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- 13/11/2019 10:21
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Cualquier película de Martin Scorsese se vive como un acontecimiento en el mundo del cine y "The Irishman" no es una excepción. No solo porque el realizado regrese al mundo de los gángster que tan bien conoce y porque repita por novena vez con Robert De Niro, sino porque trabaja por primera vez con Al Pacino.
Aunque parezca mentira, las carreras de Scorsese y Pacino no se habían cruzado y el resultado no podría ser más satisfactorio, como señaló el actor en una entrevista con Efe durante la promoción en Londres de un filme que llega este viernes a unas pocas salas de cine y el 27 a Netflix.
"Siento que Marty pertenece tanto al cine y a sus engranajes que tengo la sensación de que nació ya dirigiendo películas", concede el actor de 80 años, descomunal en su volcánico y visceral jefe sindical Jimmy Hoffa.
"Es muy cómodo estar con alguien que trabaja así, tan seguro de lo que hace. Eso ayuda a crear un ambiente especial", añade el ganador del Óscar por "Scent of a Woman", que estuvo cerca de trabajar con Scorsese previamente en un proyecto sobre el artista italiano Amedeo Modigliani.
Pero esta vez sí se ha concretado la colaboración y con un enfrentamiento actoral de altura con De Niro en una historia crepuscular sobre el mundo del crimen organizado y un filme "especial" para ambos intérpretes.
"Es especial porque Marty (Scorsese) y yo íbamos a hacer otra historia de gángsters (basada en 'The Winter of Frankie Machine', de Don Winslow) que discurría en la costa Oeste y era muy diferente en cuanto a tono y estilo. Era algo más romántico", explica De Niro, que interpreta con hipnótica frialdad y contención al protagonista, Frank Sheeran, y ejerce también como productor de la cinta.
"Marty empezó a mostrarme películas en las que pensaba como inspiración, como las de Jean Gabin o Jacques Becker. Le comenté que tenía pendiente leer el libro 'I heard you paint houses', de Charles Brandt, como documentación para el proyecto", agrega el célebre actor ganador de dos Óscar, por "The Godfathher: Part II" y "Raging Bull".
"Cuando finalmente lo acabé, le dije a Marty: tienes que leerlo. Creo que es lo que buscamos de verdad. Y así empezó", sostiene De Niro.
El resultado es descomunal: una película épica de tres horas y media contada a través de los ojos de un veterano de la II Guerra Mundial involucrado en uno de los mayores misterios sin resolver de la sociedad estadounidense: la desaparición de Jimmy Hoffa.
Sheeran se convierte en la mano derecha del jefe mafioso Russell Bufalino (Joe Pesci, imperial) y esa amistad sirve de motor para llevar al espectador a los pasillos ocultos de la mafia, mientras observa sus códigos internos, rivalidades y delicadas conexiones políticas.
Una película en la que De Niro y Pacino vuelven a protagonizar un duelo de altura, comparable al de "Heat" (1995).
Aseguran haber saboreado cada segundo de "The Irishman", donde aparecen rejuvenecidos digitalmente gracias a la tecnología de Industrial Light & Magic, que elevó el presupuesto hasta los 160 millones de dólares.
"Me gustan todas las escenas que tengo con Bob", confiesa Pacino.
"La más memorable diría que es la de Frank renunciando a trabajar para Hoffa. Quedó muy divertida y dice muchas cosas sobre ambos personajes. En realidad, todas lo hacen. Marty usa planos muy cerrados y cada secuencia está muy bien perfilada", sostiene.
En la trama confluyen constantes elemento del cine de Scorsese (sus célebres 'travellings', el Copacabana, la voz en off, la escena de los taxis) pero también hay espacio para rendir pleitesía al Sergio Leone de "Once Upon a Time in America" (la culpa como bisagra de la historia) o al Francis Ford Coppola de "The Godfather".
De hecho, en el homenaje más explícito a ese clásico, llega a sonar la banda sonora de Nino Rota. Y muchos verán, en su amargo final, ecos del epílogo de su primera parte.
"Desde luego, es el mismo mundo visto desde ópticas diferentes. Es parte del mismo universo", recalca.
Pacino, con ganas de precisar, remata: "Aunque la escena de la puerta que se cierra en 'The Godffather' posee un significado completamente diferente".
En "The Irishman", Scorsese habla del paso del tiempo y de las consecuencias de unas vidas al margen de la ley, pero sobre todo, de cómo una traición puede quebrantar el espíritu del ser humano, hasta el punto de que la redención resulta imposible.
La puerta queda entreabierta, pero no hay nadie al otro lado. La soledad era esto.