Fiesta de “muñecas” en Coronado fue clave

BOGOTÁ, COLOMBIA. A finales de octubre de 2009, una reunión en una casa en Coronado causó gran revuelo entre las autoridades de Estados ...

BOGOTÁ, COLOMBIA. A finales de octubre de 2009, una reunión en una casa en Coronado causó gran revuelo entre las autoridades de Estados Unidos, Colombia, México y Panamá. Más de un centenar de agentes encubiertos de estos países vigilaban los pasos de los asistentes a una fiesta en la que participaron hermosas mujeres que habían llegado dos días antes a Panamá, procedentes de Medellín, Colombia.

Las mujeres, hermosas y de ropa fina, parecían modelos sacadas de una revista. El grupo viajó directamente a una casa de playa en Coronado, alquilada por un hombre de apellido Valencia, quien resultó ser, según organismos de seguridad de Colombia, Luis Guillermo Valencia Bedoya, uno de los capturados hace una semana en la denominada “Operación Fronteras”, la más gigantesca redada antimafia realizada en ese país en la última década.

Con Valencia Bedoya se encontraban por lo menos otros 10 pilotos que después también terminaron en manos de las autoridades, señalados de llevar toneladas de droga a México y otros países de Centroamérica. La reunión social era para celebrar el éxito en una de esas operaciones clandestinas de transporte de al menos dos toneladas de cocaína. "Estaban felices. Habían coronado ese cargamento. Pero lo que no sospechaban es que eso era una trampa". Las palabras son de un agente de la DEA que estuvo con agentes panameños y colombianos, vigilando muy cerca a los asistentes a este encuentro donde había música, licor y muchas mujeres bonitas.

Esa reunión, era, según fuentes autorizadas en Bogotá y Panamá, clave para hacer seguimiento a la poderosa organización de pilotos de la mafia. Al menos cuatro de las mujeres que habían llegado de Colombia eran ni más ni menos, agentes encubiertas de la Policía colombiana que desde hace más de año y medio habían conquistado en bares y restaurantes de Medellín y ciudad de Panamá a los pilotos.

De hecho, La Estrella tuvo acceso a la transcripción de la conversación que una de ellas tuvo por teléfono con un personaje que estaba invitado a la fiesta, pero que no había llegado porque estaba haciendo "una vuelta". Ese hombre es Julio Hernando Moya Buitrago, quien hablaba con su supuesta novia. Según los investigadores que le suministraron a La Estrella el texto de la conversación, Moya estaba en algún lugar de Panamá y le reportó a su amiga que en cualquier momento llegaría, y que su demora se debía a que estaba enviando (desde un aeropuerto) un piloto nuevo con un cargamento.

De hecho esas mujeres fueron fundamentales para lograr el desmantelamiento de la red de pilotos al servicio del narcotráfico. Al involucrarse sentimentalmente con ellos, obtuvieron información clave de las rutas, los negocios y los contactos de la banda de narcotraficantes que operaba entre Colombia, México y Panamá.

En el momento de la reunión no realizaron ninguna captura, a pesar de que el lugar estaba rodeado porque, según los agentes de inteligencia, no estaban todos los "peces gordos" que habían venido rastreando.

Esas mismas fuentes confirmaron que después de esa reunión, los investigadores dieron la puntada final para llegar al paradero de los otros narcotraficantes y del grupo de pilotos que ya está tras las rejas.

LAS MUÑECAS DE LA MAFIA

Las mujeres que actuaron como agentes encubiertas fueron entrenadas en Bogotá y su misión era infiltrar la organización, como en efecto lo lograron. Con la cooperación de las autoridades panameñas, entraron varias veces al país sin problema, con identidades falsas. En Paitilla, San Francisco y Costa del Este, alquilaron lujosos apartamentos en donde montaron su centro de operaciones para rastrear y seguir a sus blancos: los pilotos que, casi siempre que terminaban sus "misiones" de transportar droga, se quedaban entre tres y cuatro días en Panamá.

Esas mujeres reportaban todos sus movimientos a Bogotá. A su vez, las agencias de seguridad colombianas entregaban a las autoridades panameñas un reporte de las actividades de sus agentes que se hacían pasar por modelos y prostitutas.

"Fue muy parecido a lo que pasó con David Murcia Guzmán, que tuvimos plena colaboración de los colegas de las autoridades en Panamá. Sin esa ayuda, y sin ese apoyo, la red no cae", le dijo a La Estrella uno de los agentes colombianos.

Ahora, la información que las mujeres recopilaron en Panamá hace parte del prontuario y de las pruebas que Estados Unidos tiene para pedir en extradición a los 22 capturados en la “Operación Fronteras” que, según esos agentes colombianos y norteamericanos, no ha terminado aún en Colombia, México ni Panamá y cuya magnitud es aún mucho mayor de la que se ha visto hasta ahora.

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