• 05/03/2014 01:00

La realidad en una frase

Amenudo se escuchaban frases en casa que decían mis padres para referirse a contingencias, experiencias y a anécdotas que dejaban algún ...

Amenudo se escuchaban frases en casa que decían mis padres para referirse a contingencias, experiencias y a anécdotas que dejaban algún tipo de moraleja. Una de las preferidas de la madre para referirse a la conducta bonachona del esposo, era ‘candil de la calle y oscuridad de la casa’. Por más atención que ponía y trataba de imaginar la escena, mi mente infantil no atinaba a comprender su significado.

El país ha sido heredero de varias culturas y esta coyuntura le ha dado un repertorio extenso para referirse a hechos o circunstancias. Los más viejos, suelen ser quienes acumulan esas vivencias y aplican rápido como rayo, una consideración, ‘palo que nace torcido, nunca su rama endereza’; ‘no por madrugar, amanece más temprano’ y aquella ‘el que nació pipón, ni aunque lo fajen’.

Estas síntesis de ideas, son como chispas que surgen ante cualquier situación concreta y se hacen aparentemente genéricas; pero se aplican cada vez que surge el evento que motiva su formulación. Según la Real Academia Española de la Lengua, se les define como ‘dicho agudo y sentencioso de uso común’. No hay que considerarse un docto en la lingüística para asociar el sentido de ellos con la realidad.

Don Quijote amonestaba constantemente a su escudero por el uso sin límites de tales artificios. Le dijo en alguna ocasión ‘... también Sancho no has de mezclar en tus pláticas la muchedumbre de refranes que sueles; y puesto que los refranes son sentencias breves, muchas veces los traes tan por los cabellos, que más parecen disparates que sentencias...’.

El rechoncho asistente le respondió: ‘Eso Dios lo puede remediar, porque sé más refranes que un libro...’. Y argumentó en su favor: ‘Mas yo tendré cuenta que aquí delante de decir los, convengan a la gravedad de mi cargo; que en casa llena presto se guisa la cena; y quien no destaja no baraja; y a buen salero está el que repica; y el tener seso ha menester’.

A lo que el ingenioso hidalgo contestaría ‘... mira Sancho, no te digo yo que parece mal un refrán traído a propósito; pero cargar y ensartar refranes a troche y moche, hace la plática desmayada y baja’.

No existen únicamente en la lengua que compartimos los hispanohablantes. En otras culturas se emplean con iguales propósitos. Veamos en Francia: ‘Qui se ressemble s’assemble’, (‘Quien se parece se junta’), equivalente de ‘Dios los cría y ellos se juntan’. Igual con: ‘Les cordonniers sont les plus mal chaussés’. (Los zapateros son los que peor calzan), se corresponde en español con ‘En casa de herrero, cuchillo de palo’.

El texto alemán: ‘Hunger ist der beste Koch’, corresponde a ‘A buen hambre no hay pan duro’. El italiano, ‘Quando il gatto non c’è, i topi ballano’, tiene una versión en inglés, ‘When the cat’s away, the mice will play’, se le conoce en varias lenguas en Europa, pero en español es ‘Cuando el gato sale, los ratones hacen fiesta’.

Los chinos también tienen. Uno, transcrito más o menos: ‘wü shí bù xiào bäi bù’, es ‘dijo el sartén a la caldera: Tírate allá culinegra’, que acá tiene una adaptación parecida.

En la política local no habría sido necesario crear la frase ‘Entran ricos y salen millonarios’, porque hay un silogismo más amplio y adecuado que dice en alemán: ‘Geld kommt zu Geld’, en inglés sería ‘Money marries money’ y se traduce como ‘Dinero llama dinero’.

Ellos son expresiones de la realidad, que nos trascienden en el tiempo y hay que guardarlos para abrir los ojos de los demás en momentos cruciales.

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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