Al menos 12 personas murieron y centenares de miles se encuentran afectadas a causa del fuerte temporal causado por un frente monzónico y el tifón Gaemi,...
'A veces los niños lloran buscando a su mamá, que nunca los va a visitar'
- 08/12/2019 00:00
- 08/12/2019 00:00
Aldeas Infantiles SOS es una organización no gubernamental que trabaja en garantizar a los niños, niñas y adolescentes sus derechos a vivir en una familia que les dé amor, seguridad y protección. Cada día, nuestra sociedad lleva a la familia a vivir en una situación en la que se vulneran los derechos de estos niños. Me refiero a abuso físico, sexual y negligencia. El Estado interviene en muchos casos; a partir de una llamada anónima de advertencia, las autoridades intervienen y remueven a estos niños del núcleo familiar tóxico y los inserta en albergues. En Panamá hay 55 albergues, pero Aldeas Infantiles SOS es el único que brinda un entorno lo más parecido a una familia. Tiene unas casitas, hay cuatro a nivel nacional, y se inspira en la idea de Hermann Gmeiner, que se basa en que ningún niño crece de forma integral si no crece rodeado por el amor de una familia. Lo que hace es que construye estas casas, como una comunidad, y en cada una coloca a un reemplazo de una mamá a la que se le llama “tía”.
Las situaciones son graves, hablamos de abuso sexual, violencia física en grados que no te puedes imaginar, negligencia en casos de niños que no han ido a la escuela a los diez u ocho años, situaciones que son difíciles de entender hasta que uno las ve.
Son de tres a trece años; pero cuando nos llega un caso de una niña violada de quince años no podemos decirle que no y a veces, muchas, hacemos excepciones porque cada vez hemos visto más casos. Ahora nos enfrentamos a otra situación, que es la niñez migrante, en la que vemos niños viajando solos, que no estaban en nuestro perfil, pero a los que no podemos abandonar.
Una de nuestras políticas es justamente siempre creerle al niño(a) y apoyarlo para que aflore la verdad. En muchos casos ellos no son quienes hablan, sino los hermanitos, los vecinos, y ahí entra la autoridad a hacer un trabajo. Llegan a las Aldeas y en nuestra política de ingreso, esa cuidadora que va a atender al menor, lo primero que tiene que hacer es darle un abrazo.
Yo he tenido varias experiencias profesionales para liderar equipos, planes estratégicos, y cuando me presentaron participar en Aldeas, que consistía mucho en buscar fondos, pensé que no sería tan difícil. Pero no estaba preparada para la parte emotiva. No sé si es porque soy mamá, pero cualquier persona que escuche los casos por los que estos niños llegan al programa y se mantienen ahí... a veces lloran buscando a su mamá que nunca los va a visitar, a uno se le parte el corazón. No me considero una madre ejemplar, pero definitivamente para que un niño pueda salir adelante y decir “yo puedo contra lo que venga”, necesita el apoyo, sino es de una mamá, de alguien que le ayude y le diga que puede contar con ella.
Cambia mucho en la parte de escuchar, de no dudar de él, es ese concepto de creer más en él, de escucharlo y hacerlo partícipe de la toma de decisiones que le competen. También le ha enseñado mucho a él, yo me lo llevo al trabajo y juega con los niños de Aldeas, entendiendo que son niños que necesitan sentirse parte de un grupo, de una comunidad, y siento que lo ha hecho muy bien, me da una sensación de que le dejo en su corazón una semilla de que hay que ayudar al prójimo. Pero la parte emotiva ha sido muy difícil para mí, solo hablar de eso me agua los ojos.
Hace poco me enamoré de un niño de cinco años que cada vez que yo llegaba por ahí me abrazaba. Cuando íbamos caminando de la mano para tomarnos una foto por el Día del Niño, me miró y me dijo: “¿Tú eres mi mamá?”. Un caso que me afectó muchísimo fue hace un par de meses, cuando una chica que tenía una enfermedad congénita murió. Durante los siete años que estuvo en Aldeas, en ocasiones muy contadas su mamá biológica la visitó. Sufría de un síndrome rarísimo, insuficiencia del dolor. Cuando la conocí estaba enyesada de pies y manos, pero eso nunca le quitó la sonrisa, decía que para Navidad quería unos patines. Después de una larga lucha con la enfermedad y varias idas al hospital, fiebres altísimas, la niña falleció. Cuando nos llamaron para decirnos que estaba en sus últimos momentos, nos fuimos al hospital y llamamos a la mamá biológica para notificarla. Cuando llego al hospital, estaban de un lado de la cama su mamá biológica llorando desgarradoramente, y del otro, su mamá de Aldeas, desconsolada, era la que la llevaba al hospital, la que le curaba la fiebre, la que la bañaba, y yo parada en medio sin saber a quién consolar primero.
Le damos la atención psicológica que requiere y muchas veces tratamos de hacer el acercamiento con la madre biológica.
Muchas veces se le da atención psicológica y se le explica que no es que la mamá no lo quiera ir a ver, pero que en este momento no puede hacerlo. Muchas veces se trata de niños y niñas maltratados sexualmente.
Aproximadamente siete niños por casa. Hay una sola persona asignada a la casa, que es la cuidadora principal, pero rotan por los días libres, vacaciones, etc.
Estos niños vienen con muchas necesidades de atención y cariño; hay que trabajarles muy fuerte su autoestima para que puedan volver a confiar en alguien. Si supuestamente la persona que debe protegerte y cuidarte es la que te maltrata, llámense tus papás, abuelos o hermanos, la que te hacen daño, ¿cómo confías nuevamente en alguien?
