• 27/07/2012 02:00

PRD: con luces de Parkinson

‘ Omar tuvo el espíritu de misericordia del Señor; amó a los pobres no solo de Panamá, sino del tercer mundo’, Monseñor Marcos McGrath, ...

‘ Omar tuvo el espíritu de misericordia del Señor; amó a los pobres no solo de Panamá, sino del tercer mundo’, Monseñor Marcos McGrath, Arzobispo de Panamá. Palabras ante el féretro del general Torrijos, agosto de 1981.

El miembro del PRD que no conoció a Omar y no supo del desarrollo del proceso cívico militar que se inició —con traumas, contra el viento e incluso con sangre— hasta que se fue desarrollando la transformación social, política y económica más profunda que ha vivido Panamá, a pesar de sus naturales y lógicos detractores, es obvio que no puede concebir lo que significó el inicio de esa revolución, con grandes errores y grandes aciertos.

Los nombres y credenciales del equipo que apoyó en los comienzos y se agregó luego a la obra del mayor líder nacional e internacional —algunos como Rómulo Escobar, Angueto Riera, Gerardo González, Rómulo Escobar, Fernando Manfredo, Eduardo Morgan Jr., Alfredo López Guevara, Diógenes de la Rosa, Jorge Illueca, Aquilino Boyd, Reyna Torres de Araúz , y luego la siguiente generación de jóvenes patriotas— da cuenta de la confianza y conciencia cívica que hubo alrededor del mayor accionista moral de lo que luego de algo más de una década de labor inicial dio formación a lo que hoy es el Partido Revolucionario Democrático.

Omar Torrijos sigue siendo el dueño del 90% de las acciones morales del PRD. No es culpa de los directivos actuales (no se ven los ‘Líderes’, hoy, que es cosa diferente). No se niega y no debe hacerse, la contribución a toda la obra magna que hizo el general Torrijos, a favor de Panamá, de la pléyade de talentos y patriotas que contribuyeron a su gobierno, obra que si resumimos significa: la insurgencia cívica de una clase media y popular, echada a un sótano de olvido y apartheid, que inicia un proceso de redención y transformación cultural, social y económica, liberación nacional, Canal, puertos y la semilla original del auge de hoy, que jamás se habría dado con la partidocracia oligárquica imperante hasta 1968.

Preguntaba una década atrás, a hijos míos, ya universitarios: ¿quién es el empresario público que más obras y negocios ha hecho a favor de Panamá?; en pocos segundos uno de ellos se adelantó a responderme: ‘Los Motta’. Les dije: ‘me están mencionando sin duda, a un grupo de empresarios visionarios y exitosos del país, pero ellos han hecho negocios y empresas para beneficio del clan familiar’. Seguido, agregué: ‘el empresario público que ha realizado más obras y negocios a favor del país se llama Omar Torrijos’. Replicaron casi a coro: ‘Papá, mi tío Omar murió pobre, fíjate que el hijo mayor, Dumas, lo hemos visto trabajando y hasta vendiendo discos en el pasado, y hoy en labores artísticas, comunes y corrientes, como cualquiera de clase media, y Omar no le dejó fortunas a sus hijos, habiendo gobernando 13 años, cuando ahora todos los presidentes salen millonarios, aun desde el primer año de gobierno’.

Hoy, vemos en el panorama interno del PRD, herederos inconscientes de la obra social de Torrijos y de su imagen grabada en tantos miles de corazones panameños y aún en conciencias de hermanos extranjeros, que no tienen la mínima esencia Torrijista que tanto cacarean demagógicamente; habría que exonerar de esta adjetivación a centenares de reales torrijistas, de los que con dedos de una sola mano, están en cargos directivos. La masa de verdaderos seguidores de Omar está en la tropa del partido, y siguen siendo únicamente ‘oficiales medios, clases y rasos, sin derecho a opinión y liderazgo’. Es por todo lo expuesto, harto difícil creer de veras que alguien de los que hoy se disparan mutuamente en una confrontación infantil y mediocre, pueda ser un imitador del espíritu de Omar Torrijos. Otra cosa es que, con un sentido gregario, natural en el ser humano, vayamos al final de esta guerra intestina, a darle el voto al ‘menos malo’ de esta agrupación, a fin de no seguir apoyando a este régimen. Pero no podemos tenerle fe y menos admiración a ninguno. Basta la conducta pública de los directivos que hoy se denigran unos a otros. Nadie de ellos, con las ambiciones descomedidas que exhiben, debe por tanto extrañarse de no despertar emociones.

ABOGADO Y CORONEL RETIRADO.

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