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- 13/06/2025 12:37
En un mundo que no se detiene, donde las exigencias laborales, personales y sociales se acumulan sin tregua, hablar de estrés y bienestar no es un lujo. Es una necesidad. Y más aún, una urgencia silenciosa que atraviesa desde estudiantes hasta altos ejecutivos, desde profesionales de la salud hasta padres de familia.
Muchos llegan a procesos de coaching con metas claras: tomar decisiones importantes, encontrar nuevas perspectivas o reconectar con su propósito. Pero detrás de esos objetivos suele haber una realidad más cruda: un cuerpo agotado, una mente dispersa y un sistema nervioso que lleva demasiado tiempo en modo “alerta”.
Este es el terreno donde el coaching, en especial el coaching de bienestar y estrés, cobra verdadero sentido. No como una moda pasajera, sino como una práctica seria, ética y basada en ciencia, capaz de acompañar a las personas desde un lugar más profundo y sostenible.
Cuando el “CEO del cerebro” se desconecta.
En contextos de alta presión, el cerebro no responde como nos gustaría. Cuando el estrés se activa, el cuerpo prioriza la supervivencia. Y en ese modo, la corteza prefrontal —la región asociada al pensamiento reflexivo, la empatía, la planificación— se reduce o cesa en actividad.
La dirección del sistema la toma la amígdala cerebral, cuyo trabajo no es construir futuro, sino asegurar que hoy no muramos.
En palabras simples:
“Es como si nuestro CEO interno se fuera de vacaciones y dejara a cargo al guardia de seguridad.”
Desde ese estado, es prácticamente imposible tomar buenas decisiones, mantener relaciones sanas o simplemente estar presentes.
Por eso, el coaching dedicado al bienestar y estrés, integra herramientas sustentadas en neurociencia, como la regulación emocional, para ayudar a nuestros clientes a volver a un estado de equilibrio. Una de las más efectivas es la coherencia cardíaca, que permite conectar y sincronizar el corazón con el cerebro, generando un efecto positivo en claridad mental, creatividad y bienestar emocional.
Presencia que no se puede fingir:
Quienes ejercemos este oficio con compromiso sabemos que no basta con dominar técnicas. Lo que verdaderamente transforma una conversación de coaching es la presencia del coach.
Una presencia que se entrena, se cultiva, y que se sostiene desde el autocuidado y la autorregulación.
“Nuestro estado interno no solo afecta nuestra capacidad de acompañar... literalmente se transmite a nuestros clientes.”
Desde esta perspectiva, el bienestar del coach no es un tema personal. Es una responsabilidad profesional.
Un coach regulado puede sostener el espacio con más claridad, escuchar con más profundidad y ofrecer una calidad de presencia que no se enseña en manuales.
“Desde la coherencia, la capacidad de escucha se expande más allá de las palabras.”
“Es como sintonizar una radio de AM a FM estéreo: no solo escuchas lo que se dice, sino todo lo que está detrás.”Más que un acompañamiento, un reencuentro.
El coaching de bienestar y manejo del estrés no pretende reemplazar procesos clínicos ni terapéuticos. Su valor radica en ofrecer una estructura profesional de acompañamiento donde el cliente puede reconectar consigo mismo y volver a operar desde su sabiduría interna, no desde el agotamiento.
“El sistema nervioso es como el Wi-Fi del cerebro. Cuando está estresado, la señal se vuelve intermitente: las ideas no cargan, las conexiones se caen, todo se vuelve lento y frustrante.”
Al aprender a autorregularse, el cliente recupera algo muy valioso: la capacidad de elegir. De elegir cómo responder, cómo cuidarse, cómo avanzar. No desde la urgencia, sino desde la claridad.Un oficio que responde a los desafíos de este siglo.
El coaching en general no es solo una respuesta a lo que las personas necesitan. Es una forma profesional y humana de estar al servicio de los tiempos que vivimos.
Un espacio donde la escucha no juzga, donde la calma es contagiosa, y donde las metas se construyen desde dentro.
Un oficio que responde a los desafíos de este siglo:
El coaching en general no es solo una respuesta a lo que las personas necesitan. Es una forma profesional y humana de estar al servicio de los tiempos que vivimos.
Un espacio donde la escucha no juzga, donde la calma es contagiosa, y donde las metas se construyen desde dentro.
Y es también una práctica que exige rigor, formación continua y ética. Quienes trabajamos desde marcos como los de la International Coaching Federation (ICF) sabemos que este es un oficio serio, donde cada sesión importa y cada conversación puede abrir caminos que estaban cerrados.
En un mundo que parece premiar la velocidad, el coaching de bienestar nos recuerda algo fundamental:que el verdadero avance no siempre es correr más, sino caminar más conscientes.
El autor es ACC (ICF Associated Certified Coach) y miembro de ICF Capítulo Panamá.
En un mundo que parece premiar la velocidad, el coaching de bienestar nos recuerda algo fundamental: que el verdadero avance no siempre es correr más, sino caminar más conscientes.
El Capítulo de Panamá de la International Coaching Federation –ICF es una asociación sin fines de lucro, comprometida con el fomento y la difusión de la práctica profesional y ética del coaching.
Está afiliada a la International Coaching Federation-ICF, la organización global más grande y reconocida de Coaching. www.icfpanama.org www.coachfederation.org