• 30/03/2012 02:00

Tierra, trabajo, capital

La Tierra, el Trabajo y el Capital sustentaron primigeniamente la riqueza del hombre, de las sociedades y los pueblos. William Petty (16...

La Tierra, el Trabajo y el Capital sustentaron primigeniamente la riqueza del hombre, de las sociedades y los pueblos. William Petty (1623-1687), médico del Ejército de Oliver Cromwell, profesor de anatomía en Oxford, y de música de Gresham College (Londres), y fundador de la Economía Moderna, nos dejó dicho lo siguiente: ‘El trabajo es el padre de la riqueza de los pueblos. Y la tierra es la madre’. ‘Fruto de la vid (de la tierra) y del trabajo del hombre’...

Pero hoy el trabajo parece caminar hacia un retiro forzoso. Y todas esas vicisitudes del mundo del Trabajo, venidas desde el tiempo, están produciendo la ruptura definitiva del valor y contenido del vínculo trascendente, antiquísimo, entre el trabajador y su Trabajo... Ya el trabajo casi no le pertenece al trabajador, porque ha dejado de ser originario... Es una labor impuesta... Ya casi no hay artesanos, que amen su trabajo —porque es suyo—... Hoy el trabajo es, generalmente, un trabajo asignado desde el exterior, desde los otros. Es un trabajo asalariado, pagado, contratado... No personalizante y poco creador... muchas veces.

La modernidad (la industrialización) trajo una rápida e inarmónica conversión de los artesanos en obreros. Pérdida del milenario vínculo entre el hombre y su obra producida (artesanía), o su obra creada (arte)... Apagamiento del contenido personalizante y dignificante del trabajo humano... ‘Trabajar es bueno; no hacerlos es malo’.

El trabajo sufre en sus significados, contenidos y sentidos, en su complejidad material, intelectual, espiritual, moral. Está siendo tomado por el fetichismo de la mercancía. Todo tiende a transformarse en cosa que se puede vender o comprar.

Todavía hoy el mercado laboral se define como: ‘el ámbito, el espacio de compraventa de la fuerza del trabajo, considerada como la mercancía que piensa’... Pero, igualmente hoy, no son pocos los que pretenden que ese mercado laboral sea ‘el ámbito para la compraventa de una mercancía que no piense’... (pero que trabaje de modo productivo, aún en condiciones de remuneración precaria y en ausencia de prestaciones sociales)...

Un extraño pensamiento parece regir el comportamiento de los que aseguran que ‘a las clases bajas hay que mantenerlas pobres, pues de lo contrario, no trabajarán’.

Hoy podemos decir que el mundo como totalidad y nuestro país (como un todo) son más prósperos: ostentan un ingreso medio per cápita, y un PIB casi de país desarrollado... Sin embargo, por alguna razón no misteriosa, ese crecimiento económico no llega a ser suficiente para abatir las altas cifras de desempleo y subempleo. En nuestro país la injusticia distributiva de la riqueza nacional es la oscura razón de esta malhadada influencia.

Aquí y ahora me parece oportuno recordar unas palabras de Viviane Forrester (‘El Horror Económico’, 1996): en torno a las consecuencias nacidas de un mundo dominado por el empleo precario: ‘Conduce al hombre a la aceptación de un sinsentido, de un absurdo: Que (en este mundo) existe algo peor que la explotación del hombre por el hombre; y ese algo es la ausencia de explotación’.

Al aumentar el empleo a expensas del empleo precario, se originan nuevas situaciones negativas. En Panamá durante los últimos años, se ha estado prolongando la duración de la jornada laboral de las ocho horas, y por lo general este aumento de las horas de trabajo tiene lugar contra legem; es decir, en violación de claras disposiciones que norman y regulan la jornada laboral... Es que, casi siempre, las desregulaciones laborales abren sendas a contrataciones contra legem... Así desaparecen los salarios justos, la sana permanencia (estabilidad) laboral, las prestaciones sociales y el contenido dignificante y personalizante del trabajo, y más... (O menos).

ACADÉMICO NUMERARIO DE LA ACADEMIA PANAMEÑA DE LA LENGUA.

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