• 28/04/2013 02:00

Toñín: recordando aquellos días en Tevedós

El 29 de noviembre de 2011, ante la muerte de José Antonio De Sedas Padre, compartiendo con su hijo la tristeza propia del momento, reco...

El 29 de noviembre de 2011, ante la muerte de José Antonio De Sedas Padre, compartiendo con su hijo la tristeza propia del momento, recordé aquellos días.

La redacción de Televisora Nacional, Canal 2, era entonces ‘la casa’ de todos los que allí trabajábamos. Mario Velásquez, era el director de Noticias. Fue el tiempo que nos tocó producir juntos los noticieros, a Milciades Ortíz, Lucho Carrizo, Luz María Noli, Guillermo Ríos Dugan y sus Análisis de la Noticia, y ‘dígame campeón’, Toño de Sedas, José Antonio De Sedas C., el As de los Deportes, que luego leía Fat Fernández. Pachicho Almendral, Rogelio Martínez y Marcelino Pinzón, eran los camarógrafos. Las películas las editaba Pimpo Calderón. Toño puso en práctica varias dotes, especialmente su larga trayectoria en el cronismo deportivo nacional. Cuando entrevistaba a un boxeador y le preguntaba ‘y dígame campeón’, movía los pies como bailando, como si fuera él quien se entrenaba para asestar a su contendor ‘el gancho’ para imponerse. Su capacidad para compartir su hogar formado con Vilma, en el disfrute de su gran destreza como ‘Chef’, instauró en Tevedós una cultura de hermandad, excelencia periodística y orgullo profesional.

Sus más de 50 años de periodismo deportivo en La Estrella de Panamá, La Prensa, La Hora, Día a Día, El Panamá América y Televisora Nacional donde lo conocí, dejaron tras la muerte de Toño De Sedas una sensación de penúltimo ‘round’, una contienda que, como los buenos libros, no quieres que concluya.

Fue por Toño que conocimos a Toñín, después reportero televisivo, Antonio De Sedas, Hijo, cuya niñez y adolescencia, como la de casi todos los hijos de periodistas, transita en la forja del quehacer, hasta que las páginas te van tragando y, sin darte cuenta, caes en la trampa irreversible del Periodismo. Toñín, que llegó a Tevedós de la mano de Toño, logró fusionar las dos generaciones de quienes habíamos llegado primero a la vida y a la profesión. Logró que todos lo quisiéramos como a un hijo y como a un hermano, porque rápidamente se integró a la brega y a la tertulia con que Mario Velásquez enriquecía aquellos atardeceres, en pleno fogueo del noticiero, mientras que el rey Sihanouk, en medio de la guerra de Vietnam, intentaba mantenerse neutral y comenzaba para Camboya la época más difícil de su historia.

Con la muerte de Toñín, uno siente que se instala otra vez ante la máquina, ese reto, la avidez de un teclado sin punto final, con barra de espacios abiertos para que el buen Periodismo inspire cada próxima entrega. Entonces, cómo nos hace tanta falta quien se va, ese que cuando estaba, casi no percibíamos, aunque sabíamos que era y que estaba, y que ahora, intangible, no cabe todo en el vacío que lastima el infinito espacio del gran dolor que nos impone su ausencia.

*PERIODISTA.

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