Abandono de infantes, un debate entre las sanciones y sus consecuencias

Actualizado
  • 06/05/2020 00:00
Creado
  • 06/05/2020 00:00
La Ley 55 del 11 de julio de 2017 despenaliza el abandono de recién nacidos, cuando son entregados por la madre a un centro receptor. Sin embargo, en caso de que esta incurra en abandono agravado, podría enfrentar hasta 12 años de prisión

Durante un recorrido policial en el sector 9 de Enero, en San Miguelito, un llanto desesperado detuvo a dos agentes de la Policía Nacional. Al mirar de cerca, notaron la presencia de un recién nacido abandonado en el lugar; inmediatamente procedieron a su rescate y lo trasladaron a un centro hospitalario cercano.

Desde que se anunció la pandemia del coronavirus en Panamá, los casos de abandono se han vuelto más frecuentes y un foco de discusión en la sociedad panameña.

La Ley 55 del 11 de julio de 2017 despenaliza el abandono de recién nacidos, si estos son entregados por la madre a un centro receptor que, según establece la ley, son las policlínicas, centros médicos públicos o privados, albergues dotados de personal idóneo o tiempo completo certificados por la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Senniaf), los centros de salud y unidades de atención primaria.

Otro de los puntos que señala la ley es que la entrega del bebé debe realizarse dentro de los primeros siete días de vida, certificados por un médico idóneo.

La ley establece que la entrega voluntaria del menor por parte de la madre, si es la primera vez, no acarreará una investigación penal, exceptuando el caso en que el bebé haya sido víctima de maltrato. No obstante, si la madre es reincidente, la Dirección de Protección del Senniaf debe informar al Ministerio Público para que comience las respectivas diligencias.

Elizabeth Huerta, exjuez de familia, explica que para dar a un bebé en adopción primero se debe poner en estado de 'adoptabilidad', un proceso que se efectúa con el Senniaf, y luego con los abogados de niñez que son los competentes en la materia.

“La mujer que abandona al niño, en la mayoría de los casos lo hace por falta de recursos económicos. Estas familias se encuentran en pobreza extrema. Recordemos que el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) anota que 140 millones de niños en todo el mundo se encuentran en estado de abandono, aunque los números han disminuido desde 2005”, afirma la abogada.

“Los detonantes del abandono pueden ser ignorancia, falta de seguridad en la mujer para enfrentar una situación económica o familiar, violencia, falta de valores. Todos los males sociales pueden estar involucrados en esa decisión”, expresa.

Un estudio de Unicef, realizado en 2015, dicta que en América Latina y el Caribe existen 10 millones de niños en estado de abandono. Las cifras que reportaron el año pasado el Senniaf y el Ministerio Público mostraron más de 2,000 casos de abuso a menores en diversas formas, una problemática por la cual los niños tienen que ser internados en albergues.

Manutención

Otro punto que expone la abogada es el de las pensiones alimenticias que se establecen para sostener al infante y cubrir sus necesidades. “En estos momentos los juzgados de familia están cerrados por la pandemia. Los jueces de paz y estos juzgados no tienen un mecanismo legal para lograr que se cumpla con la pensión. Este puede ser uno de los factores que han incrementado los casos de abandono”, considera.

La jurista aclara que hay que diferenciar el acto de ceder al niño en adopción y el acto de abandono en un sitio donde se ponga en riesgo la vida del bebé.

“Si lo dejan a su suerte en un lugar público estamos hablando de un delito, donde deben intervenir el Ministerio Público y el juzgado de niñez. Si el abandono le causó la muerte al bebé, estamos hablando de un homicidio”, puntualiza. La pena que podría enfrentar una madre por abandono agravado es hasta 12 años de prisión.

Agrega que cada caso debe ser estudiado de manera individual para que el juez penal tome una decisión a través de las investigaciones del Ministerio Público y las fiscalías de familia que se encargan de estas pesquisas.

Por otra parte, Huerta manifiesta que en caso de que un individuo presencie un acto de abandono o encuentre a un menor abandonado, debe acercarse a las autoridades competentes.

“El Senniaf está en calle 38, Bella Vista, también se puede acudir a los juzgados de niñez y adolescencia en plaza Edison; también puede acercarse a las fiscalías de familia, en el Ministerio Público. La persona que se da cuenta de este acto y no lo pone en conocimiento de las autoridades también está incurriendo en un delito, es un derecho de orden público en el que la sociedad está llamada a intervenir y más si se trata de un menor de edad. Incluso estas denuncias se pueden hacer de forma anónima”, reconoce.

