• 23/01/2013 01:00

El cine de Kenji Misumi

El realizador Akira Kurosawa es ‘el único director japonés cuyas películas se distribuyen y tienen amplia repercusión en Occidente’. Así...

El realizador Akira Kurosawa es ‘el único director japonés cuyas películas se distribuyen y tienen amplia repercusión en Occidente’. Así escribió el experto crítico de cine Andrew Sarris hacia 1971 en su obra Entrevistas con directores de cine.

Tan solo dos décadas, 50 y 60, dieron varios nombres de cineastas que llevaron la filmografía de ese imperio a un nivel de reconocimiento en diferentes festivales internacionales. Entre otros Jasuhiro Ozu con Los cuentos de Tokio, Ishiro Honda y el célebre Godzilla, Hiroshi Inagaki, alcanza un Óscar con la primera parte de su serie Samurai, Kon Ishikawa, que adapta al novelista Yukio Mishima.

Otros dignos de destacar, Masaki Kobayashi, en La trilogía de la condición humana, Osamu Tesuka, crea al personaje animado Astro Boy, Mikio Naruse, Nagisa Oshima —muerto hace una semana—, con El imperio de los sentidos, Kaneto Shindo, con Onibaba, esas dos estrenadas en Panamá, al igual que La mujer de arena, de Hiroshi Teshigahara y por último, Kenji Mizogushi, premio en Venecia con Cuentos de la luna pálida.

Esta amplia enumeración es el contexto al director Kenji Misumi, quien exploró una vasta gama de géneros cinematográficos desde las cintas de extracción local de su región Kioto, las de acción de samuráis y el difícil arte del terror, que sirvió de modelo tanto a generaciones sucesivas como al Occidente.

Misumi murió en 1975 y dejó una importante obra, considerada un discreto repertorio de cerca de 35 filmes y en la actualidad se revisa y se da un nuevo sentido a su trabajo. Por esa razón, la Embajada de Japón en Panamá inició sus actividades culturales de 2013 con un ciclo de este realizador que expuso una selecta muestra de cinco títulos.

La primera de ellas, La espada, basada en una novela de Mishima, que aunque se sumerge en las competencias de kendo (especie de sables de madera), analiza la conducta y consideraciones éticas de un entrenador de este deporte en una academia. El tratamiento visual con una fotografía abstracta, expresa con acierto el sentido del escritor y su enfoque de la conducta humana.

En Hijo del destino y En el camino por siempre, hay un viaje a épocas históricas de clanes feudales y periodos significativos de la sociedad japonesa; pero se abordan el honor, la familia y los sentimientos. En Río de lágrimas, se desarrolla un argumento con alusión al amor fraternal y por último, Historias de fantasmas, que le permite experimentar sobre el terror con elementos sencillos.

Este director puso especial atención a la reproducción visual de la realidad y su estilo se hizo muy depurado y lento. En la cinta La espada, tiene una larga secuencia en que el grupo de estudiantes de kendo se dirige a la playa, a través de una rambla, con el cielo vespertino de fondo y un silencio, apenas rasgado por la tenue música y con una cámara fija que deja ver la inmensidad del paisaje donde el hombre es apenas un detalle.

Quizás fue uno de los primeros en explotar las historias de enfrentamientos entre espadachines orientales, pero como modalidad de aventuras, tal cual los vaqueros norteamericanos. En los años posteriores, hubo una verdadera difusión de este tipo de películas, tanto en la isla japonesa como en China y se convirtieron en productos de exportación.

Las sagas, los personajes extraídos de las costumbres, la traducción de la literatura nacional a las imágenes y el manejo de la expresión visual, hicieron de su cinematografía, un rico repertorio que ocupa un lugar preponderante en la cultura de Japón y hoy adquiere un nuevo significado.

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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