José Zaldívar Duarte, el arte con un ropaje antiguo y moderno

Actualizado
  • 02/07/2023 00:00
Creado
  • 02/07/2023 00:00
El artista revela detalles de su trabajo, habla de su pasión por el color y de los autores que influyeron en su manera de crear
'Diablico sucio' 2006. Acrílico sobre lienzo.

Nace en Soná, provincia de Veraguas en 1949. Formado como maestro, en La Escuela Normal, Juan Demóstenes Arosemena, fue gran admirador de los murales de Roberto Lewis. Dice que “se sentaba a verlos… a examinarlos, a soñarlos… “

Graduado de profesor de dibujo, sección de pintura, en la Escuela Superior de Bellas Artes San Fernando de Madrid, nos cuenta que trabajaban con dibujo a diario, en aulas donde los elementos antiguos y el ropaje, constituyen los fundamentos de su formación académica en España. En la escuela madrileña hacia bodegones, pero también otros dibujos naturalistas que reproducían la realidad fidedignamente.

Esto le hizo desarrollar una técnica que lo lleva a ganar el primer premio del Concurso Nacional de Pintura del INAC, 1982, a su regreso a Panamá, con un tema realista, en el que ya se percibe la inclinación hacia la exploración expresiva del color.

Comenta el maestro que, en Madrid, tuvo un profesor que le inculcó la pasión por el color, le decía que, junto con el movimiento, son los dos signos de la vida. El color depende de la luz y de los colores que están a su alrededor. “Aprendemos y seguimos haciendo tonalidades monocolores porque estamos influenciados por la luz que nos permite ver variedades infinitas del color”.

'Creación o evolución' 2023. Acrílico sobre lienzo.

Considera que el color es inagotable, con sus múltiples posibilidades y variaciones consigue tonalidades intensas y otras bajas, igual que en la naturaleza. “Si la observamos es colorida, mágica, viva, con miles de resplandores y destellos”.

Duarte, reconoce haber sido formado con presupuestos académicos, de los que ha ido alejando poco a poco ya que su apuesta se encuentra próxima al simbolismo y a al lenguaje surrealista.

Considera que el arte académico es fundamental para el proceso de formación, pero “llega un momento en que si te apegas excesivamente a la norma, es posible que se vea limitada la creatividad”, a la que da rienda suelta a través del empleo subjetivo y expresivo del color.

Colores inspirados en la naturaleza, en esa “infinidad de tonos que hay en la vida, en lo que nos rodea…” mientras haya luz, el color se desplegará en toda su grandeza”.

Su trabajo, con una clara disposición hacia el estudio de las gamas y alternancias tonales, se fundamenta principalmente en las combinaciones y mezclas, dándole al producto final un acabado con fuertes contrastes valiéndose de incontables acentos tónicos en sus armonías cromáticas.

Para resaltar un objeto establece veladuras en el fondo, utilizando los bloques tonales, a veces opuestos, que le permitan “sacar” la figura a resaltar. En el fondo coloca colores que permitan que el punto de interés sea el objeto, estableciendo un diálogo entre la representación de sus figuras y los colores que configuran el resto de la composición.

Entre sus grandes influencias, menciona, al también pintor veragüense, Adriano Herrerabarría, como uno de sus mentores. “Gracias a él, entendí que hay que pintar todos los días, el arte es un oficio que requiere disciplina y tiempo”.

Recuerda melancólicamente las conversaciones sostenidas con el profesor Pedro Prados, cuyo término “cutarrismo”, ha calado en la configuración del imaginario artístico panameño. Duarte estima que “era una manera de establecer límites en las temáticas de las pinturas” ya que Prados reivindicaba un arte de vanguardia, la incorporación del arte panameño a las corrientes estéticas imperantes, sin perder de vista nunca el sello o la identidad nacional.

Si tuviésemos que hablar de un estilo que influye poderosamente en la obra de Duarte, tendríamos que referirnos al fauvismo, por la relevancia que le da al cromatismo, por su empleo contrastado y por su capacidad de utilizar los colores de manera subjetiva. Pero, además, encontramos abundancia de elementos enraizados en el surrealismo. Asociaciones ilógicas de elementos realistas, empleo de composiciones elaboradas a partir de estructuras oníricos, presencia del subconsciente que nos lleva a no racionalizar sino a intuir y entender. Pero también podemos observar en la evolución de su trabajo el empleo de los postulados del arte abstracto, a través del cual da rienda suelta a su degradación tonal y empleo libre del color.

Compone sus obras de manera que las partes que van organizando el todo. Se va desprendiendo del realismo porque considera que “ya la vida es así”, por lo tanto, es preciso no solo ver, sino incorporar la capacidad de interpretar. Esa es la misión del artista, tomar los elementos y convertirlos en una nueva realidad, establecer diálogos entre la obra y el espectador a partir de una propuesta que entrelaza elementos controversiales, opuestos, aparentemente inconexos.

En su obra Creación o evolución, nos plantea esa dualidad entre la ciencia y la religión a partir de la pregunta ¿de dónde nace la creatividad? El hombre fue hecho por Dios y por tanto se debe a lo divino, la ciencia dice que es producto de la evolución y, por tanto, consecuencia de ello.

Sin embargo, no se decanta por ninguna postura, simplemente nos deba una serie de elementos afines a ambas dejando abierto el debate, la mirada. No ofrece respuesta, solamente lanza una pregunta. Plantea los eternos interrogantes del ser humano como ¿Quién hizo el mundo?, pero no se posiciona, nos hace pensar que tenemos que seguir viviendo, sintiendo e investigando.

Podríamos decir que, la pintura del maestro Duarte, encuentra en la representación simbólica otra vía de escape de la realidad. Juega con nuestra percepción, con la imaginación y con la fantasía que nos permite huir de lo cotidiano, a partir de elementos que pertenecen a mundos distintos pero que, gracias al arte, se encuentran en una armónica búsqueda de lo esencial, de aquello que sobrevive al engaño y a la usura del tiempo.

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