• 14/11/2012 01:00

Entre el orgullo y dolor de ser colonense

Deseo transcribirles el artículo que remitiera a la prensa local en enero de 2006, el cual no se consideró de interés para ser publicado...

Deseo transcribirles el artículo que remitiera a la prensa local en enero de 2006, el cual no se consideró de interés para ser publicado. Nuestra preocupación de años y años con respecto al estado en que se encuentran la ciudad de Colón y sus residentes, lo exponemos de manera más extensa, dándole gran protagonismo a la provincia colonense y a temas ambientales, en una novela que, con el favor de Dios, publicaremos y todo lo cual se encuentra debidamente registrado desde el 2007.

Hacemos esta explicación para que, luego de los lamentables sucesos acaecidos en Colón, no se diga que es hasta ahora que nos interesamos por nuestra provincia.

Luego de aclarar que el Gobierno al que nos referimos en el artículo era el de Martín Torrijos, que tampoco cumplió o terminó con lo anunciado para con la provincia, proceso a transcribir el mencionado artículo.

Desde que el Gobierno actual asumiera el mando de la nación, se ha interesado en la olvidada provincia de Colón, remozando las estructuras de su ciudad capital, informando que se invertirían 75 millones de dólares en la provincia en los sectores de salud, educación, carreteras, vivienda y otras áreas.

La última vez que visitamos la ciudad de Colón, fue impactante notar el deterioro progresivo de sus edificios, cuyas hermosas, pero maltratadas arquitecturas añoran su época de encanto y esplendor. Hemos sido testigos de los diferentes gobiernos, que por varias décadas, luego de mil promesas, han intentado resolver el problema que afronta la provincia colonense y sus habitantes, sin que hasta la fecha se haya dado solución a sus múltiples problemas, que incluso deterioran la autoestima de la población, afectando por ende el comportamiento social de varias generaciones, hoy abuelos y padres de una juventud frustrada debido a las carencias de su niñez y a un futuro totalmente incierto.

Si bien es loable el interés gubernamental, también lo es el hecho de que 75 millones no resuelven el caos existente, simple y sencillamente porque no se le ha metido la mano con firmeza y empeño a Colón.

La provincia de Colón, poseedora de una excelente posición geográfica, ha sido siempre primordial en la vida histórica del istmo, así como económicamente en la actualidad. En la época colonial, fue un punto estratégico para el tráfico de los tesoros, convirtiéndose Portobelo en el puerto más rico de la ruta entre España y América, originando las famosas Ferias de Portobelo, por lo que por casi 200 años fue conocida como ‘La Perla del Caribe’ y, en su costa, está la desembocadura del río Chagres, imprescindible como parte de la ruta que se utilizó para atravesar el Istmo. La ciudad de Colón fue fundada en función de ruta por la necesidad de tener una ciudad terminal para la construcción del primer ferrocarril transcontinental, manteniendo año tras año esta función, más ahora con la infraestructura portuaria que posee y su zona franca.

Colón ha sido siempre la segunda ciudad comercial del país y es vital en la economía de Panamá y de Centroamérica. Forma parte de la estructura ferroviaria que recibe y transporta mercancía de un océano a otro para luego ser redistribuida a otras partes del mundo. Es la terminal norte del Canal, por lo que posee los puertos más grandes del Istmo para el tráfico de casi toda la mercancía de importación y reexportación de la nación. Es la entrada caribeña del Canal de Panamá, transformándose así en el sistema portuario más grande de América Latina, superando al puerto de Miami. Alberga a la Zona Libre, la más importante del mundo occidental y la segunda a nivel mundial, totalizando en fletes más de 10 mil millones de dólares al año, superando las zonas francas de Miami y otras áreas de libre comercio como Manaos, Cozumel y Chetumal que dependen en gran parte de la Zona Libre para abastecerse, lo mismo que Centro América, incrementándose notablemente el comercio vía terrestre. Colón cuenta con dos puertos para cruceros que pueden recibir hasta 15 barcos mensuales, no beneficiándose directamente del turismo por el estado deplorable de la ciudad y la falta de seguridad. También estaba la Refinería Panamá, ubicada en Bahía Las Minas, que abastecía el mercado interno y exportaba combustible, suministrando también la demanda de combustible a los barcos que transitaban por el Canal.

Colón es la segunda ciudad de Panamá, pero ‘por su comercio, bien podría jactarse de ser la capital del hemisferio’, según informaciones; lo que resulta irónico si vemos su deteriorado y abandonado aspecto actual, como muestra de la desidia e incapacidad de los gobiernos para con la provincia, situación ésta de la que no escapan sus arruinadas iglesias, debido a que sus feligreses no tienen ni para ellos, por lo que debe ser responsabilidad de la iglesia panameña.

Con sólo 16 calles, famosas por su trazado rectilíneo, esta ciudad debe remozarse, incluyendo ornamentos decorativos para convertirse en un atractivo turístico, donde el visitante que llegue por tierra o mar pueda pasearse por sus calles y sucesivos parques de la avenida Central; por pintorescas refresquerías; por restaurantes de comida y ambiente caribeño y de diferentes étnicas; recorrer la ciudad en coches tirados por caballos; disfrutar de una atractiva vida nocturna; realizar compras libres de impuestos, estrictamente al detal, en bazares con artículos de todas partes del mundo como en su época de esplendor, por lo que las compañías radicadas en la Zona Libre podrían también instalar atractivas sucursales en las principales calles. Además, la provincia cuenta con grandes atractivos turísticos como lo son sus dos parques nacionales y otros monumentos históricos como las fortificaciones españolas ubicadas en San Lorenzo y Portobelo. Deben reconstruirse los antiguos y bellos edificios, convirtiéndolos en hoteles pequeños que puedan albergar a cientos de visitantes y se le debe devolver la magnificencia al Hotel Washington, cuya ubicación y arquitectura es una de las más hermosas del país, realizando allí las Juntas de Gabinete como se hace en hoteles de otras provincias que no lo ameritan tanto.

Colón, generadora de grandes ingresos para el Estado, necesita de un presupuesto adecuado, acorde, equitativo y justo por todo lo que es, representa y aporta al fisco, por lo que tiene derecho a exigir con respeto para poder subsistir con dignidad. Debemos aprovechar el hecho de que la naturaleza, además de mantenerla protegida de las grandes catástrofes que ocurren en el área, producida por huracanes, la ha dotado con hermosas y espectaculares costas, playas y paisajes, siendo factible convertirla en un pintoresco y gran centro turístico caribeño, devolviéndole el esplendor de aquellos días en que era conocida como la ‘Tacita de Oro’ y así, restituirle al colonense la seguridad, el orgullo y la dignidad por ser parte de una ciudad donde el ser humano pueda progresar y vivir acorde a los ingresos que genera esta hermosa provincia, rescatando también para ella el nombre con el que fue conocida en la época colonial una de sus poblaciones —Portobello— y el que por siempre ha debido y debe pertenecerle: ‘La Perla del Caribe’.

Terminado el artículo, opinamos que no hay que vender tierras, ni inventar nuevos ingresos para ayudar a Colón. Simplemente, el Gobierno debe asignarle el adecuado presupuesto a esta ciudad, por lo que ya se ganó y por lo que sigue generando económicamente para el país. Y así, en conjunto con el colonense, quien debe coadyuvar con un interés real, con un comportamiento acorde y adquirir valores morales, poder sacar a la ciudad de Colón de los múltiples problemas socioeconómicos en que se encuentra sumida para brindarle al colonense la buena calidad de vida que por años ha debido tener.

ANALISTA.

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