• 30/04/2013 02:00

Con vicios y defectos, pero orgulloso

No me importa lo que piensen los extranjeros por las cosas que nos ocurren, normales para nosotros, atrasadas para ellos, pero yo al men...

No me importa lo que piensen los extranjeros por las cosas que nos ocurren, normales para nosotros, atrasadas para ellos, pero yo al menos me siento orgulloso de mi Panamá. Claro que me gustaría que algún día superemos algunos de nuestros vicios y defectos, pero aún con ellos, sigo orgulloso. Un país de poco más de tres millones de habitantes, pero en las Olimpiadas en China salimos con la medalla de oro de Saladino, que ni siquiera puede entrenar en el país y que no recibió a lo largo de su carrera mucho apoyo localmente. Tres millones y algo que no sabremos hasta el 2020 por qué ni siquiera supimos hacer un censo de población, pero con 29 campeones mundiales de boxeo y entre ellos varias glorias históricas como Roberto Duran, Panamá Al Brown, Eusebio Pedroza.

País pequeño, pero ha producido los mejores jinetes del mundo, desde el mayor ganador Laffit Pincay, a un Alexis Solís y tantos que montan alrededor del mundo. Con menos de cuatro millones y tenemos al más grande cerrador de las grandes ligas, Mariano Rivera, a uno de los mejores bateadores de todos los tiempos, Rodney Carew y docenas de grandes ligas. ¡Ah!, y lo logramos con un Comité Olímpico en entredicho, de pugnas y peleas internas a nivel de escándalos, con federaciones deportivas en manos de diputados y políticos. Por eso no nos extraña que a meses de poder llevar la selección de fútbol a nuestro primer mundial, una empresa patrocinadora secuestra las cuentas de la Federación y congela la bonificación de los integrantes de la Sub-17, que va para un mundial. Esa es mi Panamá, el Panamá que nos hace orgullosos y nadie de fuera entiende.

El Panamá de los tranques y desorden vial monumental, el Panamá que le da concesiones a extranjeros para que nos administre el transporte público, para que nos emita las licencias de conducir, que le damos a los extranjeros la concesión de la comida de los presos, del manejo del vertedero principal del país; el Panamá donde las principales obras del Estado las ejecutan empresas extranjeras. Pero nos maravillamos con las obras, con los rascacielos que ya no están solo en Nueva York, ya están en nuestras avenidas.

Orgulloso de mi Panamá, aunque no hay panameño que sepa cuánto nos están costando las obras, ni podemos justificar las adjudicaciones. Una última etapa de la cinta costera adjudicada por 776 millones sin planos ni especificaciones. ¿Qué otro país podría construir algo con esas condiciones? Pero al panameño le preocupa más el impacto ambiental de por donde se construye que el precio. Un Panamá que no tiene estacionamientos, pero no permite construir nuevos parques de estacionamiento, porque tumbaríamos ¡cuatro árboles! Ese es mi Panamá, espectacular.

Mi país es único, el presidente certifica ante 13 notarios que no buscará la reelección, lo repite miles de veces... y la oposición sigue pensando que tratará de reelegirse. Varela gana la postulación panameñista y muchos esperan cambio en esa postulación. Navarro es el candidato PRD oficializado y algunos creen que no será al final.

Un país de dudas, rumores y bochinches que surgen de todas partes. Bochinches que llevaron a los medios a anunciar la llegada del papa Francisco antes de fin de año, solo para que la Nunciatura anunciara un nuevo obispo y negara el rumor hecho noticia. Pero yo, orgulloso de nuestras ñamerías.

Aquí nadie se aburre, somos fervientes seguidores del Barcelona, Real Madrid y la Juventus. El triunfo de España en el mundial se celebro como si estuviésemos en Madrid, además como pueblo especial, tenemos poca memoria para unas cosas y memoria de elefante para otras. A Noriega no le perdonaran un día de cárcel, pero nos escandalizamos por la compra de los radares, por los viajes presidenciales, por los costos por kilómetro de carreteras, por escándalos como Financial Pacific y rápidamente olvidamos esos y nos escandalizamos por un nuevo escándalo.

Se perdió un ejecutivo de la Superintendencia de Valores, Vernon López, y ya quedó en el registro de desaparecido sin mayores menciones. Orgulloso de mi país.

Tendremos Metro, un sistema de buses que algún día funcionará bien, amplias avenidas en la capital, pero sin agua en muchas áreas de la provincia, letrinas en muchas casas, calles intransitables en invierno a pocos kilómetros del centro de la ciudad. Escuelas sin maestros, sin agua, en pésimo estado, y colegios con pagos mensuales de 850 balboas. País de contrastes, pero con una población en su mayoría feliz.

Los mejores artistas vienen a presentarse aquí, vemos casi todas las peleas de campeonato gratis en casa cortesía de Juan Carlos Tapis, que jueves tras jueves nos dice lo que estuvo mal en la semana y como él lo solucionaría, pero no es presidente y las cosas en su mayoría siguen igual. Un país donde te encuentras con expresidentes, presidentes y ministros en cualquier supermercado, coliseo deportivo o cine. Un país donde tenemos frutas todo el año, pero no las ofrecen en los restaurantes y hoteles ‘finos’, donde puedes comprar mangos de Filipinas, Naranjas de China, mandarinas de Asia. Fuera de serie, mi Panamá.

Y lo más bonito, un país donde los políticos en campaña se dicen de todo, luego brindan juntos en fiestas y matrimonios, donde las manifestaciones terminan antes de las seis para verse en la TV, donde no hay manifestaciones ni sábados ni domingo. La verdad, Panamá yo te amo.

INGENIERO INDUSTRIAL Y ANALISTA POLÍTICO.

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