‘El techo', de los vaivenes de los emprendedores cubanos

Actualizado
  • 13/03/2017 01:02
Creado
  • 13/03/2017 01:02
El primer largometraje de la cineasta cubana Patricia Ramos aborda las vicisitudes de los jóvenes que establecen nuevos negocios

La ópera prima de la directora Patricia Ramos, El techo , se centra en los vaivenes de los jóvenes emprendedores que se buscan la vida en la Cuba del siglo XXI, donde el lema actual es ‘inventar un negocio' propio.

En este largometraje rodado en La Habana en 2016, y que con su proyección en el festival de Miami tiene su estreno internacional, tres amigos, dos muchachos y una joven embarazada, fundan una pizzería en el techo de uno de los desvencijados edificios de la capital cubana.

En entrevista con Efe, la directora cubana explica que estos jóvenes ‘no tan adolescentes' tratando de montar un negocio propio es ‘el mejor pretexto' para unir todo lo que sucede en estos tiempos en la isla, y de ahí que incluso pueda parecer un documental.

‘Hay muchos negocios en Cuba, de todos los niveles, pero lo que se dificultan son los insumos, conseguir los materiales para emprender y luego mantener el negocio', señala la directora, sentada en una azotea de Miami Beach.

Rodada en techos del populoso barrio de Cayo Hueso, el filme refleja la memoria de una ‘generación perdida' que reencarna en otra más pragmática, una que trata de buscarse la vida y que, en el caso de los protagonistas, cree además que vendiendo pizzas se puede vivir al margen del ‘sistema'.

‘Hay muchos negocios en Cuba, de todos los niveles, pero lo que se dificultan son los insumos, conseguir los materiales para emprender'

En El techo , cuyo estreno en la cita de Miami fue el pasado viernes, Ana está embarazada y prácticamente sola en este mundo, por lo que no sabe quién podrá hacerse cargo de su hijo.

La madre de la protagonista es una referencia, de ahí la alusión al pasado, y en la película solo ‘aparece' a través del hilo telefónico, desde Miami, lo que podría ser un reflejo de la separación de la familia cubana.

Ana pasa el tiempo en los tejados con sus dos amigos, un joven blanco que cría palomas y otro mulato (‘el más optimista, de ascendencia italiana', según detalla la directora).

Los tres entregan pizzas a mano o por medio de cuerdas y tratan de que cada minuto sea algo más que pura filosofía.

Graduada de la Escuela Internacional de Cine y Televisión, y licenciada en Letras, Ramos rodó su ópera prima de manera independiente, durante 17 días y con un presupuesto muy ajustado, gracias al respaldo de la productora Mar y Cielo, registrada en Nicaragua, aunque en la practica producida por su marido.

‘En Cuba todavía no son legales las productoras de cine', comenta la realizadora, para luego hacer hincapié en la necesidad de ‘incluir a las productoras dentro en las licencias que el Estado abrió para cuentapropistas (autónomos)'.

Durante el rodaje, a las complicaciones usuales en una producción independiente y de estrecho presupuesto se añadió la indeseada coincidencia con la grabación en la capital cubana de una entrega de la saga estadounidense ‘Fast and Furious', cuyo despliegue de medios obligaba al equipo a detenerse por momentos.

‘Los helicópteros eran nuestros principales enemigos', recuerda la directora sobre aquellas jornadas en las que buscaba grabar en directo, y no en estudio, las voces de los actores Andrea Doimeadiós, Jonathan Navarro y Enmanuel Galbán, intérpretes prácticamente desconocidos en Cuba.

A la pregunta de por qué tan pocas mujeres cubanas se lanzan a la aventura de un largometraje cree que la raíz se debe a ‘un tema de machismo'. ‘(Los productores) no quieren arriesgar el dinero con nosotras', agrega.

En Miami, la directora no solo se encontrará, de manera figurativa, con la madre de Ana sino también con el cineasta cubano Orlando Rojas, hoy programador de la sala Tower Theater del Miami Dade College (MDC) y quien 15 años atrás intentó rodar el primer guión de Ramos, una road movie que tenía por título Viaje a La Habana .

‘Pero entonces Rojas se refugió en Miami y no volvió más', recuerda la directora, poco antes de que empiecen a rodar lágrimas sobre sus mejillas. ‘Es por eso que Miami me marca', agregó.

No obstante, agradece en parte que aquel proyecto se frustrara porque a la larga le permitió escribir El techo , que en la edición de este año del festival de Miami compite por el premio a mejor película iberoamericana.

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