• 02/05/2012 02:00

‘Soy como soy, así pienso y actúo’

La coherencia es un valor que nos indica que somos capaces de cumplir con mayor eficiencia nuestras obligaciones; es indispensable para ...

La coherencia es un valor que nos indica que somos capaces de cumplir con mayor eficiencia nuestras obligaciones; es indispensable para ser sinceros, confiables y ejercer un liderazgo positivo; es un medio que fortalece el carácter y desarrolla la prudencia, siempre y cuando tengas una conducta equilibrada.

En primera instancia, el problema de ser coherentes, es que, somos muy susceptibles a la influencia de las personas y lugares a los que asistimos: por temor callamos y, hasta evitamos contradecir la opinión equivocada. Lo cierto, es que, no es posible formar nuestro criterio y carácter, si somos incapaces de defender los principios que rigen nuestra vida. Lo mejor es mantenerse firme, aún a costa del cargo, opinión o amistad que aparentemente está en juego.

¿Por qué callar? ¿Por qué no defender tus convicciones y lo que representa la razón de tu vida? Lo importante es tu actitud con que enfrentas los temas álgidos. No te avergüences cuando sabes que estás en lo correcto. Debes ser valiente para superar el temor a ser señalado como un extraño, anticuado o retrógrado. Un carácter débil inspira poco respeto y jamás lograrás demostrar la importancia de vivir de acuerdo a tus principios y valores.

Podemos suponer que actuando en base a nuestras propias convicciones basta para ser coherentes, pero existe el riesgo de adoptar una actitud traducida en un ‘soy como soy, así pienso y actúo’; y, hablas de más y de manera discordante. Efectivamente, la coherencia exige firmeza y postura, pero se necesita más que eso, para no caer en la obstinación.

Debemos estar conscientes que la coherencia hasta cierto punto es flexible. Por una parte es aprender a callar en el momento preciso y ceder en las cosas sin importancia; pero en circunstancias en las que el prestigio y la seguridad de las personas, la unidad familiar o la estabilidad social están en juego, se tiene la obligación de enfrentar la situación para evitar un daño a los derechos de los demás. Este es el motivo por el cual, el ejercicio de la prudencia es determinante, para saber actuar acertadamente en cualquier escenario.

Para ello, examina si tus actitudes y palabras no cambian radicalmente según el lugar y las personas con quien estés. Que en todo lugar se tenga la misma imagen y opinión de ti. Debe haber un equilibrio entre lo que exiges de los demás y en tu comportamiento. Evita hacer trampa o cumplir con tus obligaciones a medias. Considera que algunas veces puedes estar equivocado. Escucha, reflexiona, infórmate y corrige si es necesario. Evita discusiones y enfrentamientos. Si hay algo que defender o aclarar, no pierdas la cordura y la cortesía. La confianza y credibilidad aumenta tu prestigio personal.

Y, hablando de confianza y credibilidad, los seres humanos somos una compleja mezcla de sentimientos, raciocinio, experiencia y aprendizaje. Todos estos elementos pueden brindar a una persona una percepción de la realidad que puede estar equivocada. Pero, lo peor es cuando esta mezcla de elementos hace que otros te perciban de manera equivocada. Hoy en día tenemos tantos problemas y asuntos que resolver sin caer en la desesperación. Pues, déjame decirte que, si practicas la serenidad, puedes lograr mantener un estado de ánimo apacible y sosegado aún en las circunstancias más adversas; esto es, sin exaltarte o deprimirte, encontrando soluciones a través de una reflexión detenida y cuidadosa, sin engrandecer o minimizar los problemas.

Cuando las dificultades te aquejan fácilmente puedes caer en la desesperación, sentirte irritable, desganado y muchas veces en un callejón sin salida. Por lo general, toda situación requiere un consejo o un análisis profundo y detenido. En estado de tensión, por tu mente pasan y repasan las mismas palabras, las mismas opciones y los mismos pensamientos sin llegar a nada y aumentando tu ansiedad, perdiendo tiempo, energía y buen humor.

Usualmente reaccionamos y actuamos por impulsos, privando a nuestra inteligencia de la oportunidad de conocer y dilucidar todas las aristas del problema. Para ello, evita encerrarte en ti mismo, busca el apoyo y el consejo de aquellas personas que gozan de tu confianza, siempre y cuando su opinión esté siempre de acuerdo a la razón, la verdad y la justicia.

Parece contradictorio pensar en mantener la atención rodeado de tanta tensión y preocupación, pero es posible salir de ese estado encaminando tus esfuerzos a realizar tus labores con la mayor perfección posible. Las personas se vuelven más irritables ante la falta de alimento y descanso, por tanto, este descuido merma tu capacidad de análisis y decisión. Lo que necesitas es liberar tu mente, salir del círculo vicioso y estar en condiciones de analizar las cosas con calma. No existe mejor distracción que el propio trabajo y la actividad productiva.

¿Qué ganas con volverte chocante y agresivo? Debes tener cuidado. Las personas se percatan de tu estado de ánimo. Eres como eres, puedes pensar y actuar como te venga en gana, pero recuerda que el mundo es como es, y no como tú quieres que sea. La serenidad hace a la persona más dueña de sus emociones, adquiriendo fortaleza no sólo para dominarse, sino para soportar y afrontar la adversidad sin afectar el trato y las relaciones con sus semejantes. Inténtalo y verás...

ESPECIALISTA DE LA CONDUCTA HUMANA.

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