Mucha atención psicológica, se hace un trabajo muy profundo en ese sentido, y darles amor y que se sientan seguros. Les costará, pero eventualmente lo logran. De Aldeas Infantiles SOS han salido muchachos que por las situaciones que han vivido te imaginarías chicos retraídos, con baja autoestima, pero ese no siempre es el caso. He conocido unos veinte egresados que vuelven a visitar su casa para saludar a esa persona que los crió, y son totalmente independientes, profesionales. Tenemos una muchacha que trabaja en el Servicio Nacional de Fronteras, otra que es contable en Grupo Adams, otro que nos representa internacionalmente en Estados Unidos en Olimpiadas, otro que es piloto de Copa.
Hemos calculado que cada niño o adolescente nos cuesta aproximadamente $548 en atenciones básicas: vivienda, alimentación, escuela, salud, mantenimiento de la casa. Si un niño presenta algún problema dental, eso no entra en ese presupuesto.
Actualmente tenemos nuestros mayores benefactores de la filial en Austria. Pero cuando Europa comenzó a presentar su propia crisis hubo un replanteamiento en la distribución del dinero y se vieron en la necesidad de recortar el presupuesto, en forma gradual, que tenían para algunos países como Panamá. Así que para el 2030 nosotros debemos ser autosuficientes. Nos están preparando para la fecha, actualmente el 75% de nuestro presupuesto proviene de Austria, el 17% de recaudación local, que es donde apelamos a los ciudadanos y empresas, y el 10% proviene del Municipio, Zona Libre de Colón y el Ministerio de Desarrollo Social.
Así es, nosotros estamos buscando que el Estado nos dé un subsidio a todos los albergues que atienden niños sin cuidado familiar. Entendiendo que ellos no tienen quién vele por ellos, somos el Estado, los papás de esos niños que tenemos en los albergues. Por lo tanto, estamos pidiendo que cada niño que venga referido por el Estado, venga con su pan debajo del brazo para que nosotros podamos tener atención para ellos de actividades extracurriculares, atención dental de ortodoncia y de salud mental, que es importantísima. Tenemos un problema muy grande con la salud mental de estos niños, la mayoría vienen con situaciones importantísimas y un medicamento psiquiátrico cuesta al menos $100 al mes y nosotros tenemos muchos niños con problemas de esta índole. Necesitamos terapias, a veces nos cuesta un poco más conseguirlos y sacar a un niño de este medicamento no es aconsejable.
Son niños que vienen violados, con situaciones muy importantes de desnutrición, falta de atención que a la larga traen estos problemas. Hemos tenido casos de intento de suicidio…
Afortunadamente no se han consumado los suicidios. Ha habido intentos. El años pasado hubo como una 'epidemia', digo yo, porque la mayoría de los adolescentes tenían pensamientos suicidas. Tenemos personal que nos apoya, que nos brinda en algunas ocasiones sus servicios pro bono y vamos a los centros de salud y el Hospital del Niño, pero tenemos un hueco muy grande porque tenemos que pagar por las atenciones de estos niños cuando son referidos por el Estado. Hacemos terapias colectivas, pero estos chicos necesitan terapias individuales y no tenemos presupuesto para ello.
En Panamá tenemos un grupo de profesionales que nos brindan parte de su tiempo, pero tengo cuatro programas y requerimos que más profesionales nos apoyen porque el Estado no lo hace. El Instituto de Terapia Familiar, por ejemplo, se acercó a nosotros y nos dio ciertas horas para atender a los niños. Otro grupo de odontólogos atiende una vez a la semana a dos niños para hacer limpieza, y eso lo hacen pro bono.
En las cuatro localidades, Colón, Penonomé, David y Panamá, hay 238 personas. En cada lugar hay una aldea compuesta de entre 10 y 12 casas donde en cada una hay una figura maternal y en cada casa viven aproximadamente siete personas.
Ahí entra en juego la Senniaf (Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia ) y los juzgados de familia porque son quienes deciden cuándo el chico(a) puede volver a casa. Nos toca a nosotros hacer un trabajo de sensibilización con los tomadores de decisiones para que nos hagan partícipes de estas decisiones. Quién mejor que nosotros, que estamos cuidando al menor todos los días, sabemos cuál es la situación y si está preparado para volver a casa.
No. No sé cómo lo deciden las autoridades, tendrán sus trabajadores sociales, pero sí necesitamos pedirles que nos tomen en cuenta. A veces reintegran al niño donde su familia, pero por el tiempo que duró en Aldeas, ese niño nunca recibió una visita de su papá o de su mamá, entonces cómo se reintegra a la persona que por meses o años, no se ha preocupado por saber cómo está su hijo. En unos meses, se vuelve a vulnerar el derecho y los niños regresan a las Aldeas. Ahí está doblemente victimizado.
En que no toman en cuenta a las organizaciones que estamos trabajando en el bienestar de los niños. Que seamos nosotros partícipes de esta toma de decisión, estamos poniendo a jueces de familia que no están muy adentrados en el tema de los derechos de la infancia, toman decisiones y no garantizan esos derechos y se les vuelven a vulnerar.
Sí, si pasa. Dentro del programa tenemos algo que se llama reintegro familiar porque al darnos cuenta de que la familia o el niño no están preparados para su retorno, nosotros los acompañamos por un periodo de tiempo, generalmente seis meses, en el que hacemos visitas para tratar de garantizar que esté bien. A veces le damos aportes económicos a la familia porque al ser la carencia económica un factor influyente en la causa del maltrato, buscamos amortizar esto con la ayuda.
Directora Nacional de Aldeas Infantiles SOS