• 02/12/2012 01:00

No culpemos a la naturaleza por las inundaciones en barriadas

Las recientes inundaciones sufridas tanto en el distrito de Colón como en concentraciones urbanas de Panamá oeste, tienen muy poco que v...

Las recientes inundaciones sufridas tanto en el distrito de Colón como en concentraciones urbanas de Panamá oeste, tienen muy poco que ver con fenómenos naturales y mucho que ver con un tipo de intervención humana: la animada por el ánimo de lucro a través de actividades de bienes raíces, construcción y préstamos bancarios y, por supuesto, con la aquiescencia de las autoridades turnadas en gobierno en el ‘período de democracia’.

En cierto modo, las declaraciones de Monseñor Ulloa relativas a que ‘hay que estudiar cómo se están construyendo estas barriadas que fueron afectadas’ (La Estrella de Panamá 26/XI/2012) están mejor enfocadas que las excusas baladíes y poses filantrópicas de las autoridades gubernamentales. En este sentido debo mostrar mi respeto y admiración por su acto profético.

Ciertamente, hay que buscar las causas no en las copiosas lluvias, ya que hace cuatro o más décadas podía llover tanto como ahora y no se daban esa clase de estragos; pues sí respetable lector(a), tenía que llover mucho más que lo que se ha precipitado esta última semana o en cualquier caso, existían canales y espacios suficientes hacia donde se escurrían esas aguas; o bien, pasaban por donde la naturaleza había indicado y no por donde se le antojaba a un constructor desviar cursos de agua para supuestamente aprovechar espacios y reducir costos.

¿Y sabe qué mi estimado(a) lector(a)? Las consecuencias muy pocas veces han tocado a las familias de las clases pudientes, pero observando el ritmo que han impuesto estos depredadores de la naturaleza a sus intervenciones perniciosas sobre esta, no necesitamos ser futurólogos para inferir que próximamente estas clases también vendrán a sufrir las ‘catástrofes’ en sus actividades económicas y hasta en sus áreas de residencia.

¿Sabía usted que las barriadas afectadas, como Los Flamingos en La Chorrera, han sido construidas en los márgenes de cursos cambiados de ríos que la naturaleza no aprueba? ¿Y qué otras tantas, sea en Panamá oeste, sea en la ciudad de Colón, sea en Juan Díaz, han sido construidas sobre manglares y terrenos con drenajes subterráneos de agua, que la ingeniería no ha resuelto por resultar ‘más costosa al proyecto’? ¿Sabía usted que varias barriadas de Arraiján se han construido a costa de la cobertura boscosa que protegía de inundaciones, peor aún, en áreas de la cuenca hidrográfica del Canal de Panamá donde los ‘eficientísimos’ jerarcas de la Autoridad del Canal de Panamá no han actuado con la energía que corresponde para proteger dicha cuenca? Y no me vengan con el cuento de la seguridad jurídica, porque a las hidroeléctricas (Tabasará, Changuinola, entre otras) y minas (Petaquilla, Donoso) de cierto interés para las autoridades gubernamentales hasta les ponen cordones policiales para que campesinos e indígenas no invadan o afecten sus construcciones y operaciones.

O sea, mi estimado lector(a), que las inundaciones que han provocado los perjuicios a las familias de Panamá oeste y Colón, no son producto de fenómenos de la naturaleza. Se trata del lógico resultado de la voracidad, (‘capitalismo salvaje’ le denominó el SP Juan Pablo II) en la que no se puede excusar la complicidad de los inversionistas de bienes raíces, de constructoras, de los banqueros que financian estos proyectos y de las autoridades que dan la orden para que sus subalternos se hagan de la vista gorda cuando los estudios de impacto ambiental serios, advierten de los riesgos.

¿Podrá la administración de justicia panameña actual hacer pagar su culpa a estos responsables de tales perjuicios socioambientales o según define el código penal, estos ‘delitos ecológicos’? Me reservo mi pronóstico.

SOCIÓLOGO AMBIENTAL.

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