Culpables

Actualizado
  • 17/01/2010 01:00
Creado
  • 17/01/2010 01:00
Yo ingenuamente creía, como supongo que pensaron muchos de los que sí votaron en las pasadas elecciones generales de este país, que el l...

Yo ingenuamente creía, como supongo que pensaron muchos de los que sí votaron en las pasadas elecciones generales de este país, que el lema esgrimido por el grupo del actual presidente, “los locos somos más”, era poco más que eso, un lema. Un eslogan pegajoso que permitió que la gente se identificara con lo que ellos creían una locura “sana”, que rompía los paradigmas del rejuego político que se conocía hasta ese momento.

Pero me da miedo comprobar, a escasos seis meses del triunfo, que algunos de los ministros designados cumplen efectivamente con ese requisito en su sanidad mental. ¿Será por eso que los nombraron ministros? Anonadada me hallo, caramba, al escuchar las acusaciones que hace el pintoresco personaje que sufrimos de Ministro de Gobierno y Justicia. Las declaraciones que ha hecho desde que asumió su cargo han sido cada cual más memorable que la anterior, pero la última ha sido la traca final. Ante las reconvenciones por parte de todos los sectores de la sociedad sobre el enorme incremento de la sensación de inseguridad en la ciudadanía; ante la avalancha de muertos por bala, machete y droga. Ante los conciertos tocados con dinamita que todas las noches se escuchan en muchas de las áreas capitalinas, ante todos estos hechos, a él solo se le ocurre decir que la culpa la tienen los periodistas. ¡Olé!

Y con eso no voy a decir que el buen gusto y la ética periodística campen por sus respetos en los medio panameños, cuyo desempeño noticioso a veces deja mucho que desear. Es cierto que la sangre chorrea de las hojas de algunos tabloides y es cierto que las imágenes que se exponen a la vista pública en algunos canales quizás no son las más adecuadas. Puede ser. Lo que de ningún modo le acepto a ese señor es considerar eso la causa de la inseguridad en ese país. ¡Por favor! ¿Alguien puede decirle a ese desaforado que le debe a la ciudadanía un poco más de respeto? No nos trate como imbéciles señor. La culpa de la inseguridad en el país, como en todos los países del mundo es una compleja conjunción de causas, entre las cuales la pobreza extrema, la ausencia de oportunidades reales de mejorar la esperanza de vida y el rechazo social no son de las menores.

Mejorar la inseguridad ciudadana y controlar la delincuencia son su trabajo, y los ciudadanos opinan que no lo está haciendo. Informar acerca de las noticias (y en eso se incluyen todos esos hechos violentos) es el trabajo de los medios de comunicación. Desde luego, si éstos no cumplieran con su trabajo, quizás la percepción de la ciudadanía acerca del desempeño laboral del señor ministro mejoraría, pero eso es un deseo suyo, no es culpa de los medios. Si no hubiera tiroteos los medios no se los podrían inventar. Bueno, poder podrían, pero entonces usted, señor ministro, podría encarcelar a los culpables de mentir y engañar.

En fin, que si en vez de arremeter verbalmente contra los medios de comunicación las autoridades destinaran sus esfuerzos, su tiempo y su inteligencia a tratar, realmente, de combatir a los chicos malos, quizás otro gallo les cantaría. El problema que me da la impresión que tienen, es que la locura, a pesar del elogio que en su momento hiciera de ella un gran filósofo, no es buena consejera en política, por lo menos cuando se está en ejercicio del poder. Y eso, estos señores lo están aprendiendo de la peor forma posible. Esperemos y deseemos que la curva de aprendizaje mejore exponencialmente en los próximos meses.

Para terminar solo una pequeña llamada de atención al señor ministro, ¿su argumento entonces es que la apología de la violencia genera más violencia? ¿Sí? Pues entonces explíqueme cómo debemos entender los ciudadanos sus palabras hace escasas semanas, cuando defendió a capa y espada a uno de sus subordinados, el que agredió a un empleado de gasolinera vestido de uniforme. ¿No fue usted el que dijo que le parecía muy bien y que usted hubiera hecho exactamente lo mismo? ¿Eso no es apología de la violencia? Entonces, usted también es culpable. He dicho. Caso cerrado.

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