• 20/12/2020 00:00

Caguetas

¿La tipa te mentó a la madre y quieres solucionar el problema a los puños? Me parece muy bien, mamita, quítate el casco y arremángate. ¡Y que no te sujeten a tu contrincante, víbora babosa!

“Cobarde, gallina, capitán de las sardinas”, así jaleábamos en mis años mozos a los niños que, tras haberse dado golpes de pecho en un reto, se echaban atrás acoquinados cuando miraban el peligro a los ojos.

Y eso les canto hoy desde esta columna a los policías que, como mandriles en pleno subidón de iboga, rodean y alientan a la chimpancé que, apertrechada con todos los implementos protectores habidos y por haber, toma como punching bag la cabeza de una chica.

A ver, colegas, que no, que los que han seguido estos aullidos desde el principio saben perfectamente que a mí lo del pacifismo me parece un sueño de opio, y los que sueñan con un millón de amigos y la paz mundial o son imbéciles o son gatos japoneses puestos hasta las cejas de matatabi.

Los primates del género Homo no nos hemos caracterizado en nuestra historia precisamente por nuestra capacidad de resolver las diferencias de una forma sutil y dialogante, y la mayor parte de la diplomacia funciona porque los que están sentados a la mesa saben perfectamente quién tiene el garrote más grande, ya sea entre las piernas o escondido tras la espalda.

Una vez dicho esto, la policía panameña ha demostrado que son unos malditos cobardes, unos cobardes sin honor ni decencia.

¿La tipa te mentó a la madre y quieres solucionar el problema a los puños? Me parece muy bien, mamita, quítate el casco y arremángate. ¡Y que no te sujeten a tu contrincante, víbora babosa! Es muy fácil desquitar la rabia en la cara de alguien que no puede defenderse. Se conoce que tu madre no te enseñó la lección primera de las peleas: nunca se le pega a alguien que ya está en el suelo y jamás le pegas a alguien indefenso.

Después de este espectáculo bochornoso el otro, en lugar de calmar los ánimos anunciando sanciones ejemplares e investigaciones hasta las últimas consecuencias, salta con la boutade: “Estos jóvenes salen buscando estas situaciones”.

Y yo, que el miércoles 2 de diciembre estuve varada durante media hora a la salida de Penonomé porque el SUNTRACS decidió cerrar la Interamericana de forma intermitente durante horas, me cago de la risa, porque yo, que llamé a uno del puñado de agentes de la ATTT que estaban allí parados como pendejos sin hacer nada contra menos de una decena de manifestantes, recuerdo el tono de acoquine de su voz cuando me dijo: “Pero es que no podemos hacerles nada porque ya sabe usted cómo se ponen”.

Y yo, que también recuerdo que hace unas semanas los taxistas cerraron el tráfico durante más de 8 horas en la 24 de Diciembre y allí un hubo ningún taxista preso, nadie golpeado, nadie molido a golpes (¿será porque ese es el negociado de los diputados?). La cosa es que a estos energúmenos los tratan con guantes de seda. Con estos no se atreven los policías, con estos sí miden las palabras y las acciones. A ninguno estos los rodean en el círculo de gorilotes y los agarran para facilitar que un cagueta pueda pegarle.

Eso nos demuestra varias cosas, la primera: que la mayor parte de los policías no tienen ni puñetera idea de que nosotros somos sus fóquines jefes. Que ellos cobran gracias a nuestros impuestos. La segunda, que da igual cuántas capacitaciones se les ofrezcan, de donde no hay no se puede sacar y salvo escasas y honrosas excepciones, que las hay, estos tiparracos son unas bestias pardas sin remisión.

Y por último, recuerdo al gran Pedro Altamiranda cuando hace años ya nos lo dijo: “A su chif están cuidando…”.

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