Albrook: ¿La Estación Terminal Central?

Durante la era ferroviaria de los s. XIX y XX, las estaciones de tránsito desempeñaron un papel clave en el desarrollo tecnológico y la vida cultural de las ciudades terminales de Panamá y Colón. Inicialmente, sirviendo simplemente como espacio de espera y venta de boletos, las estaciones pronto se convirtieron en los centros neurálgicos de un sistema de transporte regional

Estudios elaborados para Metro de Panamá en Albrook.

La llegada de la línea 3 a la estación terminal de la línea 1 y su conexión con el resto de la ciudad transformará aún más la apariencia, así como la funcionalidad de la estación de Albrook, al punto de convertirla —quizás— en una especie de “Grand Central” panameña. Esta visión parece haberse gestado desde hace muchos años, cuando se destinaron los terrenos de Albrook para la construcción de la Terminal de Transporte. Es, posiblemente, junto con el causeway de Amador, uno de los espacios de la antigua Zona del Canal más utilizados e integrados al desarrollo urbano de la ciudad de Panamá. Sin embargo, esta centralidad funcional resulta paradójica, ya que la estación no se ubica en el corazón de la ciudad, sino en uno de sus extremos.

Una catedral para los buses

Con una inversión de 25 millones de dólares, el Gobierno nacional llevó a cabo la construcción de la Gran Terminal de Transporte en el año 2000, con el objetivo de organizar y modernizar, al menos en parte, el servicio de autobuses y la atención a los usuarios, a pesar de que en ese momento aún circulaban los conocidos “diablos rojos”. La terminal fue edificada en terrenos de la antigua base aérea de Albrook, ocupando aproximadamente 8,1 hectáreas dentro de un lote de 46 hectáreas, donde también se desarrolló el centro comercial Albrook Mall. El Estado concedió la administración y operación de la Terminal de Autobuses de Albrook a la empresa “Gran Terminal de Transportes, S.A.”, la cual se comprometía a garantizar la adecuada afluencia y eficiencia del servicio de transporte interurbano e interprovincial con destino a la ciudad de Panamá.

Grand Central como epicentro de la movilidad

Durante la era ferroviaria de los s. XIX y XX, las estaciones de tránsito desempeñaron un papel clave en el desarrollo tecnológico y la vida cultural de las ciudades terminales de Panamá y Colón. Inicialmente, sirviendo simplemente como espacio de espera y venta de boletos, las estaciones pronto se convirtieron en los centros neurálgicos de un sistema de transporte regional. Proporcionaban una interfaz entre dicho sistema y el transporte público local y suburbano, taxis, tranvía, calles y aceras, tejiendo una unidad orgánica compleja. Además, catalizaron el desarrollo del entorno, a menudo sirviendo como un componente central de un gran plan urbano. Y lo más importante, se convirtieron en un medio para expresar valores cívicos y urbanos.

Los planes para el nodo de transporte Albrook

Sobre esta zona se han propuesto diversos planes, siendo el más destacado el de la Ciudad Gubernamental, un diseño urbano elaborado en 2014 por la prestigiosa firma estadounidense Skidmore, Owings & Merrill (SOM). Este plan contemplaba la integración de las estaciones Curundú y Albrook a nuevos usos residenciales y comerciales, junto con un complejo de oficinas gubernamentales. Por su parte, el Metro de Panamá desarrolló en el año 2017 un “Diagnóstico y análisis urbanístico del área de influencia de la Línea 3 del Metro de Panamá”, en el que se plantea en Albrook la creación de un nodo metropolitano de usos mixtos, con énfasis en el espacio público, la conectividad vial y el intercambio modal, concebido para priorizar al peatón y al transporte público, e incluye la integración vial con el entorno, especialmente con el área de Curundú.

Las piezas de un rompecabezas

Sin embargo, para que esta transformación urbana sea posible, es necesario considerar la presencia de múltiples actores e infraestructuras preexistentes. Dos grandes galpones, construidos originalmente por el ejército estadounidense y utilizado también para albergar desplazados durante la invasión a Panamá, hoy funcionan como patios para los autobuses del Metro Bus. Además, la Policía Nacional ocupa uno de estos espacios para su flota vehicular, así como para su comando de control de multitudes. El Ministerio de Obras Públicas mantiene allí un taller operativo, y el Municipio de Panamá opera una oficina satélite para su flota vehicular. A esto se suma la Dirección de Aduanas, que aparentemente utiliza parte del área como depósito. Por si fuera poco, gran parte de estos terrenos no pueden ser utilizados libremente por el Estado, ya que permanecen bajo control de la empresa privada que administra los puertos, lo que limita su disponibilidad para un nuevo proyecto urbano integral.

Los predios estatales en manos privadas

En una denuncia presentada recientemente por diputados de la Asamblea Nacional, se hizo pública la situación de los terrenos alrededor de la estación de Albrook. Aunque estas áreas son propiedad del Estado, diversas instituciones gubernamentales pagan arrendamientos a la empresa Panama Canal Railway Company (PCRC). Lo cierto es que el contrato de arrendamiento podría extenderse hasta 25 años más, lo cual restringiría significativamente el desarrollo de esta sección de la ciudad.

La estación central, entendida no solo como un nodo de transporte, sino como un espacio cívico y simbólico, representa una oportunidad única para impulsar un ambicioso proyecto de regeneración urbana. Al igual que ocurrió en muchas ciudades, donde la estación de ferrocarril articulaba infraestructura, tecnología y vida comunitaria, este espacio puede y debe concebirse como un lugar donde confluyen lo funcional y lo simbólico, lo público y lo privado. Más allá de facilitar el intercambio modal y mejorar la movilidad, una estación central bien diseñada puede convertirse en un referente urbano que exprese valores colectivos, acoja la vida cotidiana y ceremonial de la ciudad, y reconstituya vínculos fragmentados por décadas de planificación inconexa. Recuperar esta visión implica comprender que la regeneración urbana no es solo una cuestión de infraestructura, sino también de identidad, memoria y cohesión social.

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