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- 19/05/2024 01:00
- 18/05/2024 16:27
El primer asentamiento de personas negras libres en América Latina se ubicó en la costa caribeña de Panamá. La villa de Santiago del Príncipe, como esta era conocida, fue una respuesta a las falencias de Castilla de Oro en la región, donde el levantamiento de los negros esclavizados supuso un talón de Aquiles para el enclave español.
De acuerdo a la investigación ‘Localización de la villa de Santiago del Príncipe, Panamá. Pruebas históricas e indicios arqueológicos’, de Javier Laviña, en la corona española existía una gran incapacidad por parte de las autoridades y los propietarios de terrenos para hacer frente al fenómeno del cimarronaje, convirtiéndolo en un problema de Estado.
En el caso específico de Panamá, existieron múltiples intentos de controlar a los negros que habían escapado y eliminar los palenques que se habían asentado en el Caribe del istmo. El constante acoso a las comunidades de cimarrones fue una de las estrategias utilizadas por el gobierno español para intentar controlarlos y enseñar a los negros que seguían siendo esclavos y que el cimarronaje no era una alternativa para ellos.
A pesar de esto, el margen de triunfo en los enfrentamientos entre blancos y cimarrones eran cada vez más favorables para los esclavos que habían escapado, lo que obligó a la Corona ordenar y negociar con estos.
‘Una historia atlántica en el Panamá del siglo XVI: los ‘negros de Portobelo’ y la villa de Santiago del Príncipe’, de la investigadora Marta Hidalgo Pérez, establece que a partir de esto se iniciaron tres frentes de negociación en las localizaciones donde se encontraban la mayor parte de palenques: Bayano, Cerro de Cabra y Portobelo.
De acuerdo a esta misma investigación, durante las negociaciones los cimarrones se encontraban en una posición de poder, lo que les daba la libertad de establecer las condiciones de negociación, sin embargo, también sentían recelo ante la nueva postura adquirida por los españoles al no ser la primera vez que decían querer negociar y seguir el camino de la paz.
Sin embargo, muchas comunidades de esclavos que habían escapado no querían vivir siendo perseguidos por lo que creyeron que sería más conveniente aceptar condiciones de la corona española a cambio de su libertad, colaborando con las autoridades como súbditos libres.
De esta manera se creó la villa de Santiago del Príncipe, que fue el primer grupo de cimarrones en acercarse a los españoles para negociar la paz y obtener libertad a cambio de lealtad a la corona.
El 20 de septiembre de 1579 se dio el veredicto en la Real Audiencia: “Se ha resumido y acordado que se le conceda la dicha gracia de población en el dicho sitio con las dichas promesas (...) el cual dicho pueblo se nombre y llame la villa de Santiago del Príncipe”, dejó por escrito el escribano Luis Sánchez como testimonio del acuerdo con los ‘negros de Portobelo’.
Desde ese momento, a quienes conformaron el asentamiento se les concedió vestido, maíz, ganado y todo lo necesario para asegurar su subsistencia en prosperidad bajo el liderazgo de Luis de Mozambique, a quien la corona española había reconocido como la máxima autoridad de la villa.
Según la investigación de Javier Laviña, Santiago del Príncipe tenía el objetivo principal de garantizar la paz y el comercio fluido entre Panamá y Nombre de Dios, para esto, los propietarios de terrenos tuvieron que reconocer la libertad de sus esclavos a pesar de las pérdidas económicas considerables, sin embargo, los beneficios de la alianza entre la población del asentamiento y los españoles trajo mejores beneficios.
Los habitantes de Santiago del Príncipe también se convirtieron en mediadores entre otros grupos de cimarrones que todavía atacaban las propiedades españolas o ayudaban a los piratas a realizar saqueos.
Otra investigación de este mismo autor sobre el tema, ‘Don Luis de Mozambique, el que elegido fue de su rebelión por rey primero: Santiago del Príncipe, primer pueblo de negros libres de América’, destaca que la historia de Santiago del Príncipe “se pierde en el tiempo” cuando la corona española obliga a los habitantes de Nombre de Dios a trasladarse a Portobelo.
Lo que sí se sabe es que el asentamiento no duró ni siquiera 20 años debido a la amenaza de un ataque por los piratas con el fin de destruir la villa.
A pesar de esto, la existencia del lugar queda inmortalizado en uno de los versos de ‘La Dragontea’ de Lope de Vega, que dice lo siguiente: “Volviendo a los valientes cimarrones, digo, Señor, que muerta gente alguna, porque los Caledonios escuadrones no tuviesen victoria allí ninguna, con encendidas hachas y tizones, no siendo a tales ruegos importuna la doméstica paja, dieron luego a su Numancia honrada civil fuego”.
Según las palabras de Vega, serían los mismos pobladores de Santiago del Príncipe quienes quemaron el asentamiento para evitar que este fuera destruido por los piratas ingleses.
En la actualidad, diversas investigaciones se han realizado para conocer más sobre esta población, de la cual todavía quedan múltiples preguntas por responder, sin embargo, la existencia de este asentamiento quedará registrado en la historia como uno de los más importantes logros durante el cimarronaje en América Latina.