• 23/09/2013 02:00

¿’Dinero negro’, señor canciller?

Si hay quienes deben cuidar con mucho celo el lenguaje tanto verbal, escrito, como gestual, son los funcionarios que ejercen cargos dipl...

Si hay quienes deben cuidar con mucho celo el lenguaje tanto verbal, escrito, como gestual, son los funcionarios que ejercen cargos diplomáticos, o aquellos cuyas tareas están estrechamente vinculadas a dichos menesteres. Si a cualquier mortal le queda muy feo andarse las fosas nasales con los dedos, en público, a un canciller le luce peor esa misma falta en una ceremonia formal. Igual será visto este funcionario si escoge un término de uso inapropiado en la cotidianidad y lo emplea en un discurso.

En fecha reciente, se realizó en Panamá un acto formal con motivo de la conmemoración de los 20 años de la apertura de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. En dicho evento, el canciller de la República, Su Excelencia Fernando Núñez Fábrega, señalaba en sus palabras dirigidas a los presentes que, antes, los enemigos de los Derechos Humanos eran los gobiernos, pero ahora es el crimen organizado... y el ‘dinero negro’ que compra a los políticos, armas, etc.

Presente en el acto, cuando escuché la desafortunada expresión ‘Dinero Negro’, fruncí el ceño, porque me pareció de una inaceptable falta de corrección política.

En el mundo de hoy, donde casi todos los aspectos del quehacer humano están marcados por una impronta global, la corrección política o lo políticamente correcto es una noción que cobra pertinencia, pues se relaciona de manera estrecha con el lenguaje, ideas, políticas o comportamientos que se consideran que buscan minimizar las ofensas a grupos étnicos, culturales o religiosos.

El término políticamente incorrecto describe aquello que podría causar ofensa o ser rechazado por la ortodoxia política o cultural de un determinado grupo. La tendencia en el mundo de hoy es prestar mayor atención y cuidado a lo que se expresa en el discurso público, teniendo muy en cuenta las sensibilidades generadas por razones históricas, culturales y sociales de los receptores de los mensajes que se transmiten.

En ese sentido, cuando el señor canciller de nuestro país emplea la frase ‘dinero negro’, que sin duda tiene una fuerte carga peyorativa, no hace otra cosa que sumarse a las perversiones lingüísticas que reproducen una visión maniquea y sesgada de la sociedad; un lenguaje que acentúa prejuicios que deben ser desterrados, y en la cual ‘lo negro’ es sinónimo de ‘malo’.

Así, una ‘suerte negra’, ‘un día negro’, ‘la oveja negra de la familia’, ‘la mano negra detrás’, ‘el corazón negro’, ‘negras intenciones’, ‘el mercado negro’, ‘la lista negra’, ‘bola negra’, ‘aguas negras’, ‘un pozo negro’, ‘alma negra’, ‘una merienda de negros’, empleados en sentido figurado como sinónimos de confusión y desorden, y tantas otras variantes de esa misma idea, llevan implícitas, todas, una valoración, acaso aplicable también a los seres humanos. Es parte del discurso de la colonialidad que debemos atajar.

El imaginario social se construye, entre otras cosas, con el lenguaje. Su reiterado uso inapropiado, sin duda, contribuye a acentuar los prejuicios. ‘Parece judío’, dicen algunos. ¿Y cómo es eso?

Al señor canciller de la República de Panamá, Su Excelencia Fernando Núñez Fábrega, dos recomendaciones muy puntuales: No utilice la palabra ‘negro’ como adjetivo para calificar cosas malas. Procure que su lenguaje no discrimine. Es políticamente incorrecto y lo hace lucir muy mal. Es muy probable que así lo percibieran sus colegas del Cuerpo Diplomático y los funcionarios de las Naciones Unidas que estuvieron presentes en la referida ceremonia. Le aseguro que así lo vimos a usted las personas negras, tanto panameñas como extranjeras, que allí estuvimos como invitados.

‘Dinero proveniente de actividades ilícitas’. Toma más tiempo decirlo, es cierto, pero es lo correcto.

MIEMBRO DE LA COMISIÓN NACIONAL CONTRA LA DISCRIMINACIÓN / DEFENSORÍA DEL PUEBLO.

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