En cuanto a las políticas públicas, la abogada considera que hay muchos puntos que se deben reforzar. “He estado en diversas comisiones que están relacionadas con el sistema de protección integral que ya existe en muchos países y ,nosotros estamos rezagados. Participé en la reforma del Código de la Familia, que es una ley que no se ha puesto en discusión con la sociedad porque amerita un cambio total; nuestro Código de Políticas Públicas de la Familia data de 1994, entró en vigor en 1995 y tenía 10 años de estar en proyecto. Con esto nos damos cuenta de que las leyes son obsoletas. La burocracia del sistema hace que se atropellen los derechos de los niños y de la familia”.

“Los juzgados de familia y de niñez se manejan con equipos interdisciplinarios. El juez no es psicólogo, psiquiatra, ni trabajador social; en la actualidad no existe la cantidad de recurso humano que se requiere para atender la problemática y por ende los juzgados están saturados. La respuesta social que necesitamos es más apoyo y más participación laboral de las mujeres, porque son las que se encargan principalmente de la crianza de los hijos; esta es una forma de romper este ciclo. Tenemos buenas leyes, pero lo importante es que se cumplan”, manifiesta.

Huerta sostiene la necesidad de mirar si hay problemas en el núcleo familiar, ya que esto aumenta los riesgos de que el menor caiga en la delincuencia, drogadicción y prostitución.

Terapia y escenario social

Vanetti Alain, psicóloga clínica y psicoterapeuta, afirma que las circunstancias que llevan a una madre al abandono pueden variar desde el estado de salud mental y físico, situaciones familiares puntuales de pareja o de apoyo de núcleo familiar primario y realidad económica. “Los casos ocurren tanto en mujeres de edad adulta como en las jóvenes, sin embargo, es más notorio en las madres adolescentes que llegan a estas circunstancias como una vía de escape o solución a sus problemas”.

Con respecto a las repercusiones psicológicas del abandono en un niño, indica que acarreará falencias importantes, cuyo manejo dependerá de los cuidadores posteriores durante su crecimiento. “Un cuidador puede crear un impacto negativo o positivo en un infante durante sus etapas de crecimiento; por otro lado, los cambios constantes de cuidadores también podrían acarrear más apego, inseguridad e inestabilidad en el soporte emocional”.

La especialista en salud mental comenta que hay casos en los que los infantes son acogidos por ambientes familiares con alto compromiso social y afectivo, en los que es importante el conocimiento y manejo correcto de la historia del menor. “Considero importante el acompañamiento de un especialista durante este proceso para brindar formas asertivas de manejar diferentes situaciones tanto para el menor, cuidadores o familia”.

La psicoterapeuta indica que las terapias en los niños que han sido abandonados dependen de cada caso.

El sociólogo José Lasso plantea que entre los factores causales del abandono de bebés están “los psicológicos, determinados principalmente por desajustes en la adaptación de estas personas a las reglas sociales, además de situaciones de exclusión de grupos o aislamiento social. Es decir, existen personas cuyo aislamiento es provocado por deficiencias en las posibilidades de socialización y convivencia. Son individuos excluidos de la solidaridad de grupos, familiares, amistades y hasta comunidades. Esto crea un escenario de condiciones que predisponen la posibilidad de que este evento ocurra”.

Plantea que los factores sociales y económicos, producidos por modelos de grupos sociales, donde el prestigio se basa en modelos de comportamiento esperados, condenan a las personas que están fuera de estos patrones. “Una joven que se embaraza (producto de una deficiente educación sexual), fuera de los parámetros esperados, adolescente, padres y comunidad que la condenan, sin posibilidades de decidir sobre su cuerpo o sobre la situación, está en el peor escenario”.

El sociólogo añade que las soluciones a este problema están vinculadas al mejoramiento de las condiciones sociales, a la educación sexual en las escuelas y a las oportunidades para jóvenes y adolescentes. “Una cultura de salud mental, la orientación para evitar la presión social y el estigma sobre jóvenes con embarazos, el mejoramiento de la vida cotidiana en los barrios y zonas rurales del país, son algunas de las medidas para evitar futuros casos de abandono”.

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