Desperdiciar el tiempo con los hijos

Actualizado
  • 08/06/2021 00:00
Creado
  • 08/06/2021 00:00
No espere a que su hijo se enferme gravemente, a que tenga un accidente delicado o a que crezca y abandone la casa para querer, entonces, dedicarle horas y hasta días

Vivimos en una carrera continua, todos estamos llenos de tareas y de necesidades: trabajar, estudiar, leer los diarios, ver la última película, la televisión, departir con las amistades...y por si fuera poco, no falta la influencia absorbente de la computadora y el celular.

Es mejor que pierda su tiempo ahora y no a sus hijos después.

Total que no queda tiempo para casi nada...ni para los hijos.

Cuando los padres llegan del trabajo se encuentran con el niño que quiere mostrarles su juguete nuevo, o la niña que necesita que le compongan la muñeca que se le rompió, pero la respuesta automática que darán casi siempre es “no tengo tiempo, estoy cansado”.

En cambio, si se trata de otra cosa, sacan el tiempo de donde sea y como sea. Si suena el teléfono y son los amigos para invitar a una salida o a unos tragos, se esforzarán y dejarán de lado el cansancio y a los hijos.

¿Por qué cuesta tanto darse cuenta de que no hay nada más placentero y que dé mejores recompensas que estar con los hijos?

Por supuesto que usted regresa cansado del trabajo, todos nos cansamos, pero el hecho es que si puede “descansarse” para otras actividades, pues hágalo también para dedicarse a ellos.

Aprenda a planear su tiempo para tener momentos de descanso y de intimidad, y deje otros, como los fines de semana, los días feriados o las vacaciones, para sus hijos.

No espere a que su hijo se enferme gravemente, a que tenga un accidente delicado o a que crezca y abandone la casa para querer, entonces, dedicarle horas y hasta días.

¿Qué desea un hijo de sus padres? Contar con ellos, tenerlos a su lado y que lo acompañen, le hablen y lo escuchen. Para él esto es esencial y no hay sustitutos.

Pero hay varias maneras de hacerlo: puede pasarse muchas horas amargado y de mal humor ayudándolos a solucionar un problema de aritmética sin darle una sola muestra de cariño y amor mientras lo regaña y le grita, o puede estar cinco minutos con él cuando tiene miedo de dormir solo, por ejemplo, y sin reprimendas ni críticas, con un beso, un abrazo y un pequeño detallito (como un muñeco para apretar o una lamparita pequeña para que espante sus miedos), hacer que se sienta importante y querido.

Dedíqueles un momento cada día para que le cuenten qué jugaron, quiénes son sus amigos, lo que hicieron en el día o los traumas sufridos en la escuela que no se atreven a decir (sí, esas cosas que a usted le parecen tan simples, como el compañerito que no le prestó su lápiz), o si alguien en la escuela lo molesta...y créale, porque los niños no mienten, y mientras más pronto pueda conocer sus dificultades, más fácil será buscarle soluciones.

El juego es un momento especial para entrar en el mundo de los niños. Cuando llegue del trabajo, después de saludarlos y besarlos (sí, béselos, y también a los varones, no les pasará nada), siéntese con ellos en el suelo para ver el dibujo que pintaron o la muñeca que vistieron.

La mejor pérdida que pueden tener en su vida es el tiempo “perdido” con los hijos.

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