• 30/10/2013 01:00

El precio del abuso policial

Dos criaturas mueren en manos de gente precisamente que tienen que ver con nuestra seguridad, que tiene en sus manos la protección de la...

Dos criaturas mueren en manos de gente precisamente que tienen que ver con nuestra seguridad, que tiene en sus manos la protección de la vida de cada uno de los habitantes de este país. Qué mala hora, tanto para esas dos criaturas, sus familias y, por qué no pensar, que esa mala hora recae igualmente en los hombros de la Policía Nacional y en los policías involucrados en un hecho tan infortunado.

Lamentablemente, no existe una fórmula para enfrentar la muerte de un ser querido, que es vivida de manera muy personal por quien le toca atravesarla. Muchos sentimientos embargan a la persona: inutilidad, rabia, temor, resentimiento, angustia, preocupación, desesperación y una tristeza que se lleva en el alma.

Considero que hay que esperar los resultados de la investigación, sin embargo, he de decir que la carrera profesional de un policía debe regularse de forma seria y permanente, para evitar que la salud mental de un país se afecte cuando de abusos se trata. Desde que la persona ingresa a la Academia de Policía y a tan compleja labor, se le debe brindar asesoramiento y una adecuada supervisión, así como capacitación periódica y atención psicológica preventiva y un estudio exhaustivo de la personalidad, que es un componente importante para facilitarle a la institución y a la ciudadanía con qué clase de persona estamos lidiando.

Siempre hay un motivo e influye enormemente cuando un uniformado no asume su responsabilidad: problemas económicos, familiares, personales y sociales. Los estudios o evaluaciones psicológicas deben ser realizados por psicólogos con la especialidad laboral o clínica, estos estudios masivos que detectan las tantas dificultades psicológicas que una persona enfrenta en su diario vivir, se puede realizar a través de un programa computarizado de pruebas psicológicas y las mismas deben ser aplicadas de manera periódica. Así se ahorra tiempo y se puede evaluar en un mínimo de tiempo a los miles de los afiliados en el organismo.

Este comentario me lo encontré al pie de una noticia relacionada al hecho. El comentario es de uno de los que estuvo dentro de la fuerza laboral de la policía: ‘El hecho definitivamente es lamentable, oro por esas víctimas inocentes, pero también por las familias de los policías, todos estamos tristes, consternados, solo nos queda la oración, la justicia hará su trabajo. La Ley 18 tiene una política muy clara del uso de la fuerza, habrá que poner mucho más énfasis en esto, con una agresiva capacitación en este tema, y más horas de polígono, además fortalecer la oficina de bienestar laboral, para que se tenga mayor alcance en talleres de manejo del estrés, ira, emociones a las que se está sometido en este trabajo, que es de una profunda vocación de servicio al prójimo. Para nosotros no hay segundas oportunidades, lidiamos con la vida de las personas’.

En los pocos meses que laboré en la institución y uno de los puntos a considerar de un estudio que realicé, de los tantos problemas que presentaba el uniformado, y cuando de arma se trata, es el mal uso de ella, allí se fusionan: el uso incorrecto del arma, temores, ansiedad, y angustia ante el delincuente. Por otra parte, existe el ego enfermizo de algunos cuantos, ese ego que te hace sentir omnipotente, y, ¿con un arma de fuego en la mano? Eso se llama fatalidad.

Vuelvo e insisto en que a todo policía se le tiene que brindar apoyo psicológico, encaminado igualmente para su familia cercana, según lo amerite el caso. Un estudio social es imprescindible. Se debe conocer el ambiente a que están expuestos.

El objetivo es el de prevenir, evaluar, diagnosticar, tratar, y rehabilitar los trastornos emocionales y mentales y las desviaciones psicosociales, para que reciban ‘tratamientos morales y conductuales’, con el fin de disminuir su confusión mental y restituir la razón.

Lo correcto es el estudio bioquímico y clasificación del policía sobre la dinámica del comportamiento y cómo interactúan al enfrentarse al medio al que están expuestos dentro y fuera de la institución. Y, si esto no es de ayuda, y la conducta de abuso persiste, entonces que esa persona emprenda otro oficio. Eso se llama depuración.

De una cosa estoy segura y lo digo porque lo viví, percibí y sentí, la institución cuenta con gente verdaderamente consciente de su labor ante la comunidad. Gente con vocación de servicio. Pero también te encuentras con gente que hace daño, pero son los muy pocos, a esos hay que detectarlos y expulsarlos. Así de fácil.

A la policía se le puede dotar con toda la tecnología de primer mundo y en su momento resuelve un tanto la problemática de la delincuencia en todos sus niveles, eso ayuda, pero la raíz del problema de la vida de un policía es una que no se va a solucionar hasta que las autoridades competentes no miren con luces largas los factores que inciden en la vida del uniformado y se le brinde la solución apropiada.

Hay tantas versiones del hecho lamentable y el repudio es general y es que hay una gran falta de credibilidad en la institución por los tantos otros casos de abuso policial. En definitiva hay que tomar medidas urgentes. No vivimos aislados y la población espera que alguien se preocupe por su bienestar y seguridad, así se fomenta el respeto que le debemos a nuestra nación.

ESPECIALISTA DE LA CONDUCTA HUMANA.

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