• 10/03/2013 01:00

Testimonio, solidaridad y servicio al prójimo

Panamá, 27 de febrero de 2013. Señora Defensora:

Panamá, 27 de febrero de 2013

Señora Defensora:

A punto de comenzar el milenio, en un mundo donde el mal hace ruido y daño, en un mundo donde el bien debe multiplicarse por mil para ser hoy. En este mundo y en este tiempo, seguimos recibiendo la llamada de un Dios amoroso a seguir a su hijo impulsados por el Espíritu.

Recibimos la llamada a ser discípulos hoy, aquí y ahora. Pero ¿cómo?, ¿Cómo seguir hoy a Jesús? Pretendo con estas líneas generar preguntas en el corazón del creyente, más que dar respuestas para todos sobre el discípulo hoy.

Es difícil pensar en ser discípulo de Jesús y no mirarle a los ojos y preguntarle a Él, ¿Cómo puedo seguirte hoy? ¿Cómo puedo andar por los caminos, sin tener dónde reclinar la cabeza? ¿Cómo puedo hacerme hermano de los que sufren, de los que momento a momento son excluidos, de aquellos a los que nadie quiere? ¿Cómo puedo enfrentarme al poder establecido, civil o religioso, que humilla y que destruye a la persona humana? ¿Cómo entrar en los templos de hoy?

Pero el discípulo del nuevo milenio y también del viejo ha descubierto que seguir a Jesús individualmente es tarea ardua y difícil, que el soplo del espíritu impulsa a ejercer el discipulado en comunidad de hermanos y hermanas. Hoy urge más que nunca poder transmitir un testimonio de fraternidad, solidaridad, y qué mejor testimonio que el de aquellos que se saben y sienten amados incondicionalmente por un Dios padre/madre que ‘Todo lo puede en quien nada lo puede’.

Es por eso que ha trascurrido un año lleno de bendiciones donde he podido dar respuestas a las preguntas anteriormente planteadas, es sin duda desde el seno de la comunidad de hermanos y hermanas que se reúnen en un esfuerzo común.

Creo también que hay otra clave fundamental a la hora de buscar respuestas sobre nuestra forma actual de vivir el discipulado.

Colocar en el centro de nuestra existencia a aquellos a quienes Jesús colocó en el centro de la suya. Pobres, marginados, excluidos, están en el mismo corazón de Dios. ‘Lo que hicisteis con uno de estos a mí me lo hiciste’. Esta ha sido la clave para que nuestra comunidad parroquial creciera…

Aquí todos son importantes, aquí todo cuenta …gracias por el apoyo que me han brindado como párroco y guía de ustedes.

SACERDOTE

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