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- 31/05/2009 02:00
- 31/05/2009 02:00
H ubo una vez que nos enamoramos, nos hicimos tantas ilusiones juntos como pareja, tantos planes en común, empezaron a llegar los hijos, los gastos aumentaron y la presión también se incrementa sobremanera. Mientras, ¿dónde queda el amor y el cariño? quedaron rezagados en el clóset, cuando las facturas empiezan aparecer y hay que pagarlas, cuando hay que atender bebés, dar de comer a toda una familia, atender las necesidades de cada uno, incluso postergando las propias, y día tras día la misma rutina. A veces cambiaba, a veces no.
Pero cuando ese hombre o esa mujer deja de vivir, por encargarse de su familia, de darle cariño y la otra parte deja de vivir porque no quiere dejar de "vivir" su tiempo, su propio dinero y su libertad es cuando aparecen las crisis matrimoniales.
Ya ni es una enfermedad o un trastorno, los problemas se evidencian cuando la otra pareja se concentra en lo material y no quiere dar más su dinero ni su tiempo a la familia.
Entonces, la esposa tiene que hacerse cargo de los gastos, administrar el dinero y hacer lo mejor que pueda con lo poquito que su esposo le da. En tanto el cariño y el amor van desapareciendo, así como todas las promesas que hicieron ante el Altar a Dios y aún antes de llegar a asumir tan grande compromiso.
Ahora el matrimonio ha dejado de latir, como los corazones de quienes lo conformaron, es cuando la pareja, sea hombre o mujer, tiene que hacerse cargo y sobrevivir en la calle para traer algo a la mesa y encima tragarse y aguantar el odio y rencor de su esposo o esposa porque esto no estaba escrito en “nuestros sueños”, cuando ese cónyuge no desea más responsabilizarse de sus hijos.
¿Qué hacer? Miren amigas y amigos, cada hombre y mujer cuando lo ha dado todo en el matrimonio y vive en el miedo mucho miedo, temiendo buscar ayuda, sea por desorientación o desconocimiento, esa tabla de salvación que un psicólogo o especialista en terapia de pareja puede ofrecerle, opta por lo más sencillo, a sus ojos, la separación.
Cuando aparece el divorcio en el horizonte de una pareja involucra toda una serie de sucesos que pueden ser traumáticos para todos los que componen la familia: separación de bienes, distribución del salario y aguantar el odio y rencor por quien elude sus responsabilidades o no quiere dar ningún céntimo, siendo uno de los peores momentos que puede alguien enfrentar.
Sea cual sea la religión de los involucrados, además del apoyo de la ciencia, está el de la fe. Solo Dios, ese amigo fiel, nos da la fuerza y el estímulo para seguir adelante.
Hay esposas y esposos que han tenido que criar hijos solos; es muy difícil hacerlo, más no imposible, pese a que no es la condición ideal para criar a unos niños. Se necesita de una voluntad férrea y constante oración para no caer. Se necesita la guía y la capacidad de perdón para no transmitir sentimientos negativos a quienes no tienen culpa, porque los padres se divorcian, pero esto no implica que tengan que divorciarse también de los hijos.
Es estos momentos, es cuando deben prodigarse mayor tiempo, sustento y amor a los hijos. Tomemos en serio el matrimonio, es un estado de vida muy sagrado. De ahí que medite bien durante el noviazgo sobre las posibilidades de formar pareja, con quién y bajo qué condiciones. No te cases por casarte, escoge muy bien a ese hombre y a esa mujer que te acompañaran en la vida. Asegúrate que sea muy fiel a Dios, a sus principios y a los suyos. Si el Señor está entre el hombre y la mujer en el matrimonio está asegurado su éxito!