La experiencia de la acreditación universitaria, ¿para qué nos sirve?

Actualizado
  • 14/12/2023 00:00
Creado
  • 13/12/2023 17:07
Este proceso en algunas universidades es tortuoso y demandante, por la falta de un adecuado sistema de gestión de la calidad; y por el temor que implica someterse a la opinión y escrutinio de los pares o expertos nacionales y extranjeros

Es por todos conocido que la autoevaluación y la acreditación universitaria son los mecanismos que los sistemas de educación superior del mundo entero emplean para garantizar que sus quehaceres básicos de docencia, investigación, gestión y extensión gozan de la calidad y cumplen o no con los estándares necesarios establecidos por las agencias acreditadoras, que en el caso de Panamá es el Coneaupa (Consejo Nacional para la Evaluación y Acreditación Universitaria en Panamá) y responder así a las necesidades de la sociedad y el público en general, que solicitan se dé fe pública de los procesos que a lo interno desarrollan las universidades para enfrentar los desafíos y los retos que impone la sociedad del conocimiento.

Este proceso en algunas universidades es tortuoso y demandante, por la falta de un adecuado sistema de gestión de la calidad; y por el temor que implica someterse a la opinión y escrutinio de los pares o expertos nacionales y extranjeros que ilustran sobre la importancia de la aplicación de estos ejercicios, como garantía de calidad en el nivel educativo que desarrollan.

Durante el año académico 2022 las universidades en Panamá vivieron la experiencia de la reacreditación universitaria, como una muestra de garantía en la implementación de sus procesos de gestión y aseguramiento de la calidad, después de más de 10 años de haberse acreditado por primera vez; sin embargo, hoy y ante los acontecimientos vividos en los últimos meses en el país, podemos hablar de calidad de la educación. Quizá hemos estado ocupados en otros focos de atención y muy poco en el desarrollo de sistemas de gestión de la calidad, como realmente se amerita en la universidad; y esto es comprensible por el tipo de universidad militante que se ha desarrollado y la creencia que considera que la universidad es la conciencia crítica de la nación.

Las implicaciones generadas por la globalización en todos los sectores de la vida social ha hecho que nuestras universidades experimenten los mismos cambios en el paradigma que vivió la industria y el sector empresarial a finales del siglo pasado, cuando se vio obligado a ejercer rigurosos procesos de mejora de la calidad de su accionar productivo y a tomar acciones concretas para garantizar el respeto de los derechos humanos de sus empleados, la conciencia por el medioambiente y la seguridad social, a fin de evitar tensiones y mella en su economía.

En el caso de la educación superior en Panamá y ante el constante crecimiento de su demanda formativa, es muy grande el escrutinio al que se ha visto sometida por numerosos sectores de la sociedad, que exigen una mayor calidad y compromiso social de la universidad. Pero, ¿cómo puede el proceso de acreditación y reacreditación servir para superar estos retos que la economía y la globalización imponen a las universidades?

La respuesta es muy obvia, mejorando y estableciendo sistemas de gestión de la calidad que garanticen eficiencia, pertinencia, transparencia y credibilidad en la formación de los profesionales que egresan de nuestras casas de estudios superiores. Esta, sin embargo, es apenas una faceta en la búsqueda de la excelencia formativa, a la que se llega luego de aprobar la reacreditación y aplicar la autoevaluación en todos sus programas educativos que desarrolla; así como haciendo un examen interno a su quehacer con el fin de establecer si cumplen, siguen mejorando o están estancados con su misión y visión; y si el saber ofrecido satisface los estándares mínimos con los que se le dio fe al entregársele la tan añorada reacreditación.

No esperemos que pasen seis años más para activar los mecanismos de gestión de la calidad, crear unidades técnicas de evaluación, comisiones de trabajo y autoevaluación; cada proceso vivido debe servirnos para madurar como institución formadora y ser una garantía para que la sociedad (el estudiante, su familia y el sector productivo) enriquezca su información sobre la mejor universidad y tomen la decisión correcta sobre cuál es la institución que puede satisfacer sus requerimientos formativos. Estamos por terminar un nuevo año escolar y serán miles los estudiantes que tendrán que asumir la sabia decisión de elegir una carrera y matricularse en la universidad; nuestra esperanza es que elijan aquellas universidades que pasaron con éxito la acreditación.

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