• 19/05/2012 02:00

Solidaridad y oportunismo

E s lo que en Panamá llamamos el juegavivo, son aquellos que revestidos de sensibilidad, aprovechan los espacios políticos para el biene...

E s lo que en Panamá llamamos el juegavivo, son aquellos que revestidos de sensibilidad, aprovechan los espacios políticos para el bienestar particular. Pero también nos alienta saber que hay quienes piensan y sienten que las personas con discapacidad pueden proporcionarnos lecciones de vida que jamás nos imaginamos. Por supuesto, siempre que encuentren quien los apoye e impele.

El gobierno del cambio no arrancó con buen talante en lo que se refiere a la política de discapacidad, y doy fe de ello. Soy relacionista pública, egresada de la Universidad de Panamá y con diecinueve años de laborar en el ramo gubernamental. Fue en 1993 cuando el ministro de Gobierno Juan B. Chevalier me abrió las puertas para trabajar en la Gobernación de Panamá; donde fui tratada con cariño y respeto, mi nombramiento no obedeció a ninguna posición política, como debería ser en todo. Sin embargo, con esta nueva administración, de la que no niego asumí un alto índice de expectativas en el ámbito de la discapacidad, no se me valoró con la equidad pretendida.

Ahora bien, guardo un especial afecto y respeto para aquel profesional de la discapacidad, quien, con enorme sensibilidad y solidaridad, trabaja por este sector; que realmente elige su profesión pensando en construir, ayudar y valorar; transformándose así en héroe de sus alumnos. No puedo dejar de avalar y reconocer los ingentes esfuerzos, avances y progresos que hemos alcanzado en el tema de la discapacidad en Panamá.

Desde que esta administración gubernamental inició, en 2009, tropezamos con el totum revolotum de una entidad, donde su director y sus acólitos, revestidos de solidaridad, sensibilidad y desprendimientos se ampararon tras una ley, enquistándose en los cargos públicos. Por lo que con esta nueva administración, depositamos confianza y esperábamos un genuino cambio, especialmente en la autoridad gestora de todo aquel proyecto, programa y propuesta que beneficie a la mayoría de la población con discapacidad. Fue muy triste y deprimente entrevistarme con su actual director, dejar a su disposición mis conocimientos, experiencia y brindarle mis servicios profesionales a la Secretaría Nacional para la Integración de las Personas con Discapacidad (SENADIS). No obstante, hizo caso omiso, cercenándonos toda posibilidad y oportunidad de ejecutar una política de comunicación fundamentada en una estrategia de relaciones públicas con y para las personas con discapacidad y es esta entidad rectora la que ha dejado desempleados a discapacitados, que, tras no menos esfuerzos, se incorporan al mercado laboral.

Me pregunto ¿por qué es tan infructuoso que una discapacitada profesional y con experiencia probada pueda ejercer su profesión para la población a la que pertenece?; ¿por qué a personas a las que ya la vida se les hace espinosa por su discapacidad les hacen las cosas más difíciles?

En la actualidad, soy la coordinadora del comité organizador de las Bodas de Oro de la Unión Nacional de Ciegos, cometí el error de cursarle una misiva a SENADIS, solicitándoles el patrocinio de una laptop; puesto que, como profesional, demando participar en entrevistas, reuniones, agendar compromisos y tomar anotaciones y no frecuentemente el Sistema Braille, (medio de lectura para los ciegos), desempeñar una función de inmediatez. A lo que respondieron que debía cumplir con los requisitos, tanto de exámenes oftalmológicos, trabajo social, entrevista por aquí, acá y por allá y más nunca se interesaron por mi petición. En reiteradas llamadas telefónicas les justifiqué y recordé lo imperante de la herramienta, dado que me garantiza sentirme a la par de mis congéneres videntes; asimismo, hemos solicitado apoyo institucional para esta celebración, pero nada de respaldo ni solidaridad. Dejando a las claras, eso sí, mucho oportunismo literalmente, ¿realmente los discapacitados somos primero?

COMUNICADORA SOCIAL.

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