El Capitán Phillips contra los piratas

Actualizado
  • 07/11/2013 01:00
Creado
  • 07/11/2013 01:00
PANAMÁ. Mientras el capitán Phillips se despide de su mujer para emprender otro largo viaje en un buque de carga con bandera estadounide...

PANAMÁ. Mientras el capitán Phillips se despide de su mujer para emprender otro largo viaje en un buque de carga con bandera estadounidense, del otro lado del mundo un puñado de somalíes de un pueblo costero planean la toma de un barco en busca de un botín millonario. No es difícil adivinar lo que sigue. Primero aparecen dos pequeños puntos en el radar del buque acercándose a gran velocidad y a los pocos minutos el contacto entre los tripulantes del barco estadounidense y los piratas tercermundistas es un hecho.

Así comienza esta inquietante aventura de piratas del siglo XXI, más cerca de una historia sobre la desigualdad social y la globalización que de las películas de piratas a las que estamos acostumbrados desde niños. Una historia muy bien narrada y que a pesar de sus más de dos horas de duración, sabe mantener la tensión y el suspenso.

Eso se lo debemos en gran parte a la habilidad de su director, el británico Paul Greengrass, que a esta altura ya es un especialista en llevar al cine hechos reales. Porque, además de ser una buena película, la historia de Capitán Phillips fue un caso real que mantuvo en vilo a la prensa mundial en abril de 2009, y generó el libro en el que se basa esta producción: A Captain’s Duty: Somalí Pirates, Navy SEALS, and Dangerous Days at Sea (El deber de un capitán: piratas somalíes, Navy SEALS, y días peligrosos en el mar), escrito por el mismísimo capitán Richard Phillips.

La cámara en mano para filmar escenas con más realismo, fundamental para la estética de esta película, es también una marca registrada de Greengrass. Ya la había utilizado de manera exitosa tanto en películas basadas en hechos reales, como Domingo Sangriento (2002), Vuelo 93 (2006) o La ciudad de las tormentas (2010), como en las dos películas que dirigió de la trilogía de Bourne y que hicieron que la saga tome un nuevo rumbo, más innovador e interesante.

Pero no sólo la dirección de Capitán Phillips es buena. El film además cuenta con la impecable actuación de Tom Hanks (el dos veces ganador del Óscar, por Philadelphia y por Forrest Gump), quien interpreta, por supuesto, al Capitán Phillips, el encargado de tripular el buque estadounidense.

Con este papel, Hanks vuelve a demostrar por qué es uno de los actores más grandes y clásicos del cine actual. Su hallazgo es mantener su papel de hombre común sin caer en la figura del héroe. Aunque, a medida que la película avanza, deberá ir dejando de lado su actuación sobria para darle dramatismo a la historia.

La película cuenta además con una de las grandes revelaciones actorales del año. Se trata del novato Barkhad Abdi, quien interpreta a Muse, el líder pirata, y hasta el momento del rodaje trabajaba conduciendo limusinas para una empresa. Este veinteañero, nacido en Somalia y mudado junto a sus padres a Minneapolis cuando tenía 14 años, se enteró del casting de ‘jóvenes somalíes’ y, aunque parezca increíble, simplemente se presentó y quedó seleccionado.

Aún con ese gran equipo de trabajo, que también incluye al director de fotografía Barry Ackroyd -ganador del Óscar por Vivir al límite (Kathryn Bigelow, 2008)-, debemos destacar un último acierto de Capitán Phillips: hacer que no haya buenos ni malos, o al menos que ninguno lo sea en forma absoluta durante toda la película, y aún así no convertirse en una apología de la piratería.

En los minutos finales, el capitán Phillips le pregunta con cierto tono naíf a los piratas: ‘Tiene que haber algo más que ser pescador o pirata’; y Muse, el líder de los secuestradores, le responde: ‘Tal vez en América’. A fin de cuentas esta es una historia de piratas, pero transcurre en el siglo XXI, en un mundo globalizado, con amplias desigualdades sociales, económicas y de posibilidades.

UN BUEN ‘CASTING’

Más allá de si el guión tiene o no fisuras, o de si la historia es o no fiel a los hechos reales (como estuvieron criticando algunos de los miembros reales de la tripulación), uno de los mayores logros de Capitán Phillips es, sin duda, su impecable casting.

No sólo por la elección de los cuatro debutantes africanos para el rol de los piratas somalíes o de Tom Hanks para el papel principal, que además de sostener el relato durante toda la película es un muy buen atractivo para el público. Habría que extender el concepto de casting para hablar también de la elección del director por parte de los productores, ya que sin Paul Greengrass, y su maestría para genera tensión y suspenso, esta película podría haber sido realmente olvidable.

Gracias a todas esas elecciones, no sería extraño que alguno de esos desconocidos africanos continúe en la industria cinematográfica, ni que este film se convierta en relleno para las candidaturas de los Óscar a mejor película o mejor dirección. Y mucho menos debería sorprendernos que Tom Hanks sea nominado por tercera vez como mejor actor a los Óscar. Eso es lo que pasa cuando hay un buen casting.

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