Bajo la lupa

Actualizado
  • 15/07/2020 00:00
Creado
  • 15/07/2020 00:00
Desde la niñez se nos dice que los jóvenes somos el futuro, que debemos ir a la escuela para ser profesionales como nuestros padres, y que debemos establecer metas claras.

Desde la niñez se nos dice que los jóvenes somos el futuro, que debemos ir a la escuela para ser profesionales como nuestros padres, y que debemos establecer metas claras. Definitivamente la educación es un pilar esencial en el desarrollo y preparación de la juventud, sin embargo, el aprendizaje es un proceso complejo, que implica mucho más que retener información y reescribirla en papel.

Es común escuchar por parte de la población adulta que se incentiva a los jóvenes a conectarse con su cultura, ser más ecológicos, desarrollar su creatividad, aprender a expresarse. Pero pocas veces se nos da la oportunidad de verdaderamente participar de dichas actividades, de dar nuestra opinión acerca de diferentes temas, ya sean políticos o sociales, de tener una conversación de clima relajado para poder discutir con nuestros contemporáneos las soluciones que podríamos dar a muchos problemas que nos afectan.

Desafortunadamente es muy popular la doctrina de callarnos y aceptar las decisiones que tomen nuestros “líderes”, sin importar nuestra opinión. No se nos permite verbalizar nuestros pensamientos, al menos no hasta que cumplamos la mayoría de edad, punto en el cual estamos tan acostumbrados a hacer lo que se nos diga, que es difícil tomar decisiones importantes. Y aún así, cae sobre nuestros hombros el peso de tener que enmendar los errores de generaciones pasadas.

Muchas áreas profesionales se fundamentan en el método empírico. No se puede llegar a ser abogado sin dialogar, ni se puede llegar a ser agricultor viendo videos de semillas. Para tener un desarrollo completo se debe disponer de cierto enfoque práctico. Y ha tomado una pandemia darnos cuenta de la cantidad de estudiantes que piden ayuda a gritos, mientras se ahogan en tareas de las cuales quizás absorban un porcentaje mínimo.

Como sociedad, siempre deberíamos buscar la innovación y creatividad por parte de la juventud, pero también se debe trabajar en proveerle las herramientas necesarias para trabajar con dichas ideas. ¿De qué sirve tener un plan de trabajo si no se puede llevar a cabo el proyecto? Y es lo que pasa con muchos jóvenes hoy. La idea está ahí, pero el apoyo no. Y no hablo únicamente de apoyo económico, también es imprescindible la motivación y la crítica constructiva.

Lastimosamente a quienes tienen la oportunidad de crear y emprender se les observa constantemente con lupa, criticando negativamente cada paso que dan y desconfiando de sus habilidades. Y aunque esta es la forma en la que trabaja “el mundo real”, deberíamos hacer el intento por cambiar ese sistema. Muchos de nosotros quisiéramos que se aceptara el aprendizaje por medio de ensayo y error, en lugar del régimen de premios y castigos al que estamos acostumbrados.

Es decepcionante la cantidad de veces que se abandonan ideas geniales, a causa de la resistencia a darnos un poco de espacio para intentar algo nuevo sin tener que preocuparnos por una evaluación. Iniciativas que han sido derribadas a pesar de tener un impacto positivo en la comunidad, puesto que no se consideran lo suficientemente serias. Y es precisamente esa exigencia constante de seriedad la que hace que los jóvenes comiencen a repeler la educación, porque saben que quizá nunca podrán disfrutar libremente del proceso educativo. No se permite espontaneidad ni improvisación.

El siglo XXI es una era de cambio. El sistema debe adaptarse a las necesidades de la población. No podemos quedarnos estancados en sistemas obsoletos o en ideologías poco progresivas. Al final del día, nosotros sí seremos los adultos del mañana, y es beneficio común que estemos preparados para los retos que puedan surgir. Los jóvenes no solo somos el futuro, también somos el presente.

Denisse Pasco Ku es una joven panameña graduada del ISYS con honores y actualmente estudia para ser ingeniera aeroespacial. Ha participado y ganado premios en Olimpiadas de física, matemáticas, química, concurso de pintura organizado por la Fundación Confucio, Club de Debates y polifacética de la música. En tiempos de pandemia se dedica a sus estudios y a la experimentación de la jardinería.

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