Represión de Colón a Portobelo

Actualizado
  • 22/10/2012 02:00
Creado
  • 22/10/2012 02:00
PORTOBELO. Sábado en la noche. En la ruta a Portobelo la gente se arrumaba, feligreses y creyentes caminaban kilómetros y kilómetros par...

PORTOBELO. Sábado en la noche. En la ruta a Portobelo la gente se arrumaba, feligreses y creyentes caminaban kilómetros y kilómetros para ofrecer sus dádivas al Cristo Negro con cargas de hasta 20 kilos encima. Alrededor, retenes. Cuatro.

En el primero pedían papeles. En el segundo requisaban el carro. En el tercero: que se bajen, decían los policías. Busque la fila, una para las mujeres y otra para los hombres.

La mujer tenía una cabina de metal 80 por 80 centímetros para su requisa. Todo parecía normal, entre lo que cabía. ¿Siempre hacen estos retenes? No, decía una colonense.

Entonces ¿qué pasa? Es por lo de Colón, decía otra panameña. Tienen miedo de que haya repercuciones en la fiesta religiosa. Es la primera vez que me manosean así, contaba otra.

Chello Gálvez, que cada año llega a Portobelo en el marco del Cristo Negro a regalar remesas esta vez no estuvo. El alcalde de Colón, Dámaso García, le respondió después de mandar su tradicional carta, que no podía garantizar su seguridad.

Pero a pesar de eso, los turistas, los colonenses creyentes, los visitantes curiosos, tuvieron que vivir la represión y cuando me requisó me tocó tanto que me sentí mal.

Dice Yolanda, una turista que viajaba a Portobelo. -Usted tiene derecho a hacer esto? — Le preguntó.

—Es una orden, respondió la agente policial.

—No lo creo — le dijo ella.

—Puede poner una demanda, concluyó la otra.

Y qué hace uno? dice Yolanda.

Nada, responde Edgar Ortíz, presidente del Colegio de Abogados. ‘Aquí las cosas se manejan tan mal que la Policía cree que tiene esos derechos’, contaba.

UN POCO MÁS ALLÁ

Colón llevaba cuatro días de lucha por defender su territorio. La gente estaba enojada. Sergio ‘Chello’ Gálvez acaba de decir que el proyecto 529, por la cual se vendíanlas tierras de la Zona Libre de Colón por 2 mil millones de dólares, estaba aprobada y el presidente, le secundaba, diciendo que si había compradores se vendían.

Según los informes policiales, habían cinco heridos uniformados. Pero eran más. Hechos que no reportaban: allanamientos ilegales en las casas, un hombre desnucado del que las noticias no hablaron, resistencia. ‘El Gobierno pensaba que nos íbamos a quedar de brazos cruzados’, dice Ramón Betancourt, el padre de Pelón, el niño muerto en una balacera cruzada, ‘y no fue así’, señala.

La gente estaba disgustada, enardecida, enojada. Entre las preguntas rondaba el porqué el Servicio Nacional de Fronteras (Senafront) desplazaba a sus fuerzas, en una ciudad de alrededor de 220 mil personas y por qué entraban a las casas sin orden de allanamiento, deteniendo a 150 personas y 22 judicializados.

—Si tuviera a Chello de frente... — decía una mujer con rabia en su mirada.

—¿Y qué quiere que sintamos? —decía otra,

—¿Amor? ¿agradecimiento? —No.

—No se puede tener un gobierno que pretende vender nuestra tierra, que genera disturbios y que mata a un chiquillo.

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