• 02/11/2013 01:00

La vida en sociedad

La vida es la existencia biológica de la materia en la naturaleza, con funciones de movilización, reproducción, crecimiento y otras más ...

La vida es la existencia biológica de la materia en la naturaleza, con funciones de movilización, reproducción, crecimiento y otras más evolucionadas; dependiendo del nivel de complejidad, perfeccionamiento y adaptabilidad al entorno ambiental. En su estructura y fisiología adopta múltiple formas y actividades con una riqueza inmensa, aún no del todo definidas o descubiertas; y que por la sociología y la psicología alcanza aspectos filosóficos, espirituales y religiosos.

En la naturaleza, el inmenso reino vegetal toma dimensiones ilimitadas. El agua es el elemento vital e imprescindible. La bioquímica trata de darle una explicación lógica a los mecanismos íntimos y profundos de los fenómenos naturales, desde la base esencial de la materia y sus elementos fundamentales. El mundo animal evolutivo se perfecciona.

En el ser humano su desarrollo intelectual cerebral lo lleva a un nivel de conciencia social, perfeccionando el sistema de vida en comunidad. Si se carece de ese factor social, se cae en ser ‘inconsciente’.

Si individualmente no se está cerebralmente activo, ese estado se denominada también inconsciente. Uno es sociológico puro, el otro es biológico. Pero aún hay otra dimensión que se agrega a la estricta materia. Es el alma. Desde la antigüedad, el ser humano ha definido en qué parte de la existencia, de la vida, hay otro factor fundamental que acompaña al cuerpo, que es solo materia; y que ese otro elemento abstracto tiene otras características diferentes a la materia con vida.

El tema es polémico y no aceptado por los criterios científicos. Es más, le da una permanencia después de la vida natural como inmortal. Es decir que continua después de darse el fin de la vida biológica corporal. Al perderse la vida, viene la inercia, el fin, la destrucción de la materia, la apoptosis.

Pero, según esos conceptos, permanece el alma, que se creó junto, al engendrarse la materia; pero que permanece y es receptora, otra decisión celestial sobre la Justicia Divina. El alma va a otro estrato. En el lenguaje coloquial se refiere por alcance a los desalmados, que son quienes, por su comportamiento injusto, en forma extrema, estando vivos, ya no tienen alma, en forma figurada.

Aquí en la Tierra después de la muerte, lo que realmente queda es el recuerdo, el prestigio, la historia. Mientras alguien traiga esa persona a su memoria cerebral, está vivo; no en lo personal, pero sí en el mundo abstracto del prestigio, el recuerdo o del amor. Los humanos somos libres. Con nuestros cerebros desarrollados, somos capaces de pensar, analizar y decidir con amplia libertad solo sujetos a las leyes universales de la naturaleza, que son las leyes que rigen el mundo para la convivencia de todos, y que adoptan formas religiosas, legales, sociales, etc. Son lo que el mundo creyente denomina Dios.

El alternar en el grupo social, nos da una responsabilidad, siguiendo la ley natural: primero no hacer daño a la naturaleza ni al prójimo, y luego convivir para dar felicidad a todos los que aquí permanecemos. Ese bienestar general, esa solidaridad colectiva produce la seguridad, la paz, la satisfacción de cubrir nuestras necesidades básicas, que es el amor social, de lo que también hablan las religiones como un mandato de Dios.

En ese acontecer hay aspectos físicos, como ejemplo esta la ‘belleza’ estructural o anatómica, lo fisiológicos como el ‘placer’ en cualquiera de sus formas y lo psicológico o ‘espiritual’, como el amor, que se siente desde los centros cerebrales de las emociones, de la conciencia, la memoria, de los núcleos de la base cerebral y el hipotálamo.

Esa abstracción tan amplia e inmaterial es el elemento de convivencia, equidad, ética, justicia, solidaridad y entendimiento entre los humanos que nos permite socializar las relaciones humanas y darles un nivel superior para intentar hacer de este mundo el paraíso anhelado.

Pero en las actitudes y conductas humanas hay también otros elementos negativos, como el egoísmo, la codicia, la mentira, la violencia, que abusando de la libertad, para beneficio individual, actúan contra otros seres. Mientras se publicitan con gran despliegue índices de desarrollo, desempleo, competitividad y se pregonan cumbres y foros de crecimiento económico en los hechos muchas acciones se frustran, cuando ante los inversionistas nacionales o foráneos, surgen las solicitudes de sobornos, no aceptados legalmente.

Más sutilmente aparecen los sobreprecios, las obras innecesarias y las coimas, como variantes provenientes de las comisiones y participaciones comerciales por referencia de clientes, que se dan en el mundo de los negocios. El éxito económico se queda en los bancos, las transnacionales, las grandes corporaciones, pero no se distribuyen entre los ejecutantes del trabajo y los más necesitados.

Cuando estas distorsiones llegan a las instituciones, se complican con la impunidad, el cinismo, la soberbia, las preferencias y privilegios, la indignidad, junto a la ineficacia, la deshonestidad, la corrupción, y la injusticia social. Los sectores locales e internacionales, que controlan las finanzas y el poder, consideran un éxito sus gestiones, porque aumentan sus capitales en cantidad.

Pero si lo evalúan, con visión humanística, en calidad de vida y considerando a toda la sociedad, encontramos grandes deficiencias en todas las áreas sociales.

¿Quiénes se han beneficiado de la soberanía? Algunos sí se la comen, pero no el pueblo que luchó. El problema no radica tanto en la metodología económica, ni en la existencia del capital, sino en el uso deshumanizado de esos recursos y sistemas; que en vez de emplearlos en beneficiar a la sociedad con empleos y producción a bajo costo, lo concentran en enriquecer y dar poder a una clase y al ‘pro mundi’. Los profesionales sociales contra los comerciantes abusadores.

Entonces, la vida y la libertad, la justicia, la humanidad no están cumpliendo sus elevados objetivos de una felicidad integral para todos, y aquí para un Panamá mejor.

MÉDICO Y EX MINISTRO DE ESTADO.

—LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN MASIVA DEBEN SER EDUCATIVOS.

—EN MEMORIA DEL DR. CARLOS YOUNG ADAMES.

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