• 17/10/2013 02:00

Familia y escuela

Cuando se habla de sociedad, ineludiblemente debe aludirse a su célula primaria, la familia —ese tronco fundamental para el buen hacer d...

Cuando se habla de sociedad, ineludiblemente debe aludirse a su célula primaria, la familia —ese tronco fundamental para el buen hacer de la vida en comunidad—. Y al hablar de familia, debemos hacer mención directa a sus administradores, los padres. Allí está el factor que construye y sostiene a los individuos que nacen, crecen y terminan por sostener el país. Claro, la escuela contribuye, claro que sí. La escuela educa, sí.

La escuela es parte indispensable en la formación de la persona, sí. Pero NO podemos, cómodamente, argumentar ni dejar que el peso de la formación personal y ciudadana de los infantes y jóvenes recaiga de manera exclusiva en el sistema educativo. Grave error de aquellos que, a veces, solo cumplen como proveedores, pero no como parte integral y formadora, como guías del crecimiento espiritual y ético de sus hijos.

Un menor que vive en un ambiente sano, en donde el buen ejemplo es la brújula, en que existe el tiempo para el intercambio de ideas, consejos, cariños, apoyo y correctivos dentro del respeto a la dignidad humana, encuentra abono para crecer con fundamentos de vida que lo puedan llevar a un futuro promisorio.

Cuando unos padres están allí para apoyar a sus hijos y decirles lo que sigue hasta el cansancio, cumplen su tarea fundamental: —Mira hijo, la almohada, el pan y la sal de la que hablaba el poeta y los sueños, la firmeza de carácter, la tolerancia, la solidaridad y la honradez, le dan sustancia a la sopa de la vida; todo lo demás, no es sino una marquesina secundaria que sostiene como nicho lo que no resulta esencial.

Que no te enreden tu futuro; si te caes levántate y sigue empujando tu carreta. Nadie te elimina, lo haces tú solo a causa de la pereza, la falta de voluntad y firmeza. Procura tener los ojos bien abiertos para que no te engañen, y aprende a decir que no cuando lo pedido no concuerde con lo que dicta tu conciencia. No olvides nunca que la justicia es la verdad en acción y no dejes que te enreden los anuncios, ni los sabelotodo, ni el mesías de bolsillo. Tu futuro siempre está por escribirse y siempre lo estás escribiendo, si tú empujas sin rendirte, si tú luchas sin cesar, si no te dejas arrancar tus sueños.

Y es que si el hogar se convierte solo en un sitio para comer y dormir y nuestros hijos crecen silvestres, a la deriva y sin defensa contra la maleza y la hierba mala, mal podemos pensar que la escuela sea un salvavidas preventivo o ‘resuélvelo todo’. Esa no es la función primordial de la escuela y quien afirme eso, solo busca una excusa para sacar el cuerpo, para renunciar a sus responsabilidades.

No olvidemos que resulta imprescindible la presencia de los padres para construir de la mano de los hijos el futuro de los mismos. Nadie ha dicho que sea fácil, pero es nuestro deber ineludible.

*ABOGADO-ROTARIO.

—COMISIÓN DE VALORES DEL CLUB ROTARIO PANAMÁ.

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