Las desoladas y codiciadas tierras de Juan Hombrón

Actualizado
  • 07/12/2011 01:00
Creado
  • 07/12/2011 01:00
Las resoluciones de titulación emitidas por el Ministerio de Economía y Finanzas a favor de las doce sociedades anónimas mencionan a 45 ...

Las resoluciones de titulación emitidas por el Ministerio de Economía y Finanzas a favor de las doce sociedades anónimas mencionan a 45 personas. La gran mayoría, supuestos poseedores de terrenos; los demás, testigos, ‘quienes han declarado bajo la gravedad de juramento que son habitantes y residentes de la comunidad de Las Uvas en Juan Hombrón, corregimiento de El Chirú, distrito de Antón, provincia de Coclé’.

En casi todos los casos el periodo de residencia sobrepasa los 20 años. En ningún caso es menos de cinco.

Traté de visitar la comunidad de Las Uvas hace tres años, el día 13 de noviembre del 2008 para ser exacto. Unos kilómetros al oeste de Río Hato hay un camino de piedras que baja desde la Panamericana al mar, donde están las cinco o seis casas de Juan Hombrón.

Si la marea está baja, uno puede llegar a la península a pie o en carro.

Manejé toda su largura. Un grupo de inversionistas intentaban titular una tierra de la que habían comprado los derechos posesorios a unos pescadores, y yo investigué por parte de La Estrella.

Encontré una faja de arena, medio cubierta en el lado de la laguna de matorral esparcido. Aparte de insectos, cangrejitos y aves, estaba limpia de vida animal, y el único rastro de vida humana eran un par de ranchos desbaratados, pudriéndose de oxidación.

¡No logré visitar la comunidad porque no existía! aunque 45 personas han declarado, ‘bajo gravedad de juramento’, que residían en ella cuando yo visité la península.

En enero de este año, el día 28, dos periodistas de La Estrella fueron allí. La reportera Zelideth Cortez y el fotógrafo Luis García.

Ellos encontraron lo mismo que yo, con la excepción de que ahora hay tres ranchos. Aparte de los dos y sus guías, no había nadie.

¿Qué le habría pasado a los 45 residentes? Podría ser que, en ambas ocasiones, estaban todos de vacaciones.

Los residentes suelen tener residencias. ¿Qué habrá pasado con ellas? Ni yo ni Zelideth ni Luis observamos nada digno de la apelación. Quizás los residentes, como caracoles, las habían llevado consigo; o quizás la gravedad del juramento no pesa tanto en Las Uvas, como en otras partes.

Zelideth y Luis hablaron con algunas de las personas mencionadas en las resoluciones de titulación.

Viven cerca de Antón, a varios kilómetros de Las Uvas. Dijeron que a veces, cuando pescan, pasan la noche en Las Uvas.

Puede ser cierto, aunque habría sido necesario traer agua potable, en la península no hay ni una gota. Puede ser que decían la verdad, pero pasar una noche en un lugar de vez en cuando es algo diferente de lo que los supuestos moradores de Las Uvas declararon ‘bajo la gravedad del juramento’, y no da derechos posesorios sobre nada.

Algunas de las personas mencionadas en las resoluciones tienen los mismos nombres y números de cédula que los que vendían sus supuestos derechos posesorios al grupo de inversionistas que yo investigué en 2008. No los culpo en lo más mínimo. Hay vagos de la clase pudiente que hacen sus chanchullos de tierras, es justo que gente humilde saque algo, y lo más que recibían era unos mil dólares.

Pasó algo gracioso cuando el grupo de hace tres años intentó titular el terreno en Las Uvas. Un corredor de bienes raíces de apellido Jiménez mandó un e-mail al señor Steve Guthrie, de Denver, Estados Unidos, secretario-tesorero de Grand Panama International, ofreciéndole lotes a precio de ganga. ‘¡Pretendía vendernos terreno que ya habíamos comprado al señor Lucom y por los que habíamos abonado medio millón de dólares!’, me dijo Guthrie.

‘Esa laguna es donde pensábamos poner la marina, y sin esos kilómetros de playa Santa Mónica no sirve para el proyecto’.

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