando llega a la conclusión de que su país, su religión o sus valores se encuentran amenazados. Así, el temor lleva a institucionalizar el crimen como reacción al temor. Y para entonces es innecesaria la omnipresencia policial para paralizar el pensamiento analítico y atrasar culturalmente a una Nación.

¿Puede explicar esto, aunque jamás justificar, como expresa el autor del artículo que comentamos, que en los propios EE.UU. algunos sostengan que J. Edgar Hoover estaba dispuesto a ejecutar a comunistas que él estimaba amenazando la seguridad de ese país en medio de la Guerra Fría? ¿Puede compararse a Hoover con Torquemada en los peores días de la Inquisición española? ¿Es o no similar la supuesta postura extremista de Hoover a la adoptada por Hitler en Alemania o Stalin en Rusia?

En nuestro Panamá, el Dr. Eduardo Espino López, al insistir correctamente en la indispensable enseñanza de la Historia, se mostró justamente alarmado cuando recientemente vio tres automóviles con calcomanías que dicen: ‘Fuerzas de Defensa de Panamá, 11 de octubre de 1968, Todo por la Patria’. Por cierto que si bien la referencia al ‘Todo por la Patria’ fue tomada del lema que utilizaba el ejército golpista del Generalísimo Francisco Franco, que ocupó el poder en España tras el apoyo significativo de Hitler y Mussolini. En cambio, la alusión a las ‘Fuerzas de Defensa’ corresponde al cambio de nombre dado muy posteriormente por el general Manuel Noriega a la ‘Guardia Nacional’, que actuó políticamente desde fines de 1968.

Más, volviendo al escenario internacional, ¿qué decir del fanatismo religioso-político tan palpable en los inicios del Siglo XXI? ¿Estamos posiblemente a las puertas de una nueva Guerra en el Medio Oriente, esta vez con Irán, porque Israel en particular, y Occidente en general, no pueden creer en las afirmaciones de las autoridades en Irán de que sus programas de investigación atómica únicamente tienen fines pacíficos, tales como la generación de electricidad? ¿Y cómo puede creer Israel en ninguna declaración de Irán, aunque pudiese ser cierta, cuando los Ayatolás y otros líderes religiosos musulmanes en ese país tienen como objetivo la eliminación de Israel?

Y, por su parte, ¿qué resolución negociada puede darse, mientras el mundo islámico sienta que, sin su consentimiento, se les impuso en ‘su territorio’ una jurisdicción ‘extraña’, que es como ellos han venido interpretando la Resolución de las Naciones Unidas que creó el Estado de Israel después de la persecución inhumana sufrida por el pueblo hebreo durante el Holocausto? Religiosamente al menos, tal pareciera como si dos Dioses hubiesen concedido la misma faja de tierra dos pueblos con culturas y creencias diferentes.

Cuando, tras los ingentes esfuerzos diplomáticos del presidente Carter y otros mandatarios norteamericanos se llegó a lograr un mayor acercamiento entre israelíes y palestinos, sus propios connacionales eliminaron a sus gobernantes comprometidos en tal acercamiento, como sucedió con los asesinatos de sus respectivos líderes, Rabin y Sadat.

¿Habrá realmente esperanza de paz en esa importante región, tras siglos de confrontaciones bélicas? Pensamos que sí, pero quizás solo a largo plazo, tras lecciones de tolerancia que, como bien dice el artículo que mencionamos al principio, ‘son las lecciones más difíciles de impartir’. En otras palabras, solo con la debida, adecuada y sostenida educación sobre los valores de la democracia, la tolerancia y la convivencia humana, será posible acercarnos al ideal predicado durante la llamada Edad de la Razón y el consiguiente Período de la Ilustración, a los cuales consideramos necesario dedicar varios capítulos de nuestro libro reciente titulado Democracia Enjuiciada: Alegato de la Defensa (¿Evolución Progresiva o Revolución?).

AUTOR DEL LIBRO ‘DEMOCRACIA ENJUICIADA’ (‘DEMOCRACY ON TRIAL’).

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