• 07/03/2013 01:00

Universidad de Panamá: lo que queda de ella

Los que deambulamos por la Universidad en busca de un mejor camino, buscamos las posibilidades de madurar teóricamente, de lograr una in...

Los que deambulamos por la Universidad en busca de un mejor camino, buscamos las posibilidades de madurar teóricamente, de lograr una integración y proyectos visionarios, de formar parte de un todo. La estrategia es unificar, sumar fuerzas, superar rupturas, desde las que nos separan de la naturaleza, hasta las que nos separan de nuestros colegas y de la sociedad.

Pero, la universidad —o ‘lo que queda de ella’— ha estado cercada por esos personajes cuyo afán de dominio la fracturan en grupos de interés, cuyo mapa se dibuja en términos políticos de poder, expresados en el lenguaje de la razón técnica, cuyo discurso hoy adquiere la sintaxis propia de la burocracia administrativa, como parte de un sistema de capitalismo que ha pasado de lo disciplinario a la ‘sociedad de control’.

Durante años los que hemos estado y vivimos en ella, observamos, analizamos y conocemos bien sus estructuras, sus habitantes, sus múltiples sentidos, sus dinámicas, sus promesas. Podemos afirmar que en la casa de estudios de hoy, conviven dos mundos, el de los que desde su yo establecen comunicación con los demás, permitiendo que la Universidad se exprese ante el mundo, y el de los que desde su Gran Yo imponen el silencio y la inmovilidad, ignorando al otro, y logrando que en la Universidad impere la inacción. Los ecos que emanan de la Universidad, surgen de aquellos pocos cuerpos académicos naturales que establecen redes y conversaciones con el mundo que los rodea.

La callada inercia que la mantiene muda y rezagada, proviene de los enemigos de la palabra, que en lugar de cuerpos forman pandillas controladas por esos elementos que han logrado posiciones, como resultado de componendas, alianzas, pactos y oscuras negociaciones.

Es un mapa que se dibuja desde la complicidad, el habilidoso manejo de la Ley Universitaria, la influencia, la presión, y la manipulación. Sus nexos entre corrillos de poder, en coordenadas y latitudes ajenas, lejanas y contrarias al ambiente intelectual y democrático que debería prevalecer en una institución creada para enseñar a pensar. Son fuerzas encontradas que cumplen sorprendentemente con su objetivo de silenciar y paralizar a la institución.

Hoy, la Universidad marcha dislocada, sostenida y empujada por la gente formal, que habla en voz alta, que hace ruido, que provoca esos ecos que oyen los de afuera: una universidad que se afirma en sí misma de abajo hacia arriba, insistiendo en encontrar las mejores maneras de hacer las cosas.

‘La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales, que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder’, José de San Martín.

*ESTUDIANTE EGRESADO DE LA UP.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus