• 18/05/2012 02:00

Desde Italia, un cuento chino

H ay algo dislocado y burlesco en todo lo que está ocurriendo en la política panameña. Los principales protagonistas de esta fábula son ...

H ay algo dislocado y burlesco en todo lo que está ocurriendo en la política panameña. Los principales protagonistas de esta fábula son dos personajes guiñolescos que, en medio de altas dosis de improvisaciones anecdóticas y verbales, están elaborando un gran cuento chino desde Italia hasta Panamá para, al igual como fue el objetivo —en el siglo 18— de Laurente Mourguet, hacernos olvidar el dolor que producen.

Para comprender los sucesos recientes hay que recurrir a la perspectiva satírica. De otra forma no podemos interpretar la acumulación de disparates que observamos cuando salen en los medios y tratan de expresarse en ese lenguaje nuevo que han creado, una especie de ‘idiolecto’ que utilizan en su obsesivo empeño de hacernos pensar que dicen la verdad.

Mientras van enredando la madeja de acusaciones sobre el caso Lavítola, los principales personajes de este cuento, sus seguidores también, emplean divertidos coloquialismos al estilo chino e interminables juegos expresivos en sus interpretaciones donde abunda la parodia inculta, la escatología plebeya y enredos infinitos.

No obstante, lo que está ocurriendo asusta a la Iglesia Católica, ha quebrado la unidad entre gremios empresariales, ha fortalecido a la oposición, tiene estupefacta a la opinión pública y en tiempo de espera al resto del país. No es para menos. Los hechos del último episodio del escándalo de Lavítola/Finmeccanica son telúricos. Además, no hay cómo explicar racionalmente en el exterior que el presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, haya demandando civilmente (‘como ciudadano’) a su exaliado político y aún vicepresidente de gobierno, Juan Carlos Varela; y por la nada despreciables suma de 30 millones de dólares por daños y perjuicios.

Pero el cuento no termina allí. Le ha pedido la renuncia también. A su vez, Varela se ha negado y soporta la ofensiva de su jefe. ¿Cuánto más resistirá la dualidad del vicepresidente, ahora en la oposición y líder del incómodo Partido Panameñista? Pero el cuento sigue: amenazan a Varela con destituirlo, juzgarlo por incumplimiento de funciones y dejar el cargo acéfalo para amistades menos peligrosas para Cambio Democrático.

El gobierno ha convertido estos disparates en un laberinto difícil de seguir. El caso se agravó tras el inicio de una campaña sucia contra Varela, en la cual se le implicaba en el caso Lavítola empleando imágenes con este personaje italiano. Usaron las mismas imágenes que afirma el gobierno que no significan nada para Martinelli. Pero si sirven para ‘embarrar’ a Varela. Me pregunto, ¿mediante cuál acto de magia, según el ministro Shama, no ‘embarran’ a su vez al presidente de la República de Panamá? El ‘autor intelectual’ de estas maravillas publicitarias fue el ministro Salomón Shama, quien tranquilamente admitió ser su creativo, eso sí, en su ‘tiempo libre’.

Personajes así han creado tanto desconcierto nacional, que Panamá es ahora la imagen de una gran comedia moderna tercermundista llena de absurdos, dislocada y con protagonistas que producen risa y rabia a la vez.

Pero este cuento tiene una historia de escándalos recientes que se inició en Italia, cuando la justicia en ese país decidió, por corrupción internacional, seguirle la pista a un personaje bufo de la era de Berlusconi, el empresario Valter Lavítola. El voluminoso sumario italiano sobre Lavítola toca muchas orillas en América, entre ellas República Dominicana, Brasil y Panamá. Hay mucha información que aún no se conoce. Sin embargo, la fiscalía en Nápoles soltó datos sobre supuestos sobornos a funcionarios públicos panameños, entre ellos al mandatario panameño. La bomba estalló. La onda expansiva sigue sintiéndose. Nada la detiene, pues los medios internacionales recogieron la noticia donde se combinan elementos noticiosos explosivos: venta de armamentos, dinero y poder. Pero una telaraña de negocios públicos y privados se tejió alrededor de la compra de radares y demás equipos a Finmeccanica. Situaciones muy típicas de las grandes empresas productoras de armamentos, pues suelen manejar sus lucrativos negocios con el apoyo invisible de sus respectivos países.

Debido a ésta última crisis han vuelto a salir, como esperpento hábitos promiscuos entre negocios y política, finanzas (públicas y privadas), trabajos pocos transparentes, sobrecostos y alegatos familiares y religiosos para defender una trama que distorsiona la verdad para sacar del fondo lo que tiene de ridículo.

Para salir de esta crisis se impone el civismo de la ética entre sus protagonistas. Pero el estilo del gobierno ha contribuido a crear una atmósfera festiva en medio del drama donde, desde muy adentro, palpita una crónica roja de la política oficial.

SOCIÓLOGA Y PERIODISTA.

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