• 30/08/2020 00:00

Dinosaurios

En el tiempo que han estado ustedes lejos del poder, el país ha cambiado, deben ustedes trabajar más en adaptarse...

Hace unos sesenta y cinco millones de años la Tierra era un lugar muy diferente a este que reconocemos como propio hoy; por su superficie correteaban, nadaban, se arrastraban o volaban seres extraños, con cuellos largos, con patas cortas o muy gruesas, con cuernos, con escamas, con picos y colas inmensas. Los dinosaurios eran los amos y señores de aquel mundo raro. Hasta que hubo un cataclismo y aquellos seres no solo sintieron tambalearse el suelo bajo sus pezuñas, sino que, en un tiempo relativamente corto (si hablamos de años terrestres fue casi un suspiro), desaparecieron de la faz del planeta azul, dejando como descendientes a las gallinas. Animal tonto donde los haya, aunque podríamos destacar el sistema de estabilización de su cabeza. Algo es algo. En fin, que ponen huevos y cacarean. Pero que nada tienen que ver con los titanes de los que descienden.

Hace diez años, mes arriba, mes abajo, que, de nuevo, en la línea temporal de la historia, unos cuantos días son apenas segundos, salieron del poder una panda de dinosaurios; dejaban un país con un statu quo bien asentado, unas bases de fanáticos a los que, tras muchas décadas de correspondiente engrase, les silbaban y ellos solo preguntaban qué tan alto debían saltar. Se fueron del poder, y sin alejarse mucho, llevan una década nadando en círculos. Oliendo la sangre, queriendo meter las dentelladas pero viendo como otros se quedaban con las presas grandes. Un buen par de años llorando y sufriendo en el valle de lágrimas de estar lejos de la papa.

Han llegado, por fin, y se encontraron unas arcas vacías, un país esquilmado y una pandemia. Ahí entendemos la importancia de la adaptación, señores, la adaptación al nuevo entorno es lo que permite a los monstruos sobrevivir. Y ahí están, como gato patas para arriba, tratando de pelechar a pesar de las circunstancias.

Pero estos dinosaurios no se han dado cuenta de algo, resulta que en diez años han pasado muchas cosas, no solo en Panamá, sino en el mundo, ahora es mucho más difícil entretener a la plebe con pan y circo. Ojo, que no es que no se pueda, no, es que es más complicado que darle una gorra y una camiseta a un par de mandamases en los barrios de piscinas marginales.

Hoy es mucho más difícil mantener callados y tranquilos a los capataces del crimen. Hoy todo el mundo tiene cámaras en sus celulares e indignación suficiente para lanzarse a la yugular del que les mantiene la cara contra el barro pisándoles el cuello con la bota, o con el zapato de piel fina y nombre italiano.

No, señores dinosaurios, ustedes aún no se han dado cuenta, pero, en el tiempo que han estado ustedes lejos del poder, el país ha cambiado, deben ustedes trabajar más en adaptarse, deben ustedes intentarlo con más ahínco.

Están ustedes fallando, se les está escapando de las manos la gobernabilidad y la paz social. Están ustedes provocando a la plebe. Y la plebe, como los tigres, son gatitos ronroneantes cuando tienen la barriga llena y una bolita de lana para entretenerse, pero cuando ven que a sus hijos les rugen las tripas en el encierro mientras que otros están comiendo filete importado en un restaurante fino, las pistolas empiezan a salir de sus escondrijos y el ruido de la pólvora substituye al sonido de las pailas.

Tengan cuidado, señores dinos, que es muy fácil mandar un país a la misma mierda, pero es mucho más complicado reunir los pedacitos y volver a reconstruirlo. Traten de adaptarse deprisa a este nuevo mundo.

Columnista